Una mañana de 1731, el próspero comerciante de Moscú, Piotr Filátiev, descubrió que su mansión había sido robada. Faltaba además el siervo Iván Ósipov, de 18 años, que había trabajado para él durante cinco años.
Pronto, un contundente mensaje de Ósipov fue encontrado en la valla: "Deja que el diablo trabaje para ti, yo no lo haré". Eso resumía la filosofía de Ósipov: prefería robar. Y era bueno en eso.
Mente inquieta
Nacido en 1718 en un pequeño pueblo y en el seno de una familia campesina, Ósipov viajó a Moscú para servir a Filátiev a la edad de 13 años. En general, tal destino era considerado una bendición, como lo señala el historiador Evgueni Akéliev en su libro sobre el siglo XVIII en Moscú.
Mientras los siervos sufrían la esclavitud y carecían de cualquier derecho, aquellos que trabajaban para la acaudalada élite de Moscú no solían padecer hambre y frío como los que trabajaban en fábricas o aldeas. Sin embargo, esto no fue suficiente para Ósipov. Quería libertad total, vivir el riesgo y un estilo de vida lujoso.
Primeros pasos en el mundo criminal de Moscú
Ósipov rápidamente se hizo amigo de unos ladrones de Moscú, con quienes preparó el plan para saquear y robar la mansión de Filátiev. Varios días después de huir de la escena del crimen, los siervos de Filátiev atraparon a Ósipov y lo encadenaron, pero el joven ladrón logró escapar.
Consciente de que había un cadáver de soldado en el pozo de agua de Filátiev (no está claro quién mató al soldado, pero el sospechoso principal era el comerciante), Ósipov gritó: "¡Slovo y delo!" ("Palabra y obra"), que es un desafío del siglo XVIII que el estado no podía ignorar. Después de que las autoridades encontraran el cuerpo, encarcelaron a Filátiev y dejaron ir a Ósipov.
Cadáveres frescos todos los días
Ósipov, que ahora usaba el apodo, "Vanka Cain", que evoca el nombre del fratricida bíblico, prosperó como criminal a lo largo de la década de 1730. Rápidamente se convirtió en una figura importante en el inframundo de Moscú y comandó una brutal banda de facineroso compuesta por casi 300 hombres.
El historiador Evgueni Anísimov supone que Cain era un adicto a la adrenalina. "¿De qué otra manera podrías explicar algunas de sus aventuras, especialmente cuando no había ningún motivo de lucro?".
Esas aventuras a menudo combinaban bromas crueles. Por ejemplo, se informó que Cain dejó al sirviente de un comerciante, sin pantalones, en medio de un campo nevado en las afueras de Moscú, o de otro momento en el que embadurnó a su víctima con alquitrán.
A principios del siglo XVIII, Moscú era un "paraíso" para los delincuentes, y cada día los cadáveres frescos de los asesinados se amontonaban en las calles de la ciudad. Ninguna valla o muro podía detener a los asaltadores. Cain y su pandilla progresaron durante una década, pero luego los tiempos cambiaron alrededor de 1740, cuando las autoridades se cansaron del caos y lanzaron una contraofensiva. Suficientemente profético para ver los vientos cambiantes de la fortuna, Cain repentinamente cambió de bando.
Una doble vida
El 28 de diciembre de 1741, Cain se presentó a la policía de Moscú y escribió una confesión. Su mensaje era claro: sí, soy un ladrón, pero me arrepiento de mis pecados y quiero servir al estado informando sobre otros delincuentes y ayudando a encontrarlos y castigarlos.
Las autoridades creyeron a Cain y se convirtió en informante de la policía. Al principio, esto parecía ser un gran éxito para la justicia: la policía estaba deteniendo a docenas de ladrones cada día gracias a la información de Cain. Se hizo indispensable y comenzó una destacada carrera como detective, dedicando toda su energía a atrapar a antiguos amigos y camaradas.
Sin embargo, Cain secretamente seguía siendo un criminal, pero ahora estaba apoyado por la fuerza del estado. Cain estaba ayudando principalmente a arrestar a matones menores o a sus enemigos personales, dejando escapar a los peces gordos. Además, estaba extorsionando dinero a otros delincuentes y ciudadanos respetuosos con la ley, amenazándolos con la posibilidad de acabar en prisión si no le pagaban dinero para garantizar su protección.
La caída
Durante siete años, el imperio de Cain construido a base de traición, mentiras y sobornos tuvo éxito. Poseía una hermosa mansión en el centro de Moscú, tenía docenas de negocios y llevaba la vida de un hombre extremadamente rico. Los nobles y los mercaderes estaban felices de tener a Cain en sus casas; donó dinero para la caridad; y parecía que estaría disfrutando de esta maravillosa vida para siempre.En 1749, sin embargo, quejas sobre Cain llegaron a oídos de la emperatriz Isabel en San Petersburgo. Preocupada por la situación en Moscú, envió a su asesor cercano, el general Alexéi Tatíshchev, para investigar a nuestro protagonista.
Hombre conocido por ser incorruptible e independiente de la élite de Moscú, Tatishchev puso bajo su lupa escrutadora a Cain, y rápidamente se hizo evidente que el famoso informante de la policía era de hecho un criminal.
Cain fue arrestado y torturado. Después de confesar su abuso de poder, corrupción y sobornos, un tribunal imperial lo sentenció a muerte. En el último momento, sin embargo, su sentencia fue conmutada por trabajos forzados en Siberia. En este punto, se borran todas las huellas de Cain, convirtiéndose su extraordinaria carrera criminal en toda una leyenda.