Antiguamente, se hacían zapatos de líber. Para que duraran más, se les pegaban suelas de cuero. El material tenía que ser resistente, de lo contrario quedaban rápidamente destrozados. De media, durante una estación cálida estos zapatos duraban cuatro días. Por supuesto, si el cuero fue de mala calidad no valía para la suela de los zapatos.
Por eso empezaron a decir "no vale ni para la suela de los zapatos" cuando querían llamar la atención sobre las malas cualidades de algo.
En el relato de Chéjov Flores tardías, la protagonista se enamora del médico que la trató a ella y a su hermano: "Lo miró y comparó su rostro con esos rostros que tiene que ver todos los días. ¡Qué diferentes de este rostro erudito y cansado eran los rostros borrachos y estúpidos de sus admiradores, los amigos de Yegórushka, que a diario la aburrían con sus visitas! Los rostros de los fumadores y vagos, de quienes ella, Marusia, nunca había oído una sola palabra amable y decente, no valían ni para la suela de los zapatos de este rostro frío, impasible, pero inteligente y altivo".
También se puede decir: "no vale para nada".
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