Iván Ivánovich o el peculiar mundo del patronímico ruso. Te enseñamos cómo usarlo bien

Captura de pantalla de la película ´Por qué discutieron Iván Ivánovich e Iván Nikíforich´
Los hispanohablantes no hacemos uso del patronímico así que esta habitual costumbre rusa puede resultarnos algo confusa. ¿Cuándo, cómo, con quién usarlo? Para evitar cualquier problema te recomendamos leer nuestra guía

El uso del patronímico cambia según el país, aunque no se utiliza en ningún país hispanohablante. Su uso se eliminó en el Concilio de Trento, a finales del siglo XVI. Aunque en realidad los apellidos terminados en “-ez”, “-oz”, “-iz” y hasta “-az” significan “hijo de”. Así, en origen, Fernández sería “hijo de Fernando” y Sánchez, “hijo de Sancho”.

Es curioso el caso de Islandia. En esta isla del Atlántico la gente carece de apellido y solamente se utiliza el patronímico. Por ejemplo, la cantante Björk se llama oficialmente Björk Guðmundsdóttir, que quiere decir, “la hija de Guðmund”. Como vemos, el uso del patronímico cambia según la cultura. ¿Qué ocurre en Rusia?

Hola, Iván Ivánovich

La gran mayoría de los rusos tiene patronímico (“ótchestvo” en ruso, que deriva de la palabra “otéts”, padre) y aparece como segundo nombre en el pasaporte y los documentos oficiales. Son raros los casos en los que una persona carece de patronímico, y suele mostrar que alguien es de origen extranjero.

El patronímico se suele formar con las terminaciones “-óvich”, “-évich”, para los hombres, y “-ievna”, “-ovna”, o “-ichna”, para las mujeres. Depende del nombre a partir del cual se forman. Por ejemplo, si alguien llamado Piotr tiene una hija llamada Ekaterina y un hijo llamado Iván, serán Ekaterina Petrovna e Iván Petróvich. En caso de que su padre se llamara Iliá sus nombres serían Ekaterina Ilínichna (sí, es uno de los difíciles) e Iván Ilich.

Cuestión de educación

En contextos oficiales es habitual que la gente se llame por su nombre y patronímico. Está considerado como algo de buena educación y si quieres mostrar respeto a alguien durante una conversación formal es mejor hacer uso del patronímico (en caso de que lo sepas, obviamente). Donde mejor suele funcionar es con las personas mayores, ya que se espera que los más jóvenes utilicen con ellas el patronímico.

Digamos que estás en una clínica y una doctora mayor y malhumorada te regaña por no haber rellenado bien las hojas de una solicitud. Si lleva una tarjeta identificativa con su nombre y puedes leerlo, a la hora de llamarla hazlo incluyendo el patronímico (Daria Serguéievna, por ejemplo). Si lo haces seguro que se derrite, sobre todo si eres un extranjero que está aprendiendo ruso.

Querido Leonid Ílich...

El patronímico tiene unas raíces profundas en la cultura rusa. Si hablamos de literatura, casi todos los personajes de las novelas de Tolstói y Dostoievski, así como los de otros grandes autores del siglo XIX, se hablan entre sí utilizando el patronímico porque son gente noble e inteligente. Nikolái Gógol, por ejemplo, escribió el relato Por qué discutieron Iván Ivánovich e Iván Nikíforich, que es incluso demasiado para unos oídos acostumbrados al ruso. Se trata de una historia irónica en la que dos amigos se convierten en enemigos acérrimos debido a una nimiedad.

También es importante no usar demasiado el patronímico, y es que si se abusa puede sonar sarcástico. En la época soviética la gente estaba aburrida de tener que mencionar de manera servil a los líderes del Partido: Vladímir Ilich (Lenin), Iósif Vissariónovich (Stalin) y Leonid Ilich (Brézhnev). De mando que llamar a Brézhnev, “Nuestro estimado Leonid Ilich...”, era una manera de hacer burla de los líderes, como se ve en muchos chistes. 

Leonid Ilich Brézhnev.

A la hora de hablar con amigos

Paradójicamente el uso formal del patronímico tiene su otro lado. Si se utiliza entre amigos, en ocasiones de una forma más corta, se convierten casi en un apodo. Digamos que el ya mencionado Iván Petróvich está relajándose con su colega Andréi Serguéievich en un bar. Después de un par de cervezas quizá comiencen a llamarse entre sí “Petróvich” y “Serguéich” mientras se quejan del trabajo y del tiempo. Está claro que esta no es una situación formal.

Este uso suele ser más habitual entre los hombres y las mujeres rara vez se llaman entre sí por el patronímico, incluso aunque tengan una relación muy cercana. Entre las mujeres se suele asociar más con unas bábushkas sentadas en un banco y que es probable que se digan “Petrovna” o “Andréievna”.

Quizá lo más importante sobre el patronímico es que los rusos saben que los extranjeros no están acostumbrados a utilizarlo de la misma manera. Así que no pasa nada si se omite.

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