Quizá nunca podrías haber llegado a hacer esa foto con la catedral de San Basilio de fondo. En 1935, cuando había una campaña contra la religión a pleno rendimiento en la URSS, Iósif Stalin tuvo una reunión con la élite política del país en la que trataban de decidir cuál iba a ser la nueva imagen arquitectónica de la capital.
Uno de los políticos más influyentes en la sala era Lazar Kagánovich. Había eliminado una maqueta de la catedral del mapa con la idea de tener “puertas abiertas” para los tanques que desfilasen por la Plaza Roja. Según esta leyenda urbana la reacción de Stalin fue furiosa: “Ponla de nuevo”, ordenó el dictador.
Nadie parece contar con pruebas documentales sobre este breve pero desafortunado encuentro. Sin embargo, muchos creen que fue un simple arquitecto llamado Piotr Baranovski quien salvó el icónico edificio que ya había sido retirado del esquema previsto.
La cruzada del arquitecto
Piotr Baranovski era ingeniero y especialista en arte que se había dedicado durante toda su vida a salvar y a restaurar monumentos arquitectónicos, casi siempre de naturaleza religiosa, en un momento en el que mostrar algún tipo de simpatía por la iglesia podía acarrear serios problemas.
Después de la revolución el Gobierno soviético lanzó una fuerte campaña contra la religión, en la que el clero se retrataba como un impedimento en el camino hacia una sociedad sin clases, que era lo que los soviéticos trataban de construir. En este ambiente hubo numerosas iglesias que se transformaron en centros deportivos, cines, almacenes, graneros o dormitorios. Baranovksi, por su parte, lanzó una campaña igual de fuerte para tratar de preservar los monumentos arquitectónicos para la posteridad.
Fue responsable de la restauración de incontables iglesias y de otros importante edificios, entre los que se incluyen Krutitsi, Kolómenskoie y la catedral de Kazán. En la actualidad resulta imposible imaginar Moscú sin estos edificios, pero en aquel momento nadie podía garantizar que pudieran sobrevivir. De hecho, en última instancia, la catedral de Kazán fue demolida.
Un telegrama al Kremlin
La mayor victoria del arquitecto fue la catedral de San Basilio. Su hija, Olga Baranóvskaia, ha salido al paso ante los rumores que afirman que su padre se encerró con ella dentro de la catedral para impedir la demolición del edificio. Ella no recuerda estos hechos que parecen improbables.
Al contrario, ella cree que la lucha de su padre fue menos dramática aunque igualmente peligrosa e influyente. Según afirma, su padre envió un telegrama al propio Stalin.
“Salió de la oficina [de Kagánovich] hablando [en contra de la demolición] y dio un portazo. Fue a la oficina de correos y escribió un telegrama: ‘Moscú. El Kremlin. Para el camarada Stalin. Impide la demolición de la catedral de San Basilio, por favor, porque provocaría un daño político contra el régimen soviético’”, recuerda Baranóvskaia.
Nadie ha podido ver el telegrama pero hay otras versiones acerca del milagroso rescate de la catedral, que van desde el intento de suicidio de Baranovksi, a su encierro dentro de la catedral y la lucha contra las más altas instancias de la burocracia soviética.
Seguramente será muy difícil saber toda la verdad que encierran estas embellecidas historias formadas cuidadosamente para la posteridad, aunque hay una cosa que es cierta: la catedral de San Basilio se levanta orgullosa en la Plaza Roja y atrae a millones de fascinados turistas de todo el mundo, y Piotr Baranovksi es el hombre al que hay que agradecérselo.
Si quieres saber cómo cambió la arquitectura de Moscú por la influencia de Stalin, lee este texto.