El fotógrafo Alexéi Poliakov ha estado tomando imágenes desde 2013. Todo comenzó con una cámara DSLR para aficionados, un regalo de su esposa, con la que solía tomar fotos de paisajes mientras estaba de vacaciones.
Su pasión inicial fue la fotografía documental, pero más tarde se interesó por la arquitectura de San Petersburgo.
Alexéi comenzó haciendo varios recorridos, no sólo por el Hermitage, sino también por las famosas “casas pozo” (patios cerrados con viviendas que se asemejan a pozos profundos) y otros edificios interesantes de la ciudad. Más tarde comenzó a investigar posibles ubicaciones por sí mismo en Internet.
El propio Poliakov rechaza el término “San Petersburgo postapocalíptico”: para él es un estereotipo que sólo refleja el lado sórdido de la ciudad. “No siempre tomo fotos tan sombrías. Nada más lejos de la realidad, fue sólo durante un período en particular”, dice.
Geoetiqueta muchas de sus fotos, por lo que encontrar el lugar no es difícil. Sin embargo, advierte que no todos estos sitios son accesibles al público, y a menudo implican sobornar a uno o dos guardias de seguridad.
Algunas tomas requerían el uso de un cuadricóptero.
“No es tan fácil obtener permiso para tomar fotos en Rusia, pero mientras no se fotografíen instalaciones secretas, es probable que ocurra nada malo. A pesar de esto, la ley tiene que ser obedecida si toca. La multa por tomar fotos sin permiso es de 5.000 rublos (77,80 dólares)”, dice Poliakov.
Alexéi trabaja como gerente, y la fotografía para él es sólo un pasatiempo. “Una vez me ofrecieron dinero para hacer fotos en un sitio, pero la cosa no salió muy bien. Es más fácil tomar fotografías para disfrute propio”, señala.
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