El vaso de cristal facetado, un clásico de la URSS (Fotos)

Alexéi Bushkin/Sputnik
Se convirtió en uno de los símbolos más reconocibles de la era soviética, pero se inventó mucho antes.

En la época soviética, los vasos facetados eran omnipresentes. Estos característicos vasos de cristal de forma peculiar estaban en cantinas, restaurantes, cafés, hospitales, escuelas e incluso en las máquinas expendedoras soviéticas que comerciaban con refrescos.

Con el tiempo, el vaso de cristal soviético se convirtió en uno de los símbolos de la época. Sin embargo, parece que la gente disfrutaba de esta forma mucho antes de que los soviéticos la convirtieran en algo habitual.

Una leyenda sobre Pedro el Grande

La escultora soviética Vera Mújiina, a la que se atribuye la autoría por haber dirigido el "Taller de Vidrio Artístico de Leningrado" en aquella época, diseñó el vaso de cristal en septiembre de 1943.

Almuerzo en una granja de cerdos.

Sin embargo, se dice que beber del vaso de cristal es una tradición mucho más antigua para los rusos. Naturalmente, los vasos producidos antes de 1943 diferían de la versión soviética, aunque tenían algunas similitudes sorprendentes.

Uno de estos vasos está representado en el cuadro del artista Kuzmá Petrov-Vodkin "Naturaleza muerta matinal", creado en 1918. El vaso que aparece en el lienzo no se extiende hacia la parte superior, tiene facetas comparativamente anchas y carece de un borde redondeado aplanado en el extremo. Vasos similares estaban muy extendidos en Rusia antes de la Revolución. 

Kuzmá Petrov-Vodkin

Al vidriero ruso Yefim Smolin, que vivió a finales del siglo XVII y principios del XVIII, se le atribuye la invención de la versión prerrevolucionaria del vaso facetado.

Cuenta la leyenda que el inventor presentó su primer vidrio facetado al zar Pedro el Grande diciendo que no se podía romper. Al zar le gustó el vaso y, tras probarlo en acción, supuestamente exclamó: "¡Que el cristal sea!" (en ruso: ¡Stakanu byt'!). Tiró el cristal al suelo para probar su rigidez, pero el cristal se hizo añicos. Sin embargo, el zar no castigó al vidriero, sino que permitió la producción en masa de vasos facetados.

Según la leyenda, los presentes en este episodio malinterpretaron las palabras del zar. Creyeron que el zar había exclamado: "¡Rompan los vasos!" (en ruso: ¡Stakani bit'!). Al parecer, esta interpretación errónea inició la tradición de romper las copas golpeándolas contra el suelo después de los brindis especialmente importantes.

Diseño robusto

Sin embargo, los soviéticos llevaron la popularidad del vaso facetado a un nivel completamente nuevo.

Un grupo de expertos vidrieros, diseñadores y escultores fue convocado por orden del gobierno soviético. Su misión no se parecía a ninguna otra:

"Se les encargó desarrollar bocetos de vajillas de la época soviética que pudieran utilizarse en los establecimientos de restauración. En aquella época, los lavavajillas ya estaban apareciendo y los vasos tendían a romperse, además de que se necesitaban muchos. Se encomendó a los especialistas la tarea de desarrollar un vaso que fuera duradero, bonito, fácil de usar y de lavar. En sus memorias, Uspenski [artista y miembro del grupo de trabajo] escribe que se desarrollaron muchas muestras de diferentes vajillas, entre ellas un vaso facetado, que más tarde comenzó a producirse en la fábrica de cristal de Gusevskói", explica Alla Chukunova, conservadora de la colección de vidrio del Museo del Cristal Maltsev.

Exposiciones en el Museo de la Historia del Vodka.

Los resultados del grupo de trabajo superaron las expectativas del gobierno soviético. Los vidrios facetados resultaron ser muy duraderos y fáciles de lavar en lavadoras y a mano, gracias a su forma característica.

Poco a poco, este tipo de cristal se extendió por toda la Unión Soviética, apareciendo prácticamente en todos los establecimientos: desde comedores hasta hospitales, desde centros turísticos hasta máquinas expendedoras.

Un samovar en un vagón restaurante del nuevo tren turístico

Para su uso en los trenes, los vasos facetados se complementaron con otro invento peculiar: los portavasos metálicos que se convirtieron en una característica esencial y romántica de los viajes en tren en Rusia.

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