El título del libro está inspirado en una frase escrita en las pancartas de las manifestaciones contra los regímenes burocrático–autoritarios que tuvieron lugar en Europa central en 1989.
“En mi opinión, la Unión Soviética y todos aquellos que se decían marxistas, lamentablemente arruinaron en toda Europa central y oriental los ideales del socialismo y el comunismo que, creo, son grandes paradigmas de la humanidad”, opina Tomás Várnagy a RBTH.
Tomás Várnagy. Fuente: facebook.com/tomas.varnagy
“Lo que digo, exagerando un poco es… ¿por qué cayó el muro de Berlín y se desplomó la Unión Soviética? ¿Fue por la política de Reagan? ¿Fue por la política del Papa polaco? ¿Fue por los muyahidines de Afganistán? ¿Fue por el desastre provocado por Gorbachov? No, fue por los chistes”, dice riendo.
Según él los chistes reflejaban el malestar de la gente y pudo ser una forma de protesta. Es una forma de darle la vuelta al mundo, de ponerlo patas arriba. “En el libro expongo mi postura en contra del capitalismo salvaje y depredador, en contra de la política exterior de los EE UU. No me gustan los extremos”, señala el autor.
Destaca que los chistes políticos soviéticos iban en contra de la totalidad del sistema. Cree que no hubo ninguna otra sociedad donde hubiese tantos chistes, ni siquiera en contra de los nazis u otras dictaduras. Agrega que después de la caída de la URSS se terminaron los chistes políticos, que ya no eran en contra del sistema sino en contra de personas.“En EE UU los chistes tampoco van en contra del sistema en general sino, por ejemplo, en contra de la personalidad de Bill Clinton considerado un adicto sexual, o de George W. Bush, que parece un poco tonto, o de Richard Nixon que fue un estafador”.
“En el caso de la URSS hay varias teorías: algunos dicen que los enviaba la CIA para desprestigiar, otros dicen que los inventaba la KGB para que sirvieran como válvula de escape. En realidad los chistes surgían de la gente”, afirma Tomás Várnagy.
Todas las sociedades de Europa central y oriental han tenido una profunda influencia judía. “Los judíos se caracterizan porque se ríen de sí mismos, son muy autocríticos y esa influencia se nota en los rusos, en los húngaros, en los polacos. También hay influencia de los georgianos y los armenios”.
En diciembre pasado la revista satírica francesa Charlie Hebdo se burló de la caída del avión militar ruso que viajaba a Siria y que dejó un saldo de 92 muertos, entre ellos integrantes del conjunto de Canto y Danza Alexándrov del Ejército Ruso. El dibujo mostraba el avión cayendo y a un solista del conjunto cantando "A-a-a-a-a-a", acompañado de la leyenda: "El repertorio del coro del Ejército Rojo se amplía".
Para Tomás Várnagy, los chistes como éste u otros de índole racista o antisemita son perversos y de muy mal gusto, pero no cree en los límites ya que cada uno debería ponérselos a sí mismo.
“Los chistes políticos han sido un fenómeno muy fuerte en Argentina desde el siglo XIX y ya desde aquella época tuvimos revistas como El Mosquito, Caras y Caretas, El Quijote, Humor y muchas otras. Esas publicaciones tenían una altísima calidad, similar a Punch de Inglaterra o la revista satírica francesa Le Charivari. El humor político fue y sigue siendo muy importante”, dice Tomás Várnagy.
No duda de que se puede estudiar la historia a través de los chistes. En realidad Várgany ya está trabajando en un proyecto que cuenta la historia argentina a través de las caricaturas políticas.
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