Tras una serie de cruentas tragedias que han sacudido a la opinión pública rusa, como el asesinato de una niña de nueve años en Sarátov en octubre o el atroz crimen cometido por el historiador Oleg Sokolov en San Petersburgo a principios de noviembre, el debate sobre la pena de muerte ha vuelto a cobrar impulso en Rusia, donde existe una moratoria de la pena capital desde 1997.
Una reciente encuesta del Centro Ruso para la Investigación de la Opinión Pública (VTsIOM), revela que el 69% de los ciudadanos considera que la pena capital es admisible. Una tasa elevada, aunque inferior a la de 2001, cuando era del 80%. En 2015, lo apoyaba el 60%. Aunque hay que señalar que el número de personas que se opone también está aumentando, pasando del 16% al 21%, entre 2001 y 2019.
Aunque, al preguntar si apoyarían la restitución de la pena de muerte en Rusia, solo el 52% se mostró a favor, frente al 63% en 2006. El 30% opta por la continuación de la moratoria (23% en 2006) y el 8% apoya una abolición total y definitiva de esta práctica (4% en 2006).
En cuanto a los actos que merecen ser castigados con la pena capital, los rusos sitúan en primer lugar los delitos sexuales contra menores (68%), el asesinato (57%), el terrorismo (53%), la violación (52%), el narcotráfico (28%), la traición al Estado (17%) y la corrupción (14%).
En cuanto a los argumentos de los contrarios a la pena de muerte, el principal es el riesgo de errores judiciales. También el hecho de que la cadena perpetua es una pena más severa. Otro argumento es que nadie tiene derecho a quitar la vida a otra persona, que es una pena inhumana y que es probable que se arrepientan.
Rusia introdujo la moratoria sobre el uso de la pena de muerte tras su integración en el Consejo de Europa en 1996 y la firma del Convenio Europeo de Derechos Humanos el 16 de abril de 1997.
Esta encuesta se realizó a finales de octubre entre 1.500 ciudadanos adultos residentes en todo el país.
La pena de muerte en Rusia: más de 20 años sin ninguna ejecución