Estos fueron los más famosos escritores judíos que se enfrentaron al sistema soviético

Cultura
VALERIA PAIKOVA
La gran poetisa rusa Anna Ajmátova recordó una vez que en su vida cotidiana, su círculo de amigos no sabía diferenciar quién era judío y quién no. Simplemente no era educado el preguntar. Los autores judíos fueron perseguidos duramente por Stalin y tuvieron que pasar por un verdadero infierno antes de ser reconocidos oficialmente como parte de la cultura rusa, décadas después.

Isaac Bábel (1894-1940)

Ernest Hemingway dijo que le gustaban “mucho” las historias de Bábel. No era el único. “Bábel escribió sobre los judíos con un conocimiento vigoroso y a veces desdeñoso”, escribió el novelista americano John Updike, describiendo su estilo impactante. Eso era así probablemente porque, la mayor parte del tiempo, Bábel andaba sobre la cuerda floja, tratando de no alejarse de sus raíces judías pero sin atarse demasiado a ella.

De niño, Bábel (nacido Bobel) sobrevivió al pogromo de 1905 en Odessa, mientras que su abuelo fue asesinado. “No elegí mi nacionalidad”, comentó Bábel, según lo citado por el escritor soviético Konstantín Paustovski. “Soy judío. A veces, siento que puedo comprenderlo todo. Pero una cosa que nunca llegaré a entender es la razón detrás de esa simple mezquindad conocida con simpleza como antisemitismo.”

A la edad de seis años, el niño de Odessa Bábel hablaba hebreo bíblico mejor que el ruso. También tenía un buen dominio de la lengua francesa (adoraba a Flaubert y Mauppasant) y comenzó a escribir en ruso alrededor de los 13. “Sólo tenía éxito con los diálogo”, bromeaba Bábel, colocándose sus gafas en la punta de la nariz.

Recibió la Revolución de 1917 con una mezcla de esperanza y cautela. Desgraciadamente, la persecución de los judíos no cesó después de esta. Al contrario, las cosas cambiaron para peor. El judaísmo fue proscrito, las sinagogas fueron demolidas, con el antisemitismo muy vivo y coleando.

La inminente muerte de la cultura judía y el judaísmo fue el tema principal de una famosa colección de historias de Bábel, titulada “El Calvario Rojo”. El crítico literario soviético Viktor Shklovski señaló acertadamente que Bábel “veía a Rusia de la manera que sólo un escritor francés adscrito al ejército de Napoleón podía verla”.

Cuando la famosa caballería de Vasili Budionni entró en combate con el ejército polaco, ambos bandos organizaron pogromos, robando, violando y matando a la población judía de Galitzia, como habían hecho antes los cosacos. Como siempre, las descripciones de Bábel son precisas y demoledoras

Sus famosos cuentos de Odessa sobre los “gloriosos” gángsteres judíos y su líder Benia Krik inspiraron a una generación de autores judío-estadounidenses, incluyendo a Bernard Malamud, Saul Bellow y Philip Roth.

Bábel era un maestro de la narración. En sus impactantes, enérgicos y sinceros cuentos, el judío de Odesa describió la crueldad humana con todo detalle, sin escatimar esfuerzos para que el lector se ahorrase todos los detalles de sus historias ágiles y espeluznantes.

Su propia vida terminó tan cruel y brutalmente, como a menudo sus lacónicos cuentos. Fue arrestado y ejecutado en una prisión de Moscú. El novelista tenía sólo 45 años. Todo su archivo (manuscritos de obras inacabadas, obras de teatro, notas, cartas, fotografías) fue confiscado y destruido.

Iliá Ehrenburg (1891 - 1967)

“Amo a España, Italia, Francia, pero todos mis años son inseparables de la vida rusa. Nunca he ocultado mi origen. Hubo momentos en los que rara vez pensé en ello y otros en los que dije siempre que podía: Soy judío, porque en mi libro, la solidaridad con los perseguidos es el primer principio del humanitarismo”, escribió Ehrenburg en sus memorias Gente, años, vida. Pero sus palabras no siempre coincidían con sus acciones, lo que hizo que los críticos acusasen a Ehrenburg de falta de autoconciencia judía.

A pesar de la característica retórica altisonante de Ehrenburg (pasó su juventud en París, donde fue amigo de Pablo Picasso, Paul Eluard y Louis Aragon), fue una figura controvertida en la escena literaria soviética. Inventó la novela picaresca soviética de los años 1920-1930 y comenzó a saturar su prosa satírica con alusiones bíblicas. Uno de los capítulos de su novela más conocida, titulada Las extraordinarias aventuras de Julio Jurenito y de sus discípulos, estaba enteramente dedicado al futuro de la “tribu judía”.

En 1921, predijo el Holocausto, diciendo que “en un futuro previsible” se produciría la “solemne eliminación del pueblo judío en Budapest, Kiev, Argel y muchos otros lugares”. Al propio Ehrenburg logró mantenerse a flote y sorteando la corriente durante la etapa antisemita de Stalin, mientras que sus compañeros y amigos judíos Isaac Bábel, Ósip Mandelshtam y Solomón Mijoels fueron víctimas del régimen totalitario, acabando ejecutados.

Autor de Oración por Rusia, una colección de poemas antibolcheviques escritos inmediatamente después de la revolución, Ehrenburg acabó convirtiéndose en un escritor completamente soviético, que apoyó silenciosamente la propaganda estalinista y obtuvo el máximo galardón de la época, el Premio Stalin, en 1942.

A pesar de ello Ehrenburg no era sólo otro egoísta oportunista. Se esforzó cuando llegó el momento. Durante la Segunda Guerra Mundial, Ehrenburg fue corresponsal del periódico Krasnaia Zvezda (Estrella Roja) del ejército soviético, manteniendo alta la moral nacional cuando más se necesitó. Sus artículos eran tan populares que los comandantes del ejército prohibieron a los soldados usar viejos periódicos con las publicaciones de Ehrenburg para encender o hacer cigarrillos enrollados a mano.

Ehrenburg también fue nombrado miembro del Comité Judío Antifascista y recogió testimonios desgarradores de judíos soviéticos que sobrevivieron a la ocupación nazi. Ehrenburh odiaba el fascismo como al pecado. Escribió, junto con Vasili Grossman, El Libro negro sobre la malvada exterminación de los Judíos por los invasores fascistas alemanes en las regiones provisionalmente ocupadas de la URSS y en los campos de exterminio en Polonia durante la guerra de 1941-1945, registrando relatos documentales de primera mano sobre el asesinato en masa de los judíos soviéticos, incluyendo las masacres de Babi Yar. Stalin prohibió su publicación en 1947 por una simple razón: no se permitía presentar a los judíos como víctimas. El Libro Negro vio la luz del día cinco décadas después, en 1980.

LEE MÁS: 5 hechos sobre Ilya Ehrenburg que predijo Hiroshima, enojó a los nazis y dio nombre a una era

Vasili Grossman (1905-1964)

En las novelas de Grossman, el siempre clave tema antifascista está estrechamente entrelazado con la lucha de los judíos contra el nazismo y la tragedia del pueblo semita.

Vasili (nacido Iósif) Grossman fue reportero de guerra durante la Segunda Guerra Mundial y uno de los primeros en desvelar las atrocidades nazis contra los judíos. Visitó su ciudad natal ucraniana de Berdichev, donde su madre, profesora de francés, fue brutalmente asesinada durante la ocupación nazi.

Su más poderoso artículo, El Infierno de Treblinka, se publicó en 1944 y fue usado más tarde como prueba en los juicios de Nuremberg. El escritor trabajó en él durante mucho tiempo como periodista de investigación, recopilando toda la información posible. Se convirtió en el primer artículo jamás escrito sobre un campo de exterminio nazi, con Grossman describiendo los horrores de la máquina de matar de Hitler en la Polonia ocupada hasta el más mínimo detalle:

“Los hombres de las SS examinaron los cuerpos, hablando entre ellos mientras lo hacían. Si alguien gemía o se agitaba, resultando estar vivo, lo remataban con un disparo de pistola. Luego un equipo armado con alicates dentales extraía todos los dientes de platino y oro de las bocas de las personas muertas cuyos cadáveres esperaban ser cargados en los carritos...”

Más tarde, Grossman pasó a trabajar con Iliá Ehrenburg en El Libro Negro, ya mencionado anteriormente.

En 1942, en medio de la épica batalla en el Volga que detuvo el avance alemán en la Unión Soviética, Grossman concibió una novela que se llamaría Stalingrado. El escritor no sólo fue testigo de la mayor batalla con sus propios ojos, sino que también escribió una serie de relatos de primera mano sobre ella.

En Stalingrado, Grossman se permitió desahogarse escribiendo honestamente sobre todo lo que creía que estaba mal en el sistema soviético. Además, la cuestión judía recorría como un hilo sanguíneo toda la novela. Censores y críticos pidieron revisiones, indicando a Grossman que redujese el protagonismo del físico judío llamado Shtrum, y mencionase a Iósif Stalin más a menudo. Stalingrado fue publicado sólo en 1952. Después de que viese la luz, la épica novela fue criticada por ser demasiado judía, con el novelista adulador de lo soviético Mijaíl Shólojov describiéndola como “un escupitajo en la cara del pueblo ruso”.

En esa época, la llamada “Conspiración de los médicos” comenzó a ganar fuerza en Moscú. La campaña antisemita acusó a un grupo de prominentes médicos judíos de conspirar para asesinar a Stalin. De repente, la Stalingrado de Vasili Grossman, con su personaje central judío Dr. Shtrum, se encontró en el ojo de la tormenta, en el lugar equivocado en el momento equivocado.

LEE MÁS: La muerte de Stalin: 3 teorías de asesinato

Por temor a la seguridad de su familia, Grossman, junto con docenas de prominentes personalidades judías, firmó una declaración que supuestamente denunciaba al sionismo (la carta fue, por supuesto, idea de Stalin). Aunque, al final, la carta nunca se publicó, Grossman nunca se perdonó a sí mismo y escribió sobre ella y su comportamiento cobarde en su obra maestra, Vida y Destino.

“Tanto los hombres buenos como los malos son capaces de tener momentos de debilidad. La diferencia es simplemente que un hombre malo estará orgulloso toda su vida de una buena acción, mientras que un hombre honesto apenas es consciente de sus buenos actos, pero recuerda un solo pecado durante años y años”, escribió.

Grossman dedicó Vida y el Destino a su querida madre. Su obra maestra es una novela sobre todos los aspectos de la libertad: libertad de pensamiento, elección y acción. Grossman se centró en el destino de sus personajes, no tanto en el contexto soviético, sino en el propio y mucho más amplio contexto histórico.

Este libro sobre la crueldad e injusticia del sistema totalitario fue un golpe doloroso para las autoridades soviéticas, con el ideólogo principal del partido comunista soviético Mijaíl Suslov comparándolo con “las bombas atómicas que nuestros enemigos están preparando para nosotros”. Aunque el propio Grossman no fue arrestado, su tour de force sí lo fue, siendo confiscadas todas las copias del libro. Salió a la luNo fue publicado en la URSS hasta 1988.

LEE MÁS: Estos son los diez escritores extranjeros más adorados por los rusos