Caos en las playas rusas en mitad de la pandemia y con las fronteras cerradas (Fotos)

Estilo de vida
EKATERINA SINÉLSHIKOVA
Los rusos han estado sin salir de su propio país durante casi todo el verano. Sin ningún lugar a donde ir, están acudiendo en masa a los lugares de veraneo favoritos de Rusia, que están a punto de estallar.

La cámara se desplaza lentamente a través de una enorme fila para acceder a los teleféricos, que continúa fuera de plano. “Esto es una locura”, declara el autor del vídeo. En otro vídeo se muestra a una mujer amenazando con poner todo online mientras le piden que pague por un pedazo de sombra de un toldo vecino bajo el cual a acabado sin darse cuenta. “Así que ahora me pides dinero por la sombra, ¿tengo razón? ¡Espléndido!”. A lo que el “vendedor de sombras” responde con amenazas de “quitarla”.

“Así que en Turquía es ‘todo incluido’ y en Sochi ‘nada incluido”, dicen los rusos en un chiste redes sociales. El dueño de un negocio local comparte sus sentimientos: “Tal y como yo lo veo, Sochi está a punto de explotar. Nunca hemos visto tal afluencia de gente. Es simplemente un infierno para los locales”.

Debido a las fronteras cerradas, los rusos no han tenido más remedio que viajar por el país. ¿Vale la pena? Un 50% declaró que se quedarán aquí. Sochi, uno de los destinos turísticos más populares de Rusia, está viendo mayores multitudes durante la pandemia que durante los Juegos Olímpicos de Invierno de 2014.

Los precios suben un 40%

Crimea, Sochi y la región de Krasnodar en general están a la cabeza de la lista, según los agentes de viajes. Sus aeropuertos establecen regularmente nuevos récords. Los agregadores de billetes también informan de que los precios son más bajos este año. Según Aviasales y Tutu.ru, la factura media de unas vacaciones en Sochi ha bajado un 20%. “No hay problemas con la disponibilidad de los billetes. La mayoría de los agentes han cambiado el destino de sus vuelos chárter [internacionales] para dar servicio a la costa nacional”, dice Tatyana Petrova, director general de Turomania.

Sin embargo, aquí es donde terminan las ventajas financieras. Y es que los hoteles son al menos un 40% más caros en comparación con el año pasado. Simplemente no hay suficientes plazas. Las reservas ya se han agotado hasta octubre.

“La situación más impactante se observa en Crimea. Las playas están superpobladas, todos los grandes hoteles están llenos. Los propios propietarios confiesan que venden más habitaciones de las que su capacidad les permite [en la remota posibilidad de que algunos huéspedes no puedan llegar]. Como resultados, el servicio se resiente. El famoso hotel Intourist de Yalta solía ser considerado entre los mejores antes de la pandemia. Este verano, su calificación ha caído en varios puntos. La gente se queja de que los restaurantes del hotel están abarrotados, o de las largas horas de espera para el desayuno, así como de la ausencia de una limpieza adecuada. Todo porque las capacidades [del hotel] fueron ampliamente sobreestimadas, y el personal simplemente no puede cumplir con las expectativas”, dice la fundadora de Darshan Travel Polina Gerber.

Un reciente comentario online lo confirma: “Todos los días, hay una guerra en la recepción. Los huéspedes enojados regresan de la playa, y sus habitaciones no han sido limpiadas. No hemos conseguido una [habitación] limpia durante varios días. Mi esposa se las arregló para convencerlos de que nos cambien las sábanas y las toallas a medianoche”.

Servicio sin compromiso

Los servicios de taxi, la limpieza de la playa y los precios de la comida tampoco son una excepción. “Estábamos en Novi Svet, atravesamos el camino de Golitsyn, subimos al Monte Ai-Petri, y todo ha sido hermoso. Esa es una de las razones por las que quieres volver a Crimea una y otra vez. Pero nosotros, en cambio, recordamos nuestro viaje a Crimea por la rudeza que experimentamos. Un conductor nos dijo que el único problema del servicio en Crimea es que no existe. Y es la verdad”, confirma Victoria Riábikova de Russia Beyond.

“Nuestros problemas comenzaron en el momento en que salimos del aeropuerto e intentamos pedir un taxi. Apenas hay coches. Y también son muy groseros. Tuvimos que regatear durante una hora y media antes de que alguien accediera a llevarnos de Yalta a Alupka. Y el pago es solo en efectivo”, añade Victoria. Sin embargo, el mayor problema, según ella, es el precio de la comida: “Los restaurantes están sirviendo la comida a precios de Moscú, mientras que los platos se han reducido a porciones inaceptables. La mitad del menú no está disponible ya que los restaurantes a menudo carecen de los ingredientes necesarios”.

Y así no te puedes asegurar unas vacaciones tan necesarias en los centros turísticos de verano rusos.

Desprecio por las normas de seguridad

Según Serguéi Aksiónov, jefe de la República de Crimea, de todos los problemas que surgen con las precauciones de seguridad contra el coronavirus, los mayores tienen que ver con la observación del distanciamiento social. “No sé cómo obligar a las autoridades de gestión y sanidad a supervisar el cumplimiento del distanciamiento social, aparte de mantenerlas informadas”, declaró Aksiónov.

Sin embargo, muchos turistas informan de un total desprecio por las medidas de seguridad. “Visité todas estas áreas en este período, y ahora estoy en Krásnaia Polyana. El 99% de la gente no lleva mascarilla, a las tiendas tampoco les importa dejar entrar a la gente de esta manera, nadie está reprendiendo a nadie. Los centros comerciales están llenos de gente, los restaurantes no hacen nada para sentar a la gente a las distancias recomendadas. Muchos de ellos ni siquiera están desinfectando las mesas. Cuando se pide un gel antiséptico, se corre el riesgo de ser ignorado”, dice Gerber.

Tatiana Petrova explica que los clubes tampoco tienen reparos en reunir grandes multitudes en sus pistas de baile, mientras que las playas revelan una imagen similar: “Mientras tanto, el dueño de un hotel, que es un conocido nuestro, dice que no forzará a su personal a usar mascarilla cuando hace 35ºC”.

Según los agentes de viaje, otros destinos como Altái, Baikal, Carelia y otros lugares menos calientes han seguido mejor las medidas de seguridad. Los hoteles de las regiones montañosas también funcionan a plena capacidad, con todo reservado para varios meses. “Pero el servicio se mantiene a un nivel superior, no tienen tanta congestión, ya que son vacaciones activas, con mayor dispersión de las multitudes. Uno podría reservar un viaje a Altái en cualquier momento, aunque tendrá que hacerlo en hoteles menos lujosos de lo que se desea, y a un precio más alto. O simplemente reservar un alojamiento privado”, concluye Gerber.

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