Un museo ubicado en el lugar de la ejecución en tiempo de guerra de una partisana soviética ha demostrado ser poco convencional y quizás demasiado “sofisticado”, causando incluso alguna controversia.
Algunos medios de comunicación y blogueros han descrito el ‘complejo conmemorativo de guerra Zoya’, situado en el pueblo de Petríshchevo, cerca de Moscú, como el museo “más bello”: un edificio minimalista, blanco como la nieve, que apareció en este lugar en mayo de 2020, en el lugar donde el joven partisana Zoya Kosmodemiánskaia fue ejecutada y posteriormente proclamada mártir por las autoridades soviéticas. El enorme edificio del moderno museo se encuentra entre casas de pueblo de medio siglo de antigüedad. Ni siquiera tenían gas hasta hace poco, y la aldea sólo se conectó a la red este año. En el corto período de tiempo transcurrido desde su construcción, el edificio (que tiene un aspecto muy diferente al de un típico museo patriótico de Rusia) se ha hecho popular en las redes sociales, pero también se ha visto envuelto en alguna polémica.
¿Quién era Zoya?
Durante la Segunda Guerra Mundial, el Ejército Rojo Soviético contó activamente no sólo con hombres, sino también con mujeres y niños. Decenas de miles de menores de edad se unieron a las filas de la resistencia, las llamadas unidades de inteligencia y sabotaje.
Los comandantes no ocultaban el hecho de que el 95% de los miembros de esos grupos partisanos estaban esencialmente destinados a morir y advirtieron a los reclutas sobre ello durante su entrenamiento. A los que no estaban preparados para morir de forma horrenda si eran capturados en caso de que una operación saliera mal, se les pedía que abandonaran su unidad. Zoya, de dieciocho años, perteneciente a una familia de maestros de escuela soviéticos, fue una de los que, en noviembre de 1941, decidió permanecer en su destacamento.
Después de volar con éxito una carretera, un grupo de jóvenes, incluyendo a Zoya, fue trasladado a una zona cerca de Moscú en la que recibieron una nueva misión de combate: incendiar 10 pueblos. El plazo de ejecución era de cinco a siete días. La orden de crear equipos de incendiarios había sido firmada por Iósif Stalin, argumentando que era necesario privar al ejército alemán de la oportunidad alojarse en viviendas cálidas en los pueblos y ciudades ocupados y, en su lugar, hacer que se congelaran a la intemperie.
El grupo logró incendiar varios edificios en la aldea de Petrishchevo, pero cuando intentaban incendiar otro edificio, Zoya fue capturada. Según los relatos de testigos, los alemanes la desnudaron y la azotaron con cinturones, y luego la hicieron desfilar por la calle con temperaturas bajo cero mientras vestía solo su ropa interior. Los pies de Zoya se congelaron y fue mantenida en este estado en una casa del pueblo hasta la mañana siguiente, cuando fue colgada con una tabla alrededor del cuello con la inscripción (escrita en ruso y alemán) “Incendiaria de casas”. Su cuerpo fue dejado colgado en la horca durante otro mes. En diciembre, unos soldados alemanes borrachos la despojaron de la ropa que le quedaba y le cortaron uno de sus pechos. Sólo entonces se permitió enterrar a Zoya fuera del pueblo.
Esto es lo que se sabe con certeza de la historia de Zoya Kosmodemianskaia. Fue el corresponsal de guerra Piotr Lidov quien divulgó su historia de su heroísmo y muerte al público en general. Habló con testigos oculares y, en 1942, escribió un artículo sobre ella para el periódico Pravda. En el centro del artículo había una fotografía del cuerpo exhumado de la chica. Del texto, que citaba a una anciana campesina, se desprendía que antes de morir, Zoya había dado un discurso sobre la resistencia del pueblo soviético y su inevitable victoria: “La estaban colgando, pero ella daba un discurso. La estaban colgando, pero ella seguía amenazándolos...”
En febrero de 1942, Kosmodemiánskaia ya se había convertido póstumamente en la primera mujer a la que se le concedió el título de Héroe de la Unión Soviética. Las autoridades consideraron que su historia tenía un poderoso potencial ideológico para elevar el espíritu de lucha del Ejército Rojo. La imagen de mártir partisana como ejemplo del heroísmo del pueblo soviético la elevó rápidamente a la categoría de figura de culto y se divulgó ampliamente. Todo el mundo en la Unión Soviética escuhó hablar de Zoya.
“Fuimos criticados por el estilo”
El nuevo museo se encuentra a 200 metros del lugar donde Zoya fue enterrada inicialmente. Las ocho partes del museo están conectadas por un tejado de dosel sobre pilares y mientras uno se abre camino entre las exhibiciones, de vez en cuando, se pueden vislumbrar vistas del pueblo o de los campos abiertos.
Un museo blanco como la nieve situado entre campos abiertos no es un diseño al azar, sino una elección deliberada por parte de los arquitectos.
“Fuimos criticados por el estilo que elegimos. Se nos dijo que la arquitectura de este tipo no encarna los trágicos eventos de la guerra. Pero nosotros tenemos un punto de vista diferente: El edificio no está hecho para describirlos. En nuestra opinión, en el museo Zoya, la arquitectura no debe aportar significados adicionales a su historia”, según el arquitecto de la oficina ‘A2M’ Andréi Adámovich, el autor del concepto de diseño.
Al salir de la habitación dedicada a Zoya Kosmodemiánskaia, se puede ver el lugar de la ejecución por un lado y la casa donde fue torturada por el otro.
Hay seis salas de exposición interactivas en el museo en total y no todo en ellas se relaciona directamente con Zoya. Las exhibiciones cuentan principalmente la historia de la gente de su generación, que tuvo que enfrentarse a la guerra a tan temprana edad. Una sala que contiene una reconstrucción de un aula escolar de la época incluye grabaciones de anuncios militares y de proyectiles en vuelo, una sala de invierno tiene la temperatura bajada y la historia de la Batalla de Moscú se cuenta con la ayuda de una película que se proyecta detrás de una maqueta de tamaño real de un tanque.
Una sala que recrea una cantina del ejército contiene una exhibición de cartas del frente y una grabación sonora de recuerdos de los parientes y contemporáneos de Zoya que se reproduce constantemente.
También puedes comer algo en la cafetería minimalista del museo, donde, aparte de cafés con leche y panecillos, se ofrece un almuerzo que imita el menú de una cocina de campo del ejército de los años 40: té de zanahoria y kulesh (una sopa espesa de carne).
Tanto el edificio como el café y la recepción contrastan con lo que normalmente se ve en un museo patriótico. Estos espacios deben ser absolutamente puros, dicen los diseñadores, explicando que quieren que la gente entienda que los tiempos afortunados en los que vivimos fueron posibles en gran parte gracias a estas personas.
Pero el minimalismo y una estudiada “pureza” son apreciados por más gente que los interesados en la historia de Zoya. Desde que se abrió el museo, se ha convertido en el lugar de rodaje de moda para grabaciones o sesiones fotográficas de marcas y blogueros.
La popular publicación de Internet The Village sacó incluso un artículo titulado “El lugar de la ejecución de Kosmodemiánskaia y telón de fondo ideal para sesiones fotográficas de moda”, que desató una polémica en los medios sociales. Algunas personas consideran inapropiado y ofensivo celebrar sesiones fotográficas en un lugar donde se han realizado ejecuciones de seres humanos y, de hecho, todo lo relacionado la memoria de la Segunda Guerra Mundial es invariablemente un tema bastante sensible en Rusia. “Gente, ¿qué os pasa? No sólo habéis perdido vuestras conciencias, sino también vuestros cerebro”, era como los usuarios comentaban sobre el tipo de gente que visita e al museo Zoya para conseguir “un escenario ideal”.
Por cierto, el Ministerio de Cultura de la región de Moscú no ve nada malo en recibir este tipo de atención. “No nos propusimos atraer a un público interesado en la moda o cualquier otro público de este tipo. Pero el hecho de que el edificio haya resultado atractivo y que la gente venga aquí para fotografiarse es también algo bueno”, declaró la ministra Yelena Jarlámova.
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