Durante mucho tiempo, Bolivia ha sido un país que despertaba varias asociaciones a los rusos. El protagonista de 'La puerta de Pokrovski', una película de culto soviética, planeaba escapar al lago Titicaca. El La Higuera encontró la muerte el revolucionario Che Guevara y los sombreros bolivianos bien podrían competir en popularidad con los tocados de los indios norteamericanos. Sin embargo, no deja de ser un país lejano en términos geográficos, políticos y económicos.
El Imperio ruso estableció relaciones diplomáticas con Bolivia en 1898, pero en dos décadas estas fueron interrumpidas como consecuencia de la Revolución de Octubre. En 1945, Bolivia retomó el contacto con la URSS, junto con otros países de América Latina, a raíz del éxito de la coalición antihitleriana. Tuvo que pasar prácticamente otro cuarto de siglo para la apertura de las respectivas embajadas en Moscú y La Paz.
El rápido desarrollo de las relaciones bilaterales en el marco del 'retorno de Rusia a América Latina' se debe, en gran parte, al nombramiento de Evo Morales como presidente. El intercambio comercial entre los dos países, que no superaba los 5 millones de dólares, comenzó a crecer precisamente durante su mandato.
En 2008, el Gobierno boliviano anunció el cese indefinido de las actividades del Departamento Antidroga de Estados Unidos (DEA) en su territorio y expulsó al embajador estadounidense, acusando a su país de graves injerencias en los asuntos internos de Bolivia. A partir de entonces se observó un rápido desarrollo de las relaciones con Moscú, vistas por Morales como un sistema de contrapeso frente a los intentos de EE UU de establecer una hegemonía política y económica en el hemisferio occidental.
El presidente boliviano realizó una visita oficial a Moscú (la primera en toda la historia de su relación bilateral) y la empresa rusa Gazprom expresó su deseo de participar en las prospecciones del yacimiento de Azero. Para Bolivia, este contrato supuso un respiro en muchos sentidos, tras la caída de la inversión extranjera que provocó la decisión de Morales de nacionalizar el sector energético del país en 2006 y revisar las condiciones de los contratos petrolíferos. La empresa estatal rusa Rosneft también mostró interés en participar en las prospecciones de los yacimientos bolivianos. Actualmente, Gazprom participa en un proyecto conjunto con Bolivia operado por la francesa Total.
La firma del acuerdo se celebró en medio de la polémica que despertó el cierre del espacio aéreo europeo al avión de Evo Morales por temor a que viajara en él el antiguo empleado de los servicios secretos estadounidenses, Edward Snowden. Es poco probable que se tratara de una mera coincidencia. Bolivia volvió a demostrar que, aunque Occidente no respete la soberanía de otros países en cuestiones de política exterior e interior, no es la única alternativa. En 2015, la cooperación energética entre Moscú y La Paz se abre al sector nuclear.
La entrada de Rusia en el mercado boliviano, situado en el corazón de América del Sur, no está resultando ni mucho menos sencilla. Y es que debe hacer frente a una feroz competencia por parte de los estados europeos y de China. El país asiático y socio de Rusia en el grupo BRICS se está haciendo rápidamente con el espacio económico de Bolivia: por ejemplo, la primera nave espacial del país andino se fabricará de manera conjunta con China.
Pero la colaboración entre Moscú y La Paz no se limita al sector energético. Bolivia lleva tiempo negociando la compra del helicóptero ruso Mi-17, que sigue siendo una de las aeronaves más populares de su clase en la lucha contra el narcotráfico.
El gobierno de Perú ya ha adquirido 24 unidades de este helicóptero.
Asimismo, el gobierno boliviano está considerando la adquisición para su ejército los helicópteros militares Mi-35M, así como los sistemas de misiles antiaéreos Iglá-S. Rusia se ha comprometido a suministrar un crédito de 100 millones de dólares para la compra de equipamiento militar (una suma equivalente al presupuesto militar anual del país andino). Mientras tanto, los bolivianos obtienen nociones de construcción militar en Rusia, Cuba, Venezuela y Nicaragua.
Finalmente, Bolivia fue uno de los países que apoyó a Rusia en la votación de la ONU sobre la integridad territorial de Ucrania. Este voto fue de gran importancia para Moscú, donde defienden (al igual que en La Paz) los principios de soberanía y multipolaridad.
Víctor Jéifets es director del Centro de Estudios Iberoamericanos de la Universidad Estatal de San Petersburgo.
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