Máslenitsa: cómo una fiesta pagana eslava se convirtió en un pasatiempo popular ruso

Estilo de vida
YULIA JAKÍMOVA
En Rusia, ningún otro cambio de estación se celebra con tanta intensidad como la despedida del invierno: las fiestas populares duran una semana entera.

En términos de popularidad de las fiestas, la Máslenitsa ocupa el segundo lugar entre los rusos, después de la de decoración del árbol de Navidad. Hoy nadie se avergüenza de sus raíces paganas, ni de que la fiesta se asocie a funerales, sacrificios y rituales de fertilidad. En la época precristiana, la Máslenitsa simbolizaba el despertar de la naturaleza, su renovación y, por tanto, la preparación para el trabajo de campo.

¿A qué ideas se referían los eslavos durante la Máslenitsa?

El sol

La llegada de la primavera significaba el comienzo de un sol que brillaba más y durante más tiempo. Se representaba en forma de rueda ardiente, que flotaba por el cielo, y así se convirtió en un atributo de los rituales asociados al sol.

“Durante Máslenitsa, los aldeanos rusos se reúnen con el sol de primavera, conducen un trineo con un poste en medio, y en el poste se coloca una rueca. En Siberia ponen en la rueda a un chico vestido con ropa de mujer y con un kokóshnik en la cabeza, lo que, según nuestra tradición popular, personifica al sol en su forma femenina”, escribió el folclorista Alexánder Afanásiev en su libro Puntos de vista poéticos eslavos sobre la naturaleza (1865-1869).

Lluvia

Los eslavos honraban el elemento del fuego en la imagen del Sol, pero no era menos importante la humedad dadora de vida: las lluvias primaverales y las tormentas eléctricas, que la gente también se esforzaba por “provocar” mediante rituales especiales. En la mente antigua, los cielos se representaban como el océano y las nubes como barcos.

Afanásiev aporta información sobre cómo, durante Máslenitsa, los barcos eran imitados por trineos. “No hace mucho, en Arcángel, en Máslenitsa, solían pasear por la ciudad un toro en un enorme trineo tirado por veinte o más caballos: era un viaje primaveral de Perún (dios eslavo del trueno y el relámpago), que cabalgaba en una nube de truenos”.

La lucha entre el bien y el mal

El cambio de estación se representaba como una lucha entre el invierno que se iba y la primavera que estaba llegando. El cambio se reflejaba en duelos rituales, de carácter competitivo. Entre ellos, las peleas rusas a puñetazos, los juegos de pelota de Máslenitsa y la toma de una “ciudad de nieve”.

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Sacrificio

La transición del invierno a la primavera iba acompañada del sacrificio ritual de una efigie de paja, que se quemaba el cuarto día de la semana de Carnaval. Este acto podía tener varios significados simbólicos: el espantapájaros simbolizaba el año viejo “moribundo” o la muerte, pero su quema simbolizaba el triunfo de la vida.

El filólogo Vladímir Propp subraya que el espantapájaros no se quemaba sin más. Las cenizas se entregaban a la tierra para fortalecer sus fuerzas productivas y promover la fertilidad. Es importante destacar que los campesinos realizaban el ritual en un campo sembrado.

Un ritual similar se llevaba a cabo dentro del hogar: se quemaban pequeños muñecos y se arrojaban las cenizas al ganado para fomentar su fertilidad.

Dador de vida

El significado clave de la semana de Máslenitsa era crear las condiciones para aumentar la vida. La danza en círculo (jorovod, en ruso) simbolizaba el proceso de hilar, retorcer y girar como metáforas del nacimiento de la vida, y tenía como objetivo crear una buena cosecha.

La idea de fertilidad se extendía también al hombre. Se animaba a los jóvenes a “jugar antes del matrimonio” dando un paseo en trineo; también les estaba permitido besarse en público. En las fiestas de Máslenitsa, el lenguaje soez, las canciones eróticas y los cánticos estaban muy extendidos.

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Recuerdo

Según los campesinos, los antepasados muertos estaban en el otro mundo y en la tierra al mismo tiempo y podían influir en su fertilidad. Por eso era importante recordarlos.

En algún lugar se dejaba el primer blin (panqueque ruso) en una ventana y para los antepasados, en otro lugar se llevaba a la tumba, y en el tercero se comía para recordar al difunto. Así, este primer blin siempre se destinaba a los fallecidos, era una especie de tributo a los antepasados, proporcionaba una conexión con el más allá.

En Rusia, los blinis eran el plato principal del banquete funerario, por lo que naturalmente pasaron a formar parte de las celebraciones de Máslenitsa.

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