En La muerte de Stalin (2017), el temible líder soviético obliga a su círculo íntimo (Beria, Jrushchov, Malenkov y Mólotov) a asistir a una proyección de La Diligencia (1939), de John Ford. Este episodio, aunque pueda sonar extraño, es históricamente correcto.
En cada una de las residencias de Stalin se instaló un cine doméstico. Svetlana Alilúieva, hija de Stalin, recordaría que el Kremlin tenía un cine privado “en el antiguo jardín de invierno, conectado al Palacio del Kremlin por pasadizos”. “Te ordeno que me permitas acudir al cine, y que pidas que me pongan Chapáiev y alguna comedia americana”, le escribió Svetlana, de 8 años, a Stalin en una carta, haciendo planes para un fin de semana con su padre. Para los miembros de su círculo más próximo, las “proyecciones” no comenzaban antes de las 21.00 horas, y terminaban entre las 2 y las 3.00 de la madrugada.
1. ‘La patrulla perdida’, 1934
A Stalin le encantaban las películas del oeste, y a menudo “invitaba” a sus íntimos a asistir a proyecciones de estas, diciendo como si nada: “¿Alguien quiere ver una película, chicos?”. Rechazar su generosa “invitación” podía tener consecuencias muy graves.
En cuanto a películas del oeste, la favorita de Stalin era La patrulla perdida, de John Ford, protagonizada por John Wayne. Simon Sebag Montefiore escribió que “Stalin, el egocéntrico solitario, despiadado y mesiánico, parecía asociarse con el único vaquero que iba solo en su escopeta a la ciudad para hacer justicia brutal”.
A Stalin le entusiasmó tanto la película que ordenó un remake ruso. Los Trece (1937), de Mijaíl Romm, se convirtió en la primera película del “oriente” soviético (el Oeste es la parte más civilizada del país).
2. ‘La hermanita del mayordomo’, 1943
Las películas extranjeras no eran dobladas para que Stalin las viese, ya que esto habría hecho conocer los gustos cinéfilos del dictador a demasiada gente. Para solucionar esto tenía a Iván Bolshakov, que ocupó el cargo de Ministro soviético de Cinematografía desde 1946 hasta la muerte de Stalin, en 1953. A Bolshakov también se le llamaba “el proyeccionista de Stalin”, y ejercía de traductor simultáneo de películas extranjeras para Stalin. Como Bolshakov no sabía leer ni escribir lo suficiente como para dominar varios idiomas extranjeros, se aprendía de memoria lo que los traductores le habían preparado.
Entre otros, Bolshakov le tradujo La hermanita del mayordomo, que cuenta la historia de una joven aspirante a cantante. A Stalin le gustaron especialmente las partes donde Deanne Durbin, la protagonista de la película, interpretaba canciones rusas.
3. ‘Tarzán de los monos’, 1932
Más que las películas del oeste, a Stalin le encantaban las películas sobre Tarzán, que llegaron a Rusia como parte de las llamadas “películas trofeo”, copias de más de 17.000 películas almacenadas en las cámaras acorazadas del Tercer Reich. Stalin escribió que “Tarzán... es una película sobre un hombre que escapa de los horrores del mundo capitalista huyendo a la selva, encontrando allí la libertad y la felicidad”.
Hubo cuatro películas de Tarzán que le gustaron especialmente a Stalin: Tarzán de los monos (1932), La fuga de Tarzán (1936), Tarzán y su hijo (1939) y Tarzán en la ciudad (1942). Todas fueron estrenadas en la URSS en 1952, y hasta finales de la década de los 50 estuvieron entre las películas más vistas de la URSS. Juntas, en la década de los 50, las cuatro películas llevaron a las salas de cine a más de 160 millones de espectadores soviéticos.
Para el pueblo soviético, estas películas presentaban una perspectiva totalmente diferente de la vida. Como escribió más tarde el Premio Nobel Joseph Brodsky: “Me atrevo a decir que sólo la serie de Tarzán hizo más por la desestalinización que todos los discursos de Jrushchov en el XX Congreso del Partido e incluso después”.
4. ‘Katia’, 1938
Katia cuenta la historia de un romance entre el emperador ruso Alejandro II (interpretado por Juan Loder) y la princesa Catalina Dolgorúkova (encarnada por la actriz francesa Danielle Darrieux). Al igual que con las películas de Tarzán, el amor de Stalin por esta cinta se basó en sus preferencias personales, que el dictador rara vez se permitía mostrar.
Alexánder Burdonski, nieto de Stalin, recordó en una entrevista: “Stalin vio Katia muchas veces. La película no se proyectó en los cines soviéticos. ¿Por qué la veía constantemente? No es, con mucho, la mejor película de la historia. Creo que veía representada su vida amorosa. Porque todas las historias sobre los romances de Stalin después de aquello (la muerte de su segunda esposa Nadezhda Alilúieva en 1932) son un mito”.
En cierto modo, podría considerarse que Danielle Darrieux en esta película se parece mucho a una joven Nadezhda Alilúieva, y Stalin, a su vez, podría imaginarse a sí mismo como el emperador.
5. ‘El gran dictador’, 1940
A Stalin le encantaban las películas de Charlie Chaplin, e incluso ordenó que le llevasen copias a Sochi, cuando estaba de vacaciones. En sus memorias, Mijaíl Romm recuerda que en una ocasión, Stalin incluso lloró durante una proyección de Luces de la ciudad, durante la última escena de la película. Stalin elogió la diligencia de Chaplin, diciendo: “Veamos cómo trabajan algunos directores, por ejemplo, Charlie Chaplin. Durante dos o tres años un hombre permanece silencio, se prepara, estudia cada detalle... Los directores de verdad trabajan (en una película) durante dos o tres años...”.
Tenemos la certeza de que Stalin vió El gran dictador y, al igual que Hitler en Alemania, prohibió la proyección de la película en la URSS. Stalin aparentemente tenía miedo de que la imagen del dictador Adenoid Hynkel produjese una comparación indeseada. No con Hitler, claro, sino consigo mismo.
Por extraño que parezca, Charlie Chaplin pensaba que Stalin era el único hombre capaz de derrotar a Hitler.
¿Sabías que, durante unos años, Hollywood produjo películas a favor de la URSS? Pincha aquí para leer sobre ello.