El centro comercial más famoso del país, situado en la Plaza Roja, fue el primer puesto de vacunación de Rusia que se abrió fuera de una institución médica. Las señales de dirección colocadas entre los escaparates señalan que el puesto está situado en la segunda planta, en los locales de una antigua librería. En la megafonía se recuerda que todo el que lo desee puede vacunarse, sin necesidad de pedir cita. Sin embargo, no hay largas colas a la entrada del puesto de vacunación y a veces está desierto.
Después de varios meses de vacunaciones masivas, se da la misma situación en otros centros comerciales de la capital con gran afluencia: puestos de vacunación semivacíos y gente que pasa cargando con las bolsas de la compra.
“Hay suficientes vacunas, hay muchos puestos de vacunación y se están abriendo otros nuevos. Y la logística también se ha solucionado. Pero la afluencia de gente es insuficiente. La gente no viene a vacunarse”, afirma Valeri Fiódorov, director general del Centro de Investigación de la Opinión Pública de Rusia (VTsIOM). Los encuestadores hacen un seguimiento de la situación de la vacunación cada mes, y los resultados son siempre malos: más de la mitad de los rusos están en contra de la vacunación contra el coronavirus.
Fuera de Moscú la situación es algo diferente: no hay puestos de vacunación en los centros comerciales, todo se hace con cita previa y ha habido interrupciones en el suministro de vacunas. Pero Rusia sigue siendo un país con las vacunas más accesibles del mundo: hasta la fecha, ya cuenta con tres que se producen a gran escala: Sputnik V, EpiVacCorona y KoviVak.
Al mismo tiempo, según las últimas cifras, 11,4 millones de personas, es decir, el 7,8% de la población adulta, han recibido una de las dos dosis de la vacuna (y algo más de la mitad, el 4,4%, ha recibido dos dosis). Esta cifra es muy inferior a la de otros países con producción propia de vacunas. En Gran Bretaña, más del 50% y, en EE UU, el 40,5% de la población adulta ha recibido al menos una dosis. La tasa actual en Rusia no cumple con los planes del gobierno. El 22 de marzo, el ministro de Sanidad, Mijaíl Murashko, anunció que el plan era vacunar a unos 30 millones de rusos antes del 15 de junio.
Un desastre de relaciones públicas
Sputnik V es hasta ahora la principal vacuna que se fabrica en el país. Fue la primera vacuna Covid-19 registrada en el mundo. Pero casi inmediatamente después de su registro se apoderó de Rusia y del extranjero la sensación de que había algo malo en ella. El problema era que se había registrado “en condiciones limitadas”, es decir, sin haber sido sometida a largos ensayos.
"No se puede confiar en una vacuna fabricada en pocos meses. No pertenezco a la categoría de personas que no creen en Covid. Un pariente cercano mío estuvo enfermo y fue muy aterrador. <...> Pero no tan aterrador como para que uno corra a inyectarse las ambiciones de alguien”, escribe un colaborador de un foro popular entre los psicólogos y sus clientes.
“Es perfectamente normal tener miedo. Esto se debe a que la vacuna se ha improvisado de forma brusca. Se supone que desde el desarrollo de una vacuna hasta su puesta en marcha transcurren al menos dos o tres años, y a veces más”, según Anna Doshevskaia, de Moscú.
Incluso un artículo posterior que se publicó en The Lancet, una de las revistas médicas más prestigiosas, en el que exponían los buenos indicadores de rendimiento de la vacuna, no logró superar las primeras sospechas. Según los sondeos de opinión del Centro Levada, a partir del 1 de marzo de 2021 el número de personas dispuestas a vacunarse había descendido durante varios meses, y la principal causa de esta negativa a vacunarse es el miedo a los efectos secundarios. Según los mismos sondeos, la opinión de que “las vacunas se hicieron con prisa y nadie sabe cuáles pueden ser los efectos dentro de cinco años” es una de las opiniones más populares.
La gente no ha tomado muy en consideración las declaraciones de las autoridades que aconsejan no beber alcohol durante los 42 días posteriores a la inyección y las dos semanas anteriores. En su momento, estas recomendaciones se suavizaron a “después de todo, está permitido beber con moderación”. No han servido de nada ni el atractivo de los helados gratuitos, ni la promesa del alcalde de Moscú, Serguéi Sobianin, de desbloquear los abonos de viaje subvencionados, ni la publicidad informativa en los carteles de las carreteras de las regiones.
El jefe de investigación científica del fondo de riesgo farmacéutico Inbio Ventures, Ilyá Yasni, comparte esta opinión: “Es evidente que la confianza se vio minada cuando la vacuna se registró prematuramente sobre la base de los resultados de un ensayo en el que participaron 20 personas [en realidad, 76 personas participaron en los ensayos combinados de fase I y II]”. Considera que la confianza en la vacuna podría aumentar con una mayor apertura sobre los datos de la misma: Rusia aún no dispone de una base de datos nacional con información sobre el suministro de vacunas y las existencias disponibles, ni sobre las posibilidades de obtener una de las tres vacunas. Para obtener esta información, la gente tiene que llamar directamente a los centros ambulatorios o informarse en las oficinas regionales del Ministerio de Sanidad.
“No había plazas. Nos pusieron en lista de espera. El Ministerio estuvo mucho tiempo revisando y cambiando [las fechas]. Sólo nos avisaron a las 17:42 de que nos esperaban para un pinchazo a las 08:40. Dos días después, una chica muy educada se puso en contacto con nosotros para preguntarnos por qué no nos habíamos presentado”, cuenta Ekaterina Demidenko, de Sochi. “¿Cómo conseguir un pinchazo de Covid en Sochi? Ni siquiera voy a intentarlo”, escribe otra residente, Viktoria Anipchenko.
Problema logístico global
Los problemas de suministro de vacunas y la escasez de las mismas están siendo denunciados no sólo por las propias regiones, sino también por Immunotekhnologii, el organizador oficial del suministro de vacunas. La razón principal de los fallos al inicio de la campaña de vacunación masiva se atribuye a la cadena de frío más estricta del mundo: “Básicamente, la vacuna no puede mantenerse a más de -18°C ni siquiera cinco minutos [para garantizar el mantenimiento de sus propiedades]", explicó el director general adjunto de Immunotekhnologii, Iván Glushkov, en referencia a Sputnik V.
Este factor ha impedido que las dosis se distribuyan rápidamente y que todas las regiones sean abastecidas en igual medida. “El problema es que todos los centros logísticos de Rusia y del mundo en general están preparados para temperaturas de entre +2°C y +8°C. Esto se acordó en los años 70-80. Estas han sido las normas comunes para el almacenamiento de medicamentos”, explica Ekaterina Kurbangaleyeva, miembro de la Cámara Cívica de la Federación Rusa y directora del centro de investigación Osóboie Mnenie. “El jefe médico de una región me decía que tenían que entregar los pequeños lotes que llegaban en ambulancias. Nuestro país es enorme y se necesita tiempo para que todo llegue, se despliegue y se almacene”.
Pero en enero de 2021 los desarrolladores mejoraron la vacuna y el Ministerio de Sanidad permitió que se almacenara a temperaturas superiores a cero. Sin embargo, los informes sobre la escasez llegan de casi todas partes, a excepción de Moscú, algo que, según funcionarios y expertos, se achaca a la escasez de capacidad de producción. El Kremlin no habla de la escasez de vacunas: según el secretario de prensa del Presidente de la Federación Rusa, Dmitri Peskov, no tiene “ninguna información” de que la demanda de vacunas esté superando la oferta. Al mismo tiempo, Rusia no dispone todavía de vacunas extranjeras, y tampoco hay fechas aproximadas en las que puedan registrarse aquí. La única excepción es la Sputnik V fabricada fuera de Rusia. Estas vacunas “podrán entrar” en el país para acelerar el ritmo de vacunación.
Teorías conspirativas y falta de incentivos
En el conjunto de Rusia, la actitud hacia la vacunación no es muy positiva debido a las teorías conspirativas generalizadas y al movimiento antivacunas, cuyas opiniones se difunden en los medios de comunicación, en las salas de chat de Telegram y en los canales de YouTube, a eso hay que sumar que los grupos de redes sociales atraen a cientos de miles de suscriptores.
En el último año, los habitantes de Osetia del Norte han incendiado en dos ocasiones antenas de telefonía móvil (creyendo que eran antenas 5G), mientras que en Daguestán, Karachaevo-Cherkessia, el territorio de Stavropol y en el territorio de Krasnodar se han producido concentraciones espontáneas contra su instalación. Existe una teoría conspirativa popular según la cual las radiaciones de las comunicaciones móviles suprimen el sistema inmunitario y, en consecuencia, las personas son más propensas a la infección por Covid-19. En Ekaterimburgo, en los Urales, el 17 de marzo los manifestantes montaron tiendas de campaña en un lugar donde se están construyendo las instalaciones, aunque tampoco tienen nada que ver con el 5G. Todas estas personas están en contra de la vacunación, mientras que la mayoría de los rusos creen que el coronavirus fue desarrollado artificialmente como arma biológica.
Pero estas no son las únicas razones. Es posible que los rusos no estén dispuestos a optar por el pinchazo simplemente porque no tienen ningún incentivo para hacerlo. La mayoría de las restricciones en Rusia se han levantado hace tiempo: no hay prohibición de viajar entre regiones ni de reunirse en masa, no se cierran los establecimientos de comida y no hay otras medidas en vigor que tengan un impacto tangible en la calidad de vida de la gente. Todo esto ha tenido lugar en un contexto de disminución del número de casos en el país. Según el profesor Dmitri Kulish, del Centro de Emprendimiento e Innovación del Instituto de Ciencia y Tecnología Skolkovo, solo un fuerte aumento de la incidencia de la enfermedad y un salto en la tasa de hospitalización podrían estimular a los rusos a vacunarse.
La tercera ola de la que habla todo el mundo aún no ha llegado oficialmente a Rusia. Al mismo tiempo, en Moscú, desde finales de marzo, han aumentado los casos y las hospitalizaciones, y también las muertes. En las regiones no se observa hasta ahora una dinámica alarmante similar.
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