Son las 4:30 de la tarde en algún lugar del sur de Moscú, y estoy terminando un kvasy un cigarrillo, preparándome mentalmente para entrar por la puerta delante de mí, cubierta por pegatinas de clubs de fútbol. ¿La ubicación? Mi primera riúmochnaia.
La riúmochnaia, con raíces en la Unión Soviética, (de la palabra riumka en ruso que significa un chupito de vodka), fue diseñado como una especie de parada en boxes para los trabajadores humildes y que carecía de toda la pretenciosidad de las tabernas del Imperio ruso. Aunque hoy en día este tipo de establecimientos es menos popular debido a la competencia de los bares y restaurantes modernos, parece que la humilde sed de vodka servido al mililitro no ha sido saciada completamente todavía.
Por lo que me dicen mis amigos, acudir a la riúmochnaia tradicional implica estar de pie junto a mesas altas, aperitivos dudosos, lo que ellos llaman una “sensación de cantina”, y una clientela casi exclusivamente masculina (aunque eso está cambiando). ¿Suena atractivo? Tal vez no, pero tengo una noble misión que cumplir: beber lo más barato posible, para que tú puedas hacer lo mismo.
Me lo puedes agradecer más tarde.
1. Riúmochnaia en Ziúzino
Calle Bolotnikóvskaia 21/3, metro Kajóvskaia
El viaje comienza con un sentimiento de inmediato alivio: después de haber dejado atrás las pegatinas de fútbol en el exterior del antro, me sorprenden gratamente dos cosas:
- Este lugar tiene una evidente carencia de los vándalos del fútbol.
- Sirven pizza, lo que la hace un poco menos auténtica, pero significa que puedo retrasar mi primera tapa de arenque.
Pero eso no es todo: en realidad, se trata de un lugar genial, con música en vivo, arte en las paredes y cajas de antigua cerveza soviética apiladas como decoración. El dueño me dice que aquí también se celebran frecuentemente recitales de poesía. No hace falta decir que no tienen problemas para adaptarse a la nueva hornada de hipsters milénicos.
Después de pedir una jarra de cerveza de tres litros (por algo estoy aquí), mis amigos y yo nos ponemos a charlar con Alexéi, un habitual del local. Se pasa una hora hablándonos sobre la ventana del coche, rota hace poco. ¿Aburrido? Tal vez, pero en cierto modo, un cambio agradable para un extranjero en un bar ruso, acostumbrado a charlas una y otra vez sobre las diferencias entre Irlanda y Rusia. En la riúmochnaia, soy uno más. ¿Es esto lo que se siente al ser ruso?
Precio: 590 rublos (9,30 dólares) por tres litros de cerveza (3,10 dólares por persona), más 55 rublos (0,90 dólares) por pizza.
Total: 4 dólares
2. Riúmochnaia
Calle Bolsháia Nikítskaia 22/2, metro Arbátskaia
Creo que estoy empezando a identificar un patrón en la elección de nombres de las riúmochnaias: el enfoque es utilitario, por decir algo.
De todos modos, he tenido suerte hasta ahora con mi pizza y mi música hipster. Es hora de ir en busca de la autenticidad, y este local tiene toda la pinta de ser de la vieja escuela. Estamos hablando de paredes y muebles de madera, iluminación tenue, mesas diminutas y un menú que es literalmente una hoja de tamaño A4 grapada a la pared.
Me decido por tomar un vodka y algo de pan con arenque, pero un hombre a mi lado insiste en que “tomar vodka sin cerveza es como tirar dinero al viento”. De acuerdo, una cerveza, un vodka y un arenque en pan. Decidido.
Siendo irlandés, este lugar me resulta familiar. Es un bar de ancianos, donde todo el mundo se dirige al barman por su nombre de pila y te mira curioso cuando entras por primera vez. Sin embargo, hay buen ambiente; el lugar se llena rápidamente con una multitud a la hora en que la gente deja el trabajo y opta por sentarse en el local a discutir en profundidad.
En cuanto al arenque, mejor no mencionar nada al respecto.
Precio: 410 rublos (6.50 dólares), 120 por el vodka, 80 por el arenque y 210 por la cerveza.
Total: 10,50 dólares
3. Cheburéchnaia URSS
Calle Bolsháia Brónnaia 4, metro Púshkinskaia
Puede que en el garito no se den cuenta, pero este lugar es realmente genial.
Como su nombre indica, el bar no hace ningún esfuerzo por ocultar su herencia soviética. Literalmente de la mejor manera posible, recuerda a la escena de la cantina del 1984 de Orwell; es subterráneo, elegantemente funcional, fluorescentemente blanco y está lleno hasta los topes. Quizás lo mejor del Cheburéchnaia URSS es la clientela, una mezcla de todas las edades.
Me puse a charlar con algunos turistas belgas que disfrutaban de la originalidad del local y que habían comprado algunos carteles de la era soviética como recuerdo. Puede que no sea el lugar más auténtico que he visitado, pero sin duda era el más concurrido.
Precio: 270 rublos (4,30 dólares) por una cerveza (150 rublos) y un vodka (120 rublos).
Total: 14,80 dólares
4. Druzhba
Callejón Pankrátievski 2, metro Sújarevskaia
Aunque el local anterior podría haber sido de temática soviética, Druzhba existe desde los tiempos de la URSS y parece que poco ha cambiado desde entonces.
Quizás debido a su honesto desaliño, esta riúmochnaia, parece atraer a gente de todo color y credo. Aunque algunos de los clientes llegan en Mercedes, aquí hacen cola junto a bábushkas (abuelas) y estudiantes, y luego comen chebureki (enormes empanadillas fritas rellenas de carne). Justo como los soviéticos hubieran querido.
Yo esperaba que todas las riumochnaias tuvieran la configuración de mesa larga sin sillas, pero ésta fue la primera que era así. Tengo que decir que me encantó, también me hizo pensar en algo: ¿por qué pagamos para salir a comer en ambientes sociales, sólo para luego sentarnos en nuestro propio espacio, separados de todos los que nos rodean?
Precio: 190 rublos (3 dólares), por este precio conseguimos un cheburek por 50 rublos y una botella de cerveza por 140.
Total: 17,80 dólares
5. ZandukeliShpinat
Callejón Voznesenski 14, metro Ojotni Riad
Cierto, técnicamente no es una riúmochnaia, ya que se trata de un local georgiano. Sin embargo, ¿por qué no probar un poco de diversidad? Es básicamente lo mismo, de todos modos: el propietario describe su establecimiento como un “restaurante barato y alegre con un fuerte énfasis en el alcohol georgiano”. Por si acaso, llamémoslo “riúmochnaia georgiana”.
Cuando se trata de comida en Rusia, siempre he pensado que los georgianos hacen la mejor (lo siento). Después de visitar este elegante lugar, parece que mi teoría también se puede aplicar al alcohol: el coñac casero es el mejor que he probado en mi vida. Después de tres tragos celestiales de la bebida, el dueño incluso decidió que nos habíamos ganado una chacha (grappa georgiano) por cuenta de la casa.
Mientras que las otras riúmochnaias de estilo soviético tienen su propio encanto, francamente hablando, el elemento georgiano de este local le aporta un cierto estilo que los lugares en los que hemos estado no pueden igualar. Por un lado, cada centímetro de las paredes está completamente cubierto de arte psicodélico que hace que te sientes y te sumerjas en él, haciendo toda la experiencia sorprendentemente alucinante (especialmente después de unos cuantos coñacs).
El servicio es de primera calidad y el local extraordinariamente acogedor. Digamos que los rusos no son exactamente famosos en este campo.
El Zandukeli Shpinat es el final perfecto para una gira que, además de hacerme comprobar lo barata que puede ser Rusia, me puso al descubierto la esencia de la cultura de bebida de la nación, que es muy famosa pero rara vez se entiende. Mientras veía a los lugareños trasegar el vodka, me vino a la mente la sinceridad que lo envolvía todo: de donde yo provengo, tú “vas a tomar una cerveza” y luego sigues tomando sintiéndote culpable. En Rusia, una vez que se llega a trasgredir cualquier estigma que pueda haber en torno al consumo excesivo de alcohol, no acompañar a tus amigos hacia la inconsciencia es, como mínimo, una grosería.
En otras palabras, la noción de “ir a beber un poquito a una riúmochnaia” suena tan autentico como “ir a tomar un par de enormes vodkas y luego volverse a casa”.
Precio: 420 rublos (6.70 dólares) por tres coñacs caseros a 140 rublos la copa.
Total general: 24,50 dólares.
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