La increíble historia de los perros antitanque soviéticos en la Segunda Guerra Mundial

Archivo de Ninel Ustínova
En 1941, cuando los alemanes avanzaban hacia Moscú, las tropas soviéticas se encontraron en una situación casi desesperada porque no tenían armas antitanque eficaces. Debido a ello, entrenaron a perros para destruir los tanques enemigos.

Los perros antitanque soviéticos fueron una gran amenaza para el avance alemán en los primeros años de la Segunda Guerra Mundial. Atados con explosivos, enviaban a estos animales en misiones para destruir equipos enemigos. Aunque actualmente pueda resultar algo perturbador para los activistas por los derechos de los animales, es importante recordar cómo era aquella época: había un enemigo formidable y malvado casi a las puertas del Kremlin.

Las ametralladoras en los tanques alemanes eran demasiado altas para alcanzar a los perros suicidas y, gracias a la cobertura de la infantería soviética, los alemanes no podían salir fácilmente de sus tanques y disparar a los perros con rifles.

Las unidades alemanas de tanques a menudo detenían su ataque si veían en el campo de batalla unidades con perros dispuestos a destruir sus tanques. La única manera eficaz que había para detenerlos era utilizando lanzallamas. A menudo, cuando las fuerzas alemanas pasaban a la ofensiva, disparaban a todos los perros en el camino. Incluso los aviones de la Luftwaffe abrieron fuego contra ellos.

Las raíces de los perros ‘suicidas’

El uso de perros antitanque no fue una respuesta a la invasión nazi de 1941. El entrenamiento de este tipo de canes comenzó en la década de 1930, mucho antes del estallido de la Gran Guerra Patria.

Se les entrenó para arrastrarse debajo de los tanques enemigos con 12 kg de dinamita. Una larga palanca provocaba una explosión al entrar en contacto con el objetivo.

A los perros se les instruyó para que se colaran debajo de los tanques. Los mantuvieron  hambrientos durante varios días y después colocaron trozos de carne bajo los tanques de prueba. De esta manera engañaban a los perros; les hacían creer que podían encontrar comida debajo de todos los tanques. También se les enseñó a no temer a la artillería pesada y se les entrenó para arrastrarse hasta la parte trasera de un tanque, de manera que pudieran evitar el fuego de las ametralladoras enemigas.

Los primeros perros antitanque aparecieron en el Ejército Rojo en 1939 y dos años después ya se probaron en el frente de batalla.

La primera batalla fue un desastre

Los perros antitanque del 1er batallón especial (212 perros y 199 entrenadores) se desplegaron por primera vez en una batalla cerca de Moscú.

El primer gran ataque con perros fue un desastre absoluto porque la infantería soviética no los cubrió. Los nazis dispararon fácilmente contra los animales. Además, los entrenadores cometieron un grave error táctico: los tanques soviéticos con los que los entrenaron funcionaban con diésel. Los canes estaban acostumbrados al olor de este combustible, pero los tanques alemanes usaban gasolina. Así que los perros estaban completamente confundidos en el campo de batalla.

Los soldados que no murieron se rindieron con los perros. Durante los interrogatorios revelaron los métodos que habían utilizado para entrenar a los perros antitanque.

Luchando en todos los frentes

A pesar de que aniquilaran a este primer batallón, la URSS siguió utilizando perros en la lucha contra los nazis. Se cambiaron las tácticas y se reanudó el adiestramiento. A finales de 1941 había más de 1.000 perros en el frente. Al año siguiente, su número superaba los 2.000.

El 21 de julio de 1942, los perros suicidas contribuyeron de manera determinante en una batalla importante cerca de Taganrog, en el mar de Azov.

Cuando 40 tanques enemigos se estrellaron contra una batería de cañones antitanque y comprometieron la posición de la brigada de infantería naval, lo único que se interpuso entre el puesto de mando y los nazis fue la cuarta compañía de perros antitanque.

56 perros lanzaron un ataque de manera simultánea y destruyeron gran cantidad de tanques enemigos. Los perros no solo detuvieron la ofensiva sino que forzaron a los alemanes a abandonar el campo de batalla.

Durante el sitio de Leningrado, un grupo de perros se dedicó a destruir tanques y fortificaciones enemigas. Consiguieron colarse a través del alambre de espino, identificaron la ubicación del enemigo y corrieron hacia la entrada de los búnkeres, donde habían detectado la presencia humana. Consiguieron hacer saltar por los aires varios búnkeres, así como un depósito de municiones.

Contribución vital a la victoria

A mediados de 1943, la situación en el frente de batalla había cambiado. El Ejército Rojo comenzaba a recibir las armas antitanque que necesitaba. Fue por eso que dejaron de utilizar perros para misiones suicidas.

En total, durante la guerra los perros ayudaron a destruir 304 tanques enemigos. Este hecho quizá hizo que la balanza se inclinara a favor de la URSS y su contribución a la derrota del nazismo fue importante.

Cuando la victoria ya estaba casi asegurada, los perros que quedaban se volvieron a entrenar para llevar a cabo misiones de detección de minas. Muchos sobrevivieron hasta el final de la guerra.

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