Este sacerdote encarcelado impulsó la literatura rusa en el siglo XVII

Kira Lisítskaia (Foto: Dominio público)
‘La vida escrita por él mismo’, del arcipreste Avvakum, no es la obra más famosa de la literatura rusa. Pero esta autobiografía única encontró el favor y el interés de Tolstói, Dostoievski y otros grandes autores rusos.

Corre el año 1654. La peste hace estragos en Rusia; además, ese mismo año se produce un eclipse total de sol. El devoto sacerdote Avvakum percibe estos hechos como la ira de Dios por las reformas eclesiásticas del patriarca Nikon, a quien considera un apóstata. Avvakum predica contra las reformas y se convierte en uno de los líderes del Cisma (Raskol, en ruso), la escisión de la Iglesia ortodoxa rusa y del movimiento de los viejos creyentes. Lo meten en la cárcel, desde donde empieza a poner en negro sobre blanco su historia...

¿Quién era Avvakum?

Icono de San Avvakum de finales del siglo XVII - principios del XVIII

El futuro autor literario Avvakum Petrov nació en una aldea de la región de Nizhni Nóvgorod en el seno de la familia de un sacerdote. En su libro escribe que a los 21 años se convirtió en sacerdote auxiliar (diácono) y, a los 31, había “ascendido” a arcipreste (protopapa), que era un rango bastante elevado en la Iglesia ortodoxa rusa. Incluso el zar Alejo I de Rusia le conocía y respetaba.

Avvakum luchaba activamente contra la injusticia y defendía a quienes necesitaban protección. Por ello, a menudo acababa metido en problemas, cruzándose en el camino de personas influyentes. Una vez se negó a dar su bendición al hijo de un noble boyardo, y en otra ocasión rescató a una niña huérfana de las atenciones de un “alto funcionario” local. Avvakum fue castigado y golpeado, y un día incluso atacaron su casa.

Huyó de sus perseguidores a Moscú, donde acababa de comenzar una reforma eclesiástica. El patriarca Nikon acababa de introducir una serie de cambios en las prácticas eclesiásticas, incluida la prescripción de que los cristianos ortodoxos hicieran la señal de la cruz con tres dedos, no con dos. Avvakum reaccionó a los cambios con angustia y vio con horror cómo Nikon promulgaba por la fuerza las nuevas normas y castigaba severamente a los que desobedecían. Estos últimos fueron encarcelados y a algunos monjes especialmente devotos les cortaron los dedos y la lengua.

Escena del arresto de la vieja creyente Boyárina Morózova retratada por Vasili Súrikov, 1887.

Por negarse a usar tres dedos al persignarse y predicar contra las reformas, Avvakum fue desterrado a Siberia durante varios años. Posteriormente, se le permitió regresar a Moscú con la esperanza de que aceptara las reformas. El zar en persona fue verle a persuadirle, pero Avvakum se mantuvo inflexible. Se abandonaron los intentos de que aceptara las reformas y fue encarcelado, desde donde empezó a contar su historia.

Piotr Miasoiédov. 'La quema del protopope Avvakum', 1897.

Mientras estaba en prisión, Avvakum siguió predicando, por lo que él y sus compañeros fueron sentenciados a muerte: Fueron quemados vivos en 1682.

Vida de un santo escrita por él mismo

La literatura rusa antigua hunde sus raíces en el género de la “vida” (vita) biográfica. La descripción de la vida de un santo era recopilada tras su muerte por cronistas monásticos, siguiendo reglas precisas establecidas por la Iglesia. En ella se narraba la piedad con la que había vivido el santo y los milagros que había realizado. Vida del protopope Avvakum, escrita por él mismo es diferente aunque sólo sea porque fue escrita en vida y por el propio sujeto de la biografía. Al mismo tiempo, el texto está salpicado de nombres reales, lugares y descripciones detalladas. Avvakum también menciona milagros: al final, enumera las veces que había curado a personas y las había liberado de demonios.

Serguéi Milorádovich. 'Avvakum en Siberia', 1898.

Otro rasgo innovador del relato de Avvakum es que escribe mucho sobre sus propios sentimientos, pensamientos pecaminosos, tormentos mentales y dudas. Por ejemplo, describe cómo una joven acudió a él y le confesó su conducta sexual pecaminosa, y cómo esto encendió en él una chispa lasciva (“Yo mismo acabé sufriendo, ardiendo interiormente con un fuego lascivo”). Naturalmente, lo superó. Mucho más tarde, Lev Tolstói describió tormentos mentales similares en sus diarios y también en su prosa. Por ejemplo, La sonata a Kreutzer.

La Vida de Avvakum es también una polémica. El arcipreste expone sus puntos de vista sobre los más diversos aspectos de la fe y la vida; debate con otros sacerdotes y expone argumentos contra Nikon en defensa de las “viejas” creencias.

El primer autor atrevido de la literatura rusa

En su Historia de la literatura rusa publicada en inglés a principios del siglo XX, Dmitri Sviatopolk-Mirski escribe que Avvakum no sólo figura entre los principales escritores rusos, sino que nadie le ha superado desde entonces “en el hábil dominio de todos los medios expresivos del lenguaje cotidiano para conseguir los efectos literarios más llamativos”.

La opinión generalizada es que la lengua literaria rusa que seguimos utilizando en el habla y en la escritura fue creada por Alexánder Pushkin. Antes de él, en la literatura se empleaba un “estilo elevado”: palabras y frases que no se encontraban en el lenguaje hablado. Avvakum, sin embargo, fue el primero en utilizar el lenguaje coloquial en los textos escritos.

Protopope Avvakum. Reproducción del icono de la Catedral de Pokrov en el Cementerio de viejos creyentes de Rogózhskoie'.

El arcipreste comienza su relato disculpándose por su intención de expresarse con la mayor sencillez: “Amo mi lengua materna, el ruso, y no soy propenso a adornar mi discurso con versos filosóficos”. Incluso combina el habla vulgar con cavilaciones sobre la fe y referencias a Cristo. He aquí, por ejemplo, cómo Avvakum describe a un guardia mentalmente desequilibrado que entra en su celda: “Le corté el pelo, le lavé y le cambié de ropa; las pulgas no dejaban de aparecer. Estaba encerrado con él, los dos vivíamos juntos, y el tercero presente con nosotros era Cristo y la inmaculadísima Madre de Dios”. Y en la frase siguiente dice que el guardia se ensuciaba.

El arcipreste también es capaz de expresarse de forma elevada, sobre todo cuando escribe sobre personas que han sufrido por su fe. En su descripción de la miseria humana, como el hambre y los trabajos forzados de los convictos, se vuelve totalmente poético. “El río era poco profundo, las balsas pesadas, los guardias despiadados, los garrotes grandes, los palos nudosos, los nudillos cortantes, las torturas salvajes, el fuego y el potro: la gente se moría de hambre”.

El primer escritor ruso

El manuscrito de Avvakum.

Su libro fue prohibido y circuló sólo entre los viejos creyentes en copias manuscritas. Su primera aparición impresa no se produjo hasta 1861. Notablemente, esto ocurrió cuando Dostoievski estaba escribiendo sus Notas de la casa de los muertos.

Muchos consideraban que Avvakum era tosco y poco refinado, pero todos admiraban su lenguaje. “Ahí está, el habla viva moscovita”, escribió Iván Turguénev. Lev Tolstói leyó extractos de la Vida a su familia, elogió al disidente Avvakum y lo calificó de “excelente estilista”. Fiódor Dostoievski también lo valoró muy positivamente. En su Diario de un escritor, afirma que su lenguaje es “indudablemente multiforme, rico, polifacético y abarcador”, y que sería imposible traducir la obra de Avvakum a cualquier lengua extranjera: “resultaría un galimatías”.

A pesar de la insistencia de Dostoievski, la Vida ha sido traducida al inglés varias veces. La última traducción, de Kenneth Brostrom, apareció en la colección Russian Library en verano de 2021 de Columbia University Press.

'Vida del protopope Avvakum, escrita por él mismo'.

Los editores la describen como una de las obras más importantes de la literatura rusa porque su “ruso coloquial, su lenguaje y su estilo sirvieron de modelo a escritores como Tolstói, Dostoievski y Gorki”. Este último, cuyos protagonistas parecen haber salido de las páginas de la Vida de Avvakum, consideraba al clérigo cismático como el primer revolucionario ruso. “Tanto el lenguaje como el estilo de las cartas del arcipreste Avvakum y de su Vida siguen siendo un ejemplo insuperable del discurso ardiente y apasionado de un luchador”.

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