En 1901, Prokudin-Gorski estableció un estudio y laboratorio de fotografía en San Petersburgo. A lo largo de los años, el trabajo fotográfico de Prokudin-Gorski, sus publicaciones y presentaciones de diapositivas a otros científicos y fotógrafos en Rusia, Alemania y Francia le valieron elogios.
El zar Nicolás II disfrutaba con las fotos en color y, con su bendición, Prokudin-Gorski obtuvo el permiso y la financiación para documentar Rusia en color.
En 1890 Prokudin-Gorski se unió a la sección de fotografía rusa de la Sociedad Técnica Imperial Rusa.
En largos viajes por todo el país, realizados entre 1905 y 1909, Prokudin-Gorski captó en celuloide la patriarcal vida rusa.
Gracias a él, tenemos retratos en color únicos de Tolstói, Chéjov y Chaliapin. Sus fotos de jóvenes campesinos rusos, el emir de Bujará, marineros del barco de vapor Sheksna o trabajadores fabriles son ampliamente conocidas.
En el transcurso de diez años, Serguéi Prokudin-Gorski iba a crear una colección de 10.000 instantáneas.
Tras salir del país, cerca de la mitad de sus fotos fueron confiscadas por las autoridades rusas, por contener material que parecía ser estratégicamente sensible para Rusia en tiempos de guerra.
Como resultado de una técnica única, las imágenes han sobrevivido y muestran estándares modernos de calidad, colores originales y maravillosamente saturados.
Después de la Revolución de Octubre, Prokudin-Gorski fue nombrado profesor bajo el nuevo régimen, pero dejó la Rusia soviética en agosto de 1918.
Su objetivo final era educar a los escolares de Rusia sobre la vasta historia, cultura y modernización del Imperio mediante sus “proyecciones ópticas en color”.
Serguéi Prokudin-Gorski finalmente se instaló en París en 1922. Murió el 27 de septiembre de 1944 a la edad de 81 años.
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