La reciente visita de Vladímir Putin a la Casa Rosada ratifica el vínculo estratégico entre ambos países. Fuente: AFP / East News
Cristina Kirchner y Putin encontraron muchos puntos en común durante su encuentro en la Casa Rosada. No sólo esto. Definieron la firma de acuerdos de cooperación que serán clave para ambos países en el futuro inmediato en temas como: energía nuclear, desarrollo hidroeléctrico, proyectos de minería, cooperación militar en la Antártida, intercambio en materia jurídica y aumento de un flujo comercial que hoy supera los 2.500 millones de dólares anuales.
En la Casa Rosada hay coincidencias en que el acuerdo con Rusia que tendrá mayor relevancia para la Argentina será aquel que apunta a establecer un amplio desarrollo nuclear en el país. Esto será sustentado por la gigante estatal rusa Rosatom con vistas a la continuidad de las plantas Atucha III y el desarrollo de otras industrias de energía atómica con fines pacíficos que están planeadas en el país.
Putin subrayó que las relaciones diplomáticas de Rusia y la Argentina son “similares o muy cercanas” con “una visión común del desarrollo mundial y de la vida internacional”. Esta lectura resulta fundamental para comprender que la alianza estratégica de ambos países comprende un amplio abanico de temas y actores en común: desde la situación de Crimea y de las islas Malvinas hasta las diferencias con Estados Unidos y la necesidad de redefinir un mundo multipolar.
En este contexto, Cristina Kirchner pidió “impulsar la reforma de organismos que no han dado respuestas a lo que está pasando” en el mundo, de modo de buscar “soluciones equitativas” para las naciones. ¿Un mensaje inocente? Para nada: recientemente la Argentina respaldó a Moscú con su abstención en una votación de rechazo a la anexión de Crimea a Rusia que se dio en la Asamblea General de la ONU.
Para que no quedaran dudas del agradecimiento ruso a estos gestos Putin definió a la Argentina como el “principal socio en América Latina, la ONU y el G20” de Rusia, cuyo interés en la región se renovó tras las sanciones sufridas por la anexión de Crimea. No fue casual que el presidente de Rusia cuestionara, al igual que Cristina Kirchner, el doble rasero que muestran algunos países desarrollados cuando se presentan casos como los de las islas Malvinas o la anexión de Crimea al territorio ruso. En estos temas tanto Putin como Cristina Kirchner hicieron un frente en común ante la OTAN.
Estas no son las únicas coincidencias que presentan. La Presidenta también elogió la reciente decisión de Putin de condonar gran parte de la deuda externa de Cuba en relación a Rusia, precisando que Argentina no pretende beneficiarse con una medida similar por parte de sus acreedores. “Lo que estamos pidiendo es que no dejen pagar”, puntualizó. Fue un mensaje crítico por elevación tanto a los fondos buitre como a la justicia norteamericana por el fallo del juez Thomas Griesa que obliga a la Argentina a restituir a los bonistas que no entraron en el canje la totalidad de la deuda.
Sin embargo, hay otros ejes de análisis que se desprenderán de la visita de Putin a la Argentina y que atañen al posicionamiento de Rusia en la geopolítica mundial.
Putin pasó por La Habana, Buenos Aires y Brasil una semana antes de que el presidente de China Xi Jinping llegue a la Argentina y de que viajara a Fortaleza para asistir la reunión de los BRICS que Rusia y China integran junto con India, Sudáfrica y Brasil. No es casual la fecha y los lugares elegidos por ambos mandatarios. Los chinos se presentan actualmente como claros competidores de Rusia en América latina y como actores que, al igual que Moscú, tratarán de ser un firme contrapeso de Estados Unidos en la región.
La puja de China y Rusia en América Latina por imponer liderazgo no será sencilla. Aunque hay un eje en común de Pekín y Moscú en este plano, el grupo BRICS, desde donde se podrá actuar como sustento financiero para el apoyo económico de varios países de la región. De hecho, la Argentina confía en que el Banco de Desarrollo que crearán en lo inmediato los BRICS sirva como salvataje financiero ante una eventual debacle económica regional.
Para darle impulso a los deseos de Putin en América Latina, Cristina Kirchner había invitado a la cena de honor del jefe del Kremlin en Buenos Aires a los presidentes Evo Morales (Bolivia), Nicolás Maduro (Venezuela) y José Mujica (Uruguay). Finalmente sólo este último pudo asistir. Pero fue una muestra clara de que el eje bolivariano mantiene grandes coincidencias y buena sintonía con Moscú.
Desde la retórica Cristina Kirchner y Putin prometieron profundizar la alianza estratégica. En la práctica estos significará poner en marcha todos los acuerdos pactados y definir cómo se comportan cada uno de los actores en juego en América Latina.
Martín Dinatale es editor de Política del diario LA NACION
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