Esta es la región más occidental de Rusia. Su ubicación es peculiar: es un exclave porque no tiene frontera terrestre común con el territorio principal de Rusia, pero está conectado a él por mar.
Durante mucho tiempo, Kaliningrado fue una ciudad alemana llamada Königsberg, fundada por los Caballeros Teutónicos. Sólo pasó a formar parte de Rusia a raíz de la Segunda Guerra Mundial y fue rebautizada con el nombre del político soviético Mijaíl Kalinin.
En la isla de Kant hay una hermosa catedral católica del siglo XV y se puede ver la lápida del famoso filósofo Immanuel Kant, que nació y vivió en Königsberg.
Kaliningrado también recibe el nombre de “tierra del ámbar”, ya que es extremadamente rica en esta piedra preciosa.
A las afueras de la ciudad se encuentra el istmo de Curlandia, una reserva natural, un estrecho y curvado espigón de dunas de 98 km de longitud, que separa la bahía de Curonia del mar Báltico.
Kaliningrado, la capital de la región, no tiene tanta arquitectura histórica como cabría esperar, así que dirígete directamente a localidades más pequeñas que no fueron afectadas por la Segunda Guerra Mundial.
En Cherniajovsk, conocida como Insterburgo hasta 1946, se encuentran las ruinas de un castillo teutónico. Las antiguas casas prusianas se integran perfectamente en este antiguo paisaje. Camina por las calles Pionérskaia y Sadóvaia y encontrarás una ciudad tranquila que no ha cambiado mucho de lo que era hace 100 años.
Otra encantadora ciudad, Svetlogorsk, antiguamente Rauschen, está escondida entre los pinos junto al mar. Incluso la carretera principal que va del centro a las zonas residenciales atraviesa un bosque. Pide indicaciones para llegar al hotel Dom Skázochnika (“Casa del Cuentacuentos”, en español) situado en el Pereúlok de Hoffman, 1. En el patio trasero se encuentra una maqueta única del antiguo centro de la ciudad de Königsberg.