Las dificultades para salir del armario en Rusia

Irina Baránova
Los valores patriarcales y la homofobia hacen que no sea tan fácil como en otros países hablar abiertamente de la orientación sexual.

Según un informe de 2017 realizado por el Levada Center, el 35% de los rusos considera que su actitud hacia los homosexuales es “muy mala”. Además, un 20% dice que es “sospechosa”. Esto no significa que la homofobia esté arraigada en todos los rusos, y hay una multitud de ellos que tratan a los miembros de la comunidad LGBT con respeto. Sin embargo, la homofobia existe y sigue causando muchos problemas en el país.

Las raíces de la homofobia se remontan a la historia. Entre 1934 y 1993 la homosexualidad masculina estaba considerada un crimen en la Unión Soviética y se castigada con hasta cinco años de prisión. En la actualidad la homosexualidad en sí misma no es un delito, aunque existe una ley, adoptada en 2013, que prohíbe la “propaganda de relaciones sexuales no tradicionales” entre menores. Las autoridades dicen que no hay nada discriminatorio en la ley y que el Gobierno no tiene ningún problema con la homosexualidad. Aunque esto no impide que haya agresiones homófobas.

Alto riesgo

“Hubo situaciones en las que me atacaron y golpearon [por mi orientación]. Tanto en las calles, como en los pasillos”, dice Evgueni Glébov, de la ciudad de Irkutsk (a 5.000 km al este de Moscú). Está lejos de ser el único. Entre 2010 y 2016 se cometieron al menos 267 crímenes de odio (incluyendo asesinatos, palizas y robos) contra personas LGBT en toda Rusia. Hablamos solamente de los casos en los que los tribunales hicieron hincapié específicamente en la orientación sexual de las víctimas, cosa que no siempre hacen.

Activista LGBT durante una protesta contra el odio y la intolerancia protagonizada solamente por ella, San Petersburgo.

Además de los actos violentos, las personas LGBT a menudo se encuentran con la intolerancia, incluso en sus propias familias. Según la psicóloga Ekaterina Petrova, que llevó a cabo una investigación sobre cómo salían del armario los adultos ante sus padres, la primera reacción del 55% de los padres en Rusia es negativa. “Al principio muchos padres no toman en serio la orientación no heterosexual de sus hijos, consideran su sexualidad como ‘una fase’ o una rebelión”, escribe Petrova.

Sin embargo, a pesar de todos los riesgos, muchas personas LGBT en Rusia prefieren salir del armario y ser abiertas sobre su orientación sexual.

Estereotipos heredados

Generalmente las personas empiezan a ser conscientes de su sexualidad a partir de los 10-13 años de edad. Es entonces cuando comienzan los problemas para la gente LGBT en Rusia. “Nadie me ha dicho nunca que es malo, pero los niños ya saben que ‘gay’ es algo que uno no debería ser, por los rumores, los chistes, los comentarios en la televisión”, explica el psicólogo Kiril Fiódorov, hablando con Russia Beyond.

Activistas LGBT durante una manifestación contra la discriminación en San Petersburgo, el 17 de abril de 2019.

Kiril es abiertamente gay. Salió del armario y recuerda que no fue fácil. “Tenía relaciones muy estrechas con mi madre, pero sentía que tan pronto como le dijera que soy gay, nuestro amor se acabaría, que pondría fin a mi vida”, recuerda. Durante años se tranquilizó pensando que su homosexualidad era una fase que acabaría pasando. “Conocí gente, tuve mis primeras relaciones, mi primera experiencia sexual... Fue hasta los 17-19 años y luego entendí: mis años de adolescencia han terminado, pero mi homosexualidad no se ha ido a ninguna parte”, recuerda.

Viviendo en las sombras

Los psicólogos comparan a los homosexuales con los que viven en un volcán, donde la erupción volcánica es el miedo a ser “descubiertos”. Aunque Kiril había aceptado que su orientación no cambiaría, no podía decírselo a ninguno de sus amigos y mucho menos a sus padres.

“Es una situación muy neurótica, sientes ansiedad instantáneamente”, dice Kirill. “La gente gay que esconde su vida personal tiene que mentir respondiendo a preguntas interminables como, ‘Oye, ¿por qué sigues soltero, por qué no sales con alguien?’”. Fiódorov tuvo que inventarse una relación con una mujer mucho mayor que él que quería mantener su aventura en secreto.

Olga Baránova (a la derecha), directora del primer albergue de Rusia para personas LGBT, el 10 de noviembre de 2017.

Es una manera incómoda de vivir y por eso muchas personas, tras superar los miedos y las dudas, salen del armario. Otro ruso abiertamente gay, el periodista Renat Davletguildéiev, explica: “No hay nada que te libere tan poderosamente como salir, con total honestidad y ante el público. Dices abiertamente que no hay nada malo en ser gay y que ya no tienes que mentir”.

Primero los amigos, luego la familia

Según Kiril, muchas personas LGBT empiezan a hablar con sus amigos. Les dicen la verdad en una conservación cara a cara y observan sus reacciones. Así lo hizo él: “Tuve la suerte de recibir mucho apoyo, todo el mundo decía: ‘Está bien, todo el mundo tiene sus propios gustos y preferencias”.

Después viene la parte más difícil; decírselo a los padres. En Rusia, enfrentarse al hecho de que un hijo no sea heterosexual es especialmente estresante para los padres, cree Ekaterina Petrova. Muchos ancianos en Rusia todavía recuerdan las leyes antihomosexuales de la URSS. Si a esto se le añade la actitud homófoba contemporánea y una noción errónea generalizada que cree que es una cuestión de elección, se consigue que los padres vean la homosexualidad de sus hijos como una tragedia, como su fracaso.

No todo el mundo está dispuesto a aceptar estas noticias. Por ejemplo, Pável Vardashvili dijo en una entrevista con la revista Afisha que su madre le ofreció una terapia de electrochoque cuando se enteró de que era gay.

En busca de comprensión

Otros padres son más tolerantes. Renat dice que nunca tuvo que ocultar su orientación sexual a su familia o amigos. Kiril también habló sin problemas con sus padres, aunque esperaba encontrarse con dificultades.

“Siempre es más complicado con los padres porque tienen puntos de vista patriarcales sobre la hombría, lo que debe hacer y lo que no debe hacer un hombre ‘de verdad’, etc.”, explica Fiódorov. “Esperaba agresividad, pero simplemente dijo que aunque es difícil para él lidiar con este aspecto de mi vida, yo siempre seré su hijo, que me ama y siempre estará de mi lado”.

Activistas durante la manifestación del Orgullo Gay en San Petersburgo, el 12 agosto de 2017.

Sin embargo, los psicólogos sugieren que quienes vayan a salir del armario deben estar preparados para el peor de los casos, solo para estar seguros. Hay que asegurarse de que no habrá violencia física y saber dónde pueden pasar la noche en caso de que la conversación salga mal.

Últimos pasos para la liberación

Después de que las personas LGBT se abren ante sus seres queridos, se da el último paso: anunciar públicamente la orientación sexual y esperar que sea bien recibida. Por supuesto, es difícil garantizar los resultados.

“El 11 de octubre de 2011, el día para salir del armario, publiqué un mensaje en mi página de Facebook declarando que soy gay. Era estudiante y al día siguiente sentí que todo el mundo hablaba de mí en la universidad. Algunas personas lo discutían a mis espaldas, otras me apoyaban y un par de personas dejaron de comunicarse conmigo. En general no hubo agresiones”, dice Kiril, aparte de los mensajes online de homófobos que le enviaban amenazas de muerte. Todavía los recibe de vez en cuando, pero por lo general ya no le importan.

Renat no ha escondido su orientación desde que lo supo pero su anuncio público fue en un artículo especial en la revista Afisha en 2012, dedicado a la vida de los homosexuales en Rusia. “Sentí que era lo correcto, ya que soy periodista y tal vez mis palabras puedan influir en alguien”, dice.

Concluye que todos los que salen del armario hablan de esa manera: “De hecho, ¿qué significa salir del armario? Decirle un ‘secreto’ a alguien... ¿y por qué debería ser un secreto? Sí, soy gay y es normal. Es como decir que tienes el pelo negro. Un gay, un marica, un maricón, llámame como quieras, pero es normal. No hay nada que ocultar o de lo que avergonzarse”.

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