Ilustración: Dmitri Divin
En este momento resulta de gran importancia tranquilizar a los miembros de la comunidad empresarial rusa y latinoamericana, convencerlos de que los últimos cambios políticos en la región no influirán de forma negativa en las relaciones bilaterales.
En primer lugar, de las enormes dificultades por las que están pasando en estos últimos años los políticos latinoamericanos que suelen considerarse como socios fiables y en ocasiones incluso aliados de Moscú.
En Argentina, Cristina Kirchner se enfrenta a los mayores problemas de todos desde que su protegido perdió las elecciones presidenciales en noviembre del año pasado. Kirchner mantenía una muy buena relación personal con Vladímir Putin, y según algunas fuentes de Kommersant, su intervención fue clave para conseguir que la mayoría de los países de la región establecieran un régimen sin visados con Rusia. Su sucesor, Mauricio Macri, considerado como un político partidario de EE UU, durante la campaña electoral apostó por reducir el contacto con Moscú y Pekín a la mínima expresión.
Otra importante aliada de Rusia, la presidenta de Brasil Dilma Rousseff, se enfrenta actualmente a la presión de sus enemigos políticos, que la amenazan con inhabilitarla. Finalmente, en Venezuela el presidente Nicolás Maduro, sucesor de Hugo Chávez, perdió las elecciones parlamentarias contra una oposición cuyos líderes mantienen una actitud extremadamente suspicaz hacia Moscú.
En líneas generales, actualmente en Latinoamérica las fuerzas de izquierdas, que han mantenido tradicionalmente unas relaciones más estrechas con Moscú, únicamente han logrado conservar sus posiciones en los países menos ricos e influyentes: Bolivia, Ecuador y Nicaragua.
En América Latina el péndulo ha oscilado sensiblemente hacia la derecha y esta parecería una tendencia alarmante para los círculos empresariales rusos. No obstante, la mayoría de los representantes de estos círculos que han participado en el foro se han mostrado bastante optimistas. A pesar de la crisis económica en Rusia, que ha afectado a la actividad económica exterior en todas las regiones, en general las empresas rusas han logrado mantener sus posiciones en Latinoamérica.
Varias fuentes de Kommersant enumeran con satisfacción los últimos logros económicos en la región: México ha comprado 20 aviones Sujói Superjet 100 y otros 10 se encuentran en camino; varias centrales hidroeléctricas en Argentina y Uruguay están equipadas con turbinas rusas; el ejército uruguayo utiliza camiones rusos Ural; Argentina ha comenzado a recibir trolebuses rusos, etc.
En el plano político las cosas tampoco parecen tan desesperanzadoras. No estamos en los años 70 u 80 del siglo pasado, cuando las fuerzas de derechas latinoamericanas daban la espalda a Moscú de forma tan contundente y únicamente miraban hacia Washington, según algunos expertos uruguayos, argentinos, chilenos y bolivianos.
Hemos llegado a una época en que los políticos son más pragmáticos, incluidos los de derechas. Nadie quiere apostar por un solo país, jugárselo todo a una carta, navegar a la deriva hacia un único polo en un mundo multipolar.
Por esta razón, incluso en el caso del acercamiento entre Argentina y EE UU no tiene por qué producirse una ruptura con Rusia. El presidente del Instituto Bering-Bellingshausen, Gerardo Bleier, expone como ejemplo la decisión del nuevo líder argentino de enviar a Moscú a su ministra de Asuntos Exteriores, Susana Mabel Malcorra. Mauricio Macri también envió representantes de su administración al foro de negocios en Montevideo.
“Ya lo ven: una cosa son las declaraciones en campaña y otra cosa muy distinta es la política real. El presidente Macri no es ninguna excepción”, comenta a Kommersant Gerardo Bleier. Y la entrevista termina en un tono del todo optimista: “Ningún político latinoamericano puede permitirse ignorar a Moscú”.
La Ronda de negocios y el Foro mediático “Rusia y América Latina” organizado por el fondo Roscongress y el Instituto Bering-Bellingshausen para las Américas (IBBA)tuvo lugar a finales de marzo en Montevideo. Reunió a directores y representantes de grandes compañías tanto rusas como latinoamericanas del sector energético, agropecuario, aéreo y de otros sectores relevantes.
Artículo publicado originalmente en ruso en Kommersant.
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