Gamsutl tiene un halo misterioso. Se la ha llamado el "Machu Picchu de Daguestán" y la "ciudad muerta", una prisión de las tierras altas y un lugar diezmado por el cólera. A lo largo de sus siglos de historia, el pueblo ávaro se ha enriquecido con leyendas, tanto verosímiles como fantásticas. Y como muchos de los lugares más bellos del Cáucaso Norte, también está, clásicamente hablando, muy lejos de la civilización.
Sin embargo, éste era precisamente el plan desde el principio. Quienes lo fundaron sabían exactamente lo que hacían: el pueblo está situado en el distrito de Gunib, en Daguestán, en la misma cresta del monte Gamsutlmeer, a una altitud de 1.418 metros sobre el nivel del mar, y sólo es accesible por un estrecho sendero. Gracias a esta montaña aul es fácil de defender, durante su centenaria historia nunca ha sido conquistada por ningún ejército.
La época de la formación del pueblo no se conoce con precisión. Según una versión, fue fundado por khanes ávaros (los ávaros son uno de los pueblos indígenas del Cáucaso Norte y el pueblo más numeroso del Daguestán moderno). Khan, fundador de Gamsutl, vivía en la cima de la montaña con su familia, y su ejército se situaba en las laderas. La lengua ávara traduce "Gamsutl" como "al pie de la fortaleza del kan". Según otro, el aul era algo así como un lugar de confinamiento para los culpables. "Pero no existe ninguna monografía científica sobre Gamsutl", afirma Zaur Tzojolov, organizador de las primeras excursiones al aul abandonado.
Los lugareños creían que el poblado tenía al menos 1.600 años de antigüedad. Los científicos han encontrado pruebas aún más tardías de la fundación: en las inmediaciones de la aldea descubrieron una lápida con una inscripción en la antigua lengua iraní, de unos 2.000 años de antigüedad. Posiblemente, la aldea estuvo habitada por otros pueblos, como demuestran algunas inscripciones en las paredes de las casas en iraní.
Desde lejos, las ruinas del pueblo parecen nidos de golondrinas. Sus casas están parcialmente excavadas en la roca. Y si la superficie irregular no permitía construir una casa, se trituraba la roca y se utilizaba como material de construcción. Los tejados de las casas se cubrían con vigas, y encima se amontonaba tierra y paja. Los aguaceros arrastraban la capa del tejado y había que repararlo con regularidad.
"Después de las lluvias, Dios os libre de tocar las casas. Se puede caer toda la pared", dice Zaur. Las paredes de las casas son de adobe, lo que hace que se derrumben con facilidad. A simple vista, parece que las casas de Gamsutl tienen miles de años. Pero no es así. La mayoría de los edificios que se conservan datan de principios del siglo XIX.
Hace varias décadas, Gamsutl estaba habitado. El pueblo tenía su propia escuela, guardería, tienda, hospital y maternidad. Sus habitantes, sobre todo los jóvenes, empezaron a abandonar Gamsutl activamente sólo en los años 70-80, en busca de trabajo en la capital de Daguestán (Majachkalá está a tres horas de distancia), y porque el pueblo es de difícil acceso.
"En los años 70, los ríos de esta zona estaban llenos de agua. En mi infancia, sólo podíamos cruzar el río en Choj a caballo, pero ahora cualquier niño puede vadearlo. Y un día, un puente sobre el río fue arrasado. Los habitantes de Hamsutl han estado aislados del mundo durante dos meses. Esta circunstancia obligó a muchos a desplazarse y abandonar sus hogares", explica Zaur, que añade que muchos habitantes del pueblo también murieron a causa de una epidemia de cólera.
Unos pocos residentes ancianos han sobrevivido a sus años aquí. En 2002 vivían aquí 17 personas. En 2010 eran 10. Uno de ellos era un nativo del pueblo, Abduljalil Abdulzhalilov. Una vez al mes solía bajar a comprar comida, cobrar su pensión, enterarse de las noticias y visitar la biblioteca. En Gamsutl criaba abejas, y en su tiempo libre escribía un artículo sobre religión y se reunía con turistas. Se dice que se hacía llamar "alcalde de Gamsutl".
Muy pronto sólo quedaron en el pueblo él y la anciana, que no se dirigían la palabra. Por irónico que parezca, en medio de cientos de edificios vacíos, la tierra era su objeto de disputa y causa de discordia. Cuando ella murió, Abduljalil era el único residente de Gamsutl. En 2015, él también había desaparecido. El pueblo quedó finalmente desierto.
Durante las últimas décadas, este "pueblo fantasma" de montaña ha sido una de las principales atracciones de Daguestán. La estética abandonada atrae a muchos, pero parece aún más hipnotizante rodeada de acantilados y montañas.
"Dio la casualidad de que me topé solo con este antiguo pueblo. Entré corriendo y me quedé helado. Es como si el tiempo se hubiera detenido. No existía nada más en el mundo. Sólo silencio, paredes vacías y ventanas muertas. ...El lugar no es espeluznante, pero sí muy peculiar", recuerda Alexánder Popov, que ha viajado varias veces a Gamsutl.
Los lugareños de Gamsutl también intentan ganarse un dinero extra ofreciendo paseos, cabalgatas y visitas guiadas por la montaña. Por eso puede llenarse de gente durante el día. El principal consejo de quienes han estado allí es llegar al pueblo lo antes posible, al amanecer. Así, como solía hacer Abduljalil Abduljalilov, se puede pasear en solitario por sus antiguas calles y escuchar el silencio ensordecedor.
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