Una nueva película de Hollywood sobre espías llegó a las pantallas de Moscú recientemente, con un rasgo común en todas las críticas recibidas: que la obra fílmica amontona cliché tras cliché para lograr su objetivo. Pero lo que marca de verdad a esta película sexual y violenta, con Jennifer Lawrence como protagonista, es la cantidad de veneno anti ruso que supura.
Para aquellos que no hayan visto Gorrión Rojo, la historia gira en torno a una prima ballerina del Teatro Bolshói, Dominika Yegórova (Lawrence), que después de sufrir una lesión, que acaba con su carrera, es empujada al mundo del “sexoespionaje” para poder así mantener a su madre enferma.
El que impulsa a Dominika a iniciarse en este camino es su propio tío, de la SVR (Servicio de Inteligencia Exterior) que, como descubriremos más tarde, es un poco pedófilo y tiene hasta una vena incestuosa. ¿Estás listo para lo mejor? El actor elegido para el papel es la viva imagen de un joven Vladímir Putin.
Bienvenido a Gorrión Rojo.
La película se marca el conseguir varios objetivos. Uno de ellos es bastante loable, como transmitir la noción de que la violencia contra las mujeres nunca está bien. Pero incluso ese mensaje, aparentemente imposible de captar erróneamente, se sabotea a sí mismo mediante el uso de violencia sexual gratuita y el empleo de trucos visuales que colocan a la mujer de nuevo en la Edad de Piedra. Su único superpoder parece ser su cuerpo, uno que todo hombre, sin importar su estatus, rango o educación, está ansioso por poseer, porque ya sabemos cómo son los hombres, claro…
A lo largo del metraje de la película, el cuerpo de Lawrence nos es mostrado desde todos los ángulos imaginables mientras se pavonea con poca ropa o es violada (esto sucede varias veces). Aparentemente, cosificar a Lawrence sirve para descubrir de qué va eso del empoderamiento femenino.
Deshumanizando a los rusos
Uno no debe sorprenderse por nada de lo que vea en la película. Gorrión Rojo es parte de un complejo ataque contra el pueblo ruso: las noticias de los principales medios y la sátira cubren el lado político de las cosas, mientras que películas como ésta tratan de deshumanizar a través de ataques contra la sociedad, a menudo tomando trozos de verdad y distorsionándolos y exagerándolos inteligentemente para fomentar su credibilidad.
No se puede hacer plausible la lucha contra Rusia usando sólo el marco de los medios de comunicación, porque los relatos sin fundamento sobre “las acciones rusas en Siria” no generan suficiente odio visceral entre aquellos que no son capaces de encontrar a Siria en un mapa.
La “misoginia sistémica”, por otro lado, no requiere de un cerebro que la procese, y conseguirá que mucha más gente se sume a las medidas políticas agresivas contra Rusia que, simplemente, hablando mal de ella en las noticias.
En este sentido, los thrillers de espías de Hollywood son una extensión de la política exterior de Estados Unidos. Como muchos de su clase, Gorrión Rojo quiere conmocionar, consternar y enfurecer a los espectadores occidentales. Esto se hace con la ayuda de un costoso collage de escenas exageradas que representan el supuesto horrible comportamiento “rus”, presentado como una realidad cotidiana.
Como suele ocurrir en Hollywood, cuanto más ves sus productos, más probable es que acepte su ficción sobre Rusia como verdad: que es un estado que generalmente trata a la gente como si fuera su propiedad; que está lleno de hombres salvajes y con una moral en bancarrota que sólo actúan por el placer; y ese tinte molesto y azulado de la cámara que le da a la imagen un tono “comunista” deprimente; extrañas habitaciones iluminadas a media luz, llenas de paneles de madera falsa que parecen cantinas de empresa, de las que se veían hace 30 años…
En un momento dado vemos toda una parte de Moscú completamente generada por ordenador, aparentemente con el único propósito de inducir una especie de agorafobia arquitectónica brutalista. La plaza central de Teatrálnaia, donde se encuentra el Teatro Bolshói, no se parece en nada a la de verdad. Los creadores del film literalmente cortaron trozos enteros de la ciudad, haciendo parecer que estamos en Pionyang.
‘Nazis comunistas’
Luego está el aspecto conductual de los rusos de la película. Una de las últimas narrativas reduccionistas occidentales insinúa que la Unión Soviética y la Alemania nazi no eran tan diferentes después de todo. Sin entrar en la locura que supone hacer tal afirmación, digamos que la realidad actual de que Vladímir Putin no quiere jugar hacer manitas con la OTAN permite a los cineastas norteamericanos perpetuar indefinidamente este tipo de narrativa, como si la Unión Soviética nunca hubiera desaparecido.
En Gorrión Rojo, una Rusia expansionista quiere “una vez más” estar “a la cabeza de las naciones” mientras triunfa sobre el Occidente “decadente”. Y debido a que Rusia también es “Hitler”, el comportamiento de sus habitantes es descrito al espectador estadounidense como extrañamente germánico, frío, a menudo reservado y aparentemente despiadado.
Pongamos como ejemplo a la actriz británica, Charlotte Rampling, que es la encargada de Dominika en la “academia de espías sexuales”. Olvídate por un momento de su apariencia: actúa como una oficial nazi, con una actitud dura y pronunciando continuamente, casi de forma sádica, duras verdades. En un momento le llega a decir a Dominika: “tu cuerpo pertenece al estado”. ¿Pero qué clase de distopía es ésta?
No vas a hacerte esta pregunta muy avanzada la película, porque se hace evidente rápidamente que así es como una gran cantidad de personas educadas de Occidente ven realmente a Rusia. Pero hay una tendencia más preocupante: que esta sea la única realidad que la gente quiere ver. Porque, tan pronto como un espectador joven aprende que la vida no es tan mala aquí, Rusia pierde inmediatamente su atractivo.
Si quieres otro ejemplo, sólo tienes que mirar lo popular que se ha vuelto el tema del “Nuevo Este” en Internet. No podría existir sin las referencias constantes a un país que desapareció hace 30 años. Sitios web enteros y proyectos fotográficos funcionan gracias a los vapores de la descomposición de la Unión Soviética.
Para algunos espectadores, una falsa realidad es la única manera de continuar defendiendo sus delirios. Quitas el velo, y se acabó.
Esta es una cita directa de una crítica de The Cut: “Nuestra fascinación cultural por Rusia está en su punto más alto. Para mí, Gorrión Rojo satisface un apetito muy específico: ‘Necesito creer que cada ruso es secretamente un espía altamente entrenado’. Al menos, la mejor venganza contra una posible conspiración es el horrible acento ruso de Jennifer Lawrence”.
“Vodka, el Teatro Bolshói y otros productos de primera necesidad de Rusia”, dice una indulgente captura de Meduza, una fuente rusa de noticias en Internet, sobre la película. Yo hubiese usado esta descripción: “Violación, té, sopa y desesperación”.
La opinión del autor no refleja necesariamente la posición de Rusia Beyond... pero a veces sí.
Pincha aquí para leer sobre errores de las películas de Hollywood que demuestran que necesitan asesores sobre Rusia.