Comedores públicos al estilo soviético (Fotos)

Cocina
ANNA SORÓKINA
El Estado asumió toda la responsabilidad para dar a los ciudadanos las comidas diarias. Aquí te contamos la historia de estos lugares.

Durante el periodo imperial también se comía fuera de casa, pero fue en la época soviética que los comedores públicos se convirtieron en un asunto ideológico.

Antes de la Revolución de 1917, los trabajadores de Rusia comían en casas y tabernas, en pequeños restaurantes donde se servían comidas sencillas. También lo hacían en posadas, comedores de tercera categoría adosados a los hoteles. Estos restaurantes estaban dirigidos principalmente a trabajadores solteros y las opiniones de sus clientes no eran particularmente entusiastas. Los hombres casados solían ir a casa, donde sus esposas se encargaban de hacer la comida.

En esa época, la palabra rusa stolóvaia, que puede traducirse como cantina o comedor, se utilizaba sobre todo en este último sentido. Después de la Revolución bolchevique, el Estado lanzó un programa para que los obreros se trasladaran a apartamentos grandes que antes pertenecían a la burguesía, por lo que muy poca gente tenía comedores en casa. Al mismo tiempo, las fábricas empezaron a tener comedores: grandes salas donde comían los trabajadores.

La idea de una alimentación colectiva organizada se ajustaba muy bien a la ideología del joven Estado soviético: contar con una cocina propia se consideraba una reliquia del pasado, una mujer debía ser liberada de la “esclavitud de la cocina” y se le debía dar libertad y trabajo, como a un hombre. Las cocinas debían convertirse en talleres y subcontratarse. Así, junto con la revolución socialista hubo una revolución en el estilo de vida.

En el nuevo país la hermandad universal y las comunas de trabajo tenían mucha importancia. Los pisos se hicieron comunales, es decir, compartidos por varias familias, que cocinaban sus comidas en una cocina comunal y luego las servían en sus habitaciones. La idea era que la comida de la cantina costara tanto como la comida casera, pero también se debía ahorrar tiempo y liberar a las mujeres para que pudieran hacer trabajos públicos.

En sus primeros años, la Unión Soviética emprendió una reestructuración radical de la organización de la vida cotidiana. Los primeros comedores se abrieron en las fábricas de Petrogrado (hoy San Petersburgo) y Moscú, y luego en otras ciudades importantes del país.

En 1925 en la ciudad de Ivánovo (320 km al este de Moscú) se estableció la primera “fábrica de cocinas”. Preparaba alimentos para los comedores de las fábricas y también hacía platos que estaban listos para cocinar en casa. Asimismo, servía abundantes y baratas comidas. Tenía un espacio para que los clientes leyeran periódicos y revistas, para que jugaran al ajedrez o charlaran con amigos. Las mayores “fábricas de cocinas” producían miles de comidas al día y la calidad de los alimentos se controlaba estrictamente. Algunos edificios de las antiguas “fábricas de cocinas” han sobrevivido hasta el día de hoy. En Moscú se encuentran en la avenida Leningradski, en las calles Bolsháia Túlskaia y Novozavódskaia.

Las cantinas llegaron a las escuelas en muy poco tiempo. Los padres no tenían que pensar en cómo alimentar a sus hijos mientras estaban en el trabajo. Los niños desarrollaban el hábito de comer juntos. Si en las escuelas zaristas solo los estudiantes más pobres estaban exentos de pagar las comidas, en los comedores escolares soviéticos se ofrecían comidas gratuitas a todos los alumnos.

Los almuerzos en estos comedores no siempre eran sabrosos, pero siempre eran nutritivos, para que el pueblo soviético tuviera la fuerza y la energía necesarias para realizar hazañas en el trabajo. En la URSS, la palabra dieta siempre estuvo asociada a la nutrición médica: en aquellos tiempos, nadie quería perder peso, todos comían hasta saciarse a menos que se tuviera algún problema de salud.

Al mismo tiempo, los comedores ayudaban a resolver el problema de la escasez de alimentos. Por ejemplo, la carne picada tenía mucho pan añadido (algo que todavía perdura), mientras que las ensaladas de verduras tenían mucha mayonesa, para aumentar así la cantidad de calorías.

Aquellos que podían conseguir un trabajo en el comedor de una gran empresa eran considerados extremadamente afortunados ya que se creía que se llevaban parte de la comida a casa. En la década de 1930, surgió el llamado “día del pescado”. Los jueves en los comedores servían platos de pescado solamente.

En los años 60 los comedores soviéticos empezaron a ofrecer “menús diarios”, que consistían en una ensalada, una sopa, un plato principal y una bebida (kisel o kompot, una bebida de frutas secas). También solía incluir una rebanada de pan o un panecillo. El menú del almuerzo era diferente para cada día de la semana. Algunos de los artículos más populares en los menús de los comedores eran un pudín de requesón, una tortilla esponjosa y un sóchnik (empanada de requesón), aunque nunca se incluían en los almuerzos.

Las comidas servidas en las cantinas de las escuelas, universidades y fábricas eran prácticamente las mismas. Todo se cocinaba de acuerdo con las normas estatales (GOST), lo que implicaba que tuvieran una composición idéntica. Eso hacía que el sabor de los platos en cualquier cantina de cualquier ciudad soviética fuera el mismo (aunque en la práctica, por supuesto, no era así). No a todo el mundo le gustaba comer en las cantinas y había gente que se quejaba y decía que la comida era aburrida y de baja calidad. Sin embargo, no había muchas otras opciones para obtener un almuerzo rápido y barato. Para los estudiantes universitarios, que siempre estaban escasos de dinero, una cantina era un lugar donde siempre podían conseguir algún trozo de pan gratis, e incluso ponerle un poco de azúcar o sal.

Los restaurantes de comida rápida aparecieron en Rusia en los últimos años de la Unión Soviética. El primer McDonald´s abrió en Moscú en 1990 y se convirtió en todo un acontecimiento: la gente pasaba varias horas en la cola para probar una hamburguesa.

Aquí te contamos cómo la Unión Soviética trajo la igualdad culinaria a la mesa.