1,7 millones de ejemplares: esto es lo que la revista Téjnika –molodiozhi (ingeniería juvenil) solía vender cada mes entre los aficionados a la ciencia ficción soviética.
El increíble éxito de la revista se atribuyó no sólo al amor del pueblo soviético por la ingeniería y las historias de ciencia ficción, sino también a los esfuerzos de su redactor jefe, Vasili Zajárchenko.
Veterano de la guerra y editor de renombre, Zajárchenko fue un hombre influyente, condecorado por sus logros en la guerra y en la literatura. La amplia difusión de la revista que dirigió como redactor jefe entre 1949 a 1984 sólo contribuyó a su fama y poder dentro del mundo editorial soviético.
Una de las manifestaciones más notables del poder de Zajárchenko era que, como redactor jefe de una revista tremendamente popular, tenía carta blanca para publicar historias de ficción de autores de habla inglesa de países capitalistas.
Uno de los escritores más famosos del momento era Arthur C. Clarke, el galardonado escritor, explorador y coautor del guion de 2001: Odisea del espacio, en colaboración con Stanley Kubrick. Una traducción rusa de su ampliamente elogiada novela Las fuentes del paraíso fue publicada por primera vez en las páginas de la revista Téjnika –molodiozhi de Zajárchenko en 1980. 1,7 millones de soviéticos leían la novela en entregas mensuales.
La novela tuvo tanto éxito que cuando Clarke decidió visitar el país en 1982, fue recibido, entre otros, por Alexéi Leónov, el primer hombre en realizar una caminata espacial y el editor literario Zajárchenko. El escritor británico y el editor soviético encontraron un espacio común y muy pronto la traducción rusa de la próxima novela de Clarke, 2010: Odisea Dos, llegó a las páginas de Téjnika –molodiozhi.
En el libro, una nave espacial llamada Alexéi Leónov y tripulada por una tripulación soviético-estadounidense va a Júpiter para resolver el misterio de la nave espacial desaparecida Discovery. Los lectores soviéticos disfrutaron mucho de los dos primeros capítulos de la nueva novela... hasta el siguiente número. Misteriosamente, en lugar de la siguiente entrega, se encontraron una breve sinopsis del libro.
Resultó que Arthur C. Clarke había engañado al editor soviético Zajárchenko, haciendo que publicara una novela en la que los nombres de personajes principales eran los de famosos disidentes soviéticos, algunos de los cuales estaban confinados en campos de trabajo.
El International Herald Tribune publicó la historia en marzo de 1984 y uno de los disidentes cuyo nombre figuraba en la novela calificó la jugada del autor como “un pequeño pero elegante caballo de Troya”. Huelga decir que los líderes del partido que lideraba la URSS odiaban que sus enemigos ideológicos se burlaran de ellos de esa manera. Había que encontrar inmediatamente un chivo expiatorio.
“Antes de este episodio, nuestro editor Vasili Zajárchenko podía acceder a los más altos cargos [en la Unión Soviética]. Pero después de la publicación de la novela de Clark, la actitud hacia él cambió dramáticamente. Zajárchenko (que acababa de recibir otro premio del Komsomol Lenin) fue literalmente devorado vivo, masticado y escupido contra la pared”, recordaría más tarde el delegado de Zajárchenko, Alexánder Perevózchikov, que sustituyó al desgraciado editor en jefe.
La vida de Zajárchenko se vio arruinada: no sólo perdió su oficina, sino que dejó de ser invitado a los programas de radio y televisión, donde antes era bienvenido.
Irónicamente, sólo unos años después, la política de glasnost (apertura y transparencia) de Gorbachov puso todo patas arriba: ya no se consideraba una falta despreciable imprimir la novela de Clarke y la misma revista que la había retirado de la publicación, terminó imprimiendo los capítulos restantes en 1989 y 1990.