Vladímir Lenin fue una figura llena de contradicciones. Aunque su padre llegó a convertirse en una especie de aristócrata, él se volvió contra la nobleza; aunque fuera un ateo se casó con Nadiezhda Krúpskaia por la iglesia y aunque era un asceta capaz de vivir en condiciones espartanas nunca rechazó los placeres culinarios.
Cuando era niño a Lenin le gustaba la comida sencilla pero bien preparada. Algunos platos tradicionales como el schi (sopa de col) y el pan negro eran considerados como poco sofisticados y apenas se servían. Durante su exilio en Siberia entre 1898 y 1900 disfrutó de los productos locales: verduras, productos lácteos, cordero y ternera así como de las bayas y las setas.
Cuando estuvo en el exilio en el extranjero también le gustaba la comida sana y sabrosa: carne y pescados frescos, verduras, setas y bayas así como pepinillos y miel.
Lenin no era ni un abstemio ni un gran bebedor, aunque le gustaba el vino caliente, tan habitual en Europa Central, y el ponche. También se sabe que apreciaba la buena cerveza, la bávara cuando estaba en el extranjero y la Zhigulióvskoie en Rusia, con algún acompañante como trucha.
Después de la Revolución los bolcheviques estaban poco y mal alimentados. Hasta entrados los años 20 no pudo volver a sus hábitos anteriores. Mientras el país se enfrentaba a una posible hambruna creó un suministro de alimentos especial para funcionarios del Partido: salchichas, ahumados, caviar, café, dulces y los mejores vinos y cognacs.
Hay que recordar que la mujer de Lenin, Nadezhda Krúpskaia, se enorgullecía de su total falta de talento para la cocina y que la familia tenía un cocinero propio. Mientras los platos que comían solían cambiar según la circunstancias, había algunos que no podían faltar para el revolucionario. La sopa de leche con bolitas de masa.
Uno de los platos favoritos de Lenin es fácil de preparar y apenas se necesitan ingredientes. No está claro donde la probó por primera vez pero su preferencia por este plato alemán podría estar en su origen familiar: su madre era descendiente de protestantes alemanes y llevó las tradiciones gastronómicas de este país a su casa. Al padre de Lenin, que había nacido siendo siervo, también le encantaba la comida sencilla.
Quizá la tomó por primera vez en Suiza, donde vivió desde 1908 hasta 1912. Durante su estancia en este país, Lenin y Krúpskaia pasaron seis semanas en un retiro y llevaron a cabo un tratamiento basado en una dieta de leche. Los pacientes solo podían tomar productos lácteos y la sopa de leche era un plato habitual.
Ingredientes para la sopa
10 vasos de leche
Sal, azúcar- al gusto
Ingredientes para las bolitas de masa:
5 huevos
1 cucharada de harina
Preparación
1. Cascar los huevos. Separar las yemas y las claras. Batir las claras a putno de nieve.
2. Mezclar con cuidado la clara con las yemas y después revolver con la harina.
3. Hervir la leche.
4. Verter la masa de huevo y harina a la leche hirviendo y cubrir. Dejar a fuego lento durante 5-7 minutos.
5. La masa debería subir a la superficie. Subir el fuego y volver a cubrir la sopa. Posteriormente dejar hirviendo a fuego lento durante 10 minutos.
6. Retirar la masa de la leche y partirla en pequeños trozos.
7. Echar la leche sobrante a la cazuela donde está hiriviendo el resto de la leche. Echar las bolitas de masa en la leche y subir el fuego hasta que hierva. Añadir sal y azucar. Servir caliente.
Todos los derechos reservados por Rossíiskaia Gazeta.
Suscríbete
a nuestro boletín
Reciba en su buzón el boletín informativo con los mejores artículos sobre Rusia: