La fuerte volatilidad de los precios del petróleo obligó al gobierno a renunciar a la habitual planificación del presupuesto para tres años y pasar a un plan de un año.
A finales de agosto las cotizaciones mundiales del petróleo, de las que depende el precio del petróleo ruso Urals para la exportación, llegaron a su mínimo en seis años. El crudo de la marca Brent se abarató hasta llegar a 42,51 dólares el barril y el WTI llegó a 37,75 dólares.
Para el presupuesto estatal ruso, que se constituye en un 50% de los ingresos de la exportación de petróleo y gas, la diferencia de 10-20 dólares es importante. Como consecuencia se decidió planificar el presupuesto solo para 2016, un año en el que el equilibrio presupuestario se conservará a expensas de los recortes en defensa, educación, sanidad y los servicios comunales.
A finales de enero el Banco Central de Rusia rebajó la tasa clave de interés del 17% al 15%. Durante los tres meses siguientes este organismo regulador fue rebajando sucesivamente la tasa hasta el 12,5%. El Banco Central intentaba de esta forma estabilizar la situación que se formó a finales del 2014, cuando a causa de la fuerte devaluación los exportadores rusos abandonaron las ventas en divisas y prefirieron los créditos en rublos para pagar los impuestos. A causa del alto tipo de interés en Rusia se redujo la cantidad de créditos concedidos y la industria quedó privada de medios para el desarrollo de nuevas capacidades. En agosto de 2015 la tasa clave de interés se redujo al 11%.
Tras renunciar a finales del 2014 al gasoducto South Stream, que tenía que transportar gas al sur de Europa por el fondo del Mar Negro, Moscú encontró otra variante para los suministros de gas a Europa evitando el territorio de Ucrania. Según el acuerdo el transporte se realizaría a través de Turquía.
En primavera ya se pusieron en marcha las negociaciones para la construcción del gasoducto. Rusia planeaba construir el gasoducto principal para el tránsito hacia Europa mientras que Turquía iba a construir una tubería para satisfacer sus propias necesidades.
La falta de avances en este proyecto obligó a Rusia a buscar alternativas y se apostó por el proyecto de ampliación del gasoducto por el fondo del Mar Báltico, el llamado North Stream 2. A finales de noviembre de 2015 a causa del conflicto en Siria y el derribo de un avión ruso Su-24 por parte de cazas turcos el proyecto Turkish Stream quedó prácticamente congelado.
En agosto de 2015 entró en vigor un decreto firmado por el presidente Vladímir Putin sobre la destrucción de los productos sancionados. Se empezaron a enterrar y quemar productos alimentarios que, a pesar de la prohibición de Moscú continuaban entrando en territorio ruso de forma ilegal.
La amenaza para la salud de la población fue uno de los argumentos que se utilizó ya que la producción de contrabando no tenía los certificados necesarios. El primer día 319 toneladas de alimentos fueron destruidos por las apisonadoras. Esta decisión del gobierno provocó protestas entre la población, unas 250.000 personas firmaron una petición para que se anulara la medida.
Sin embargo, el decreto continúa en vigor. Hasta finales de noviembre se habían destruido 787,4 toneladas de productos alimentarios. La Agencia Rusa de Control Veterinario y Fitosanitario considera que este método es el más eficaz para luchar contra los productos falsificados. En algunas regiones los intentos de introducir mercancías de contrabando se ha reducido hasta el 80%.
En octubre de 2015 el gobierno ruso reconoció que la compañía aérea Transaero había quebrado. Así finalizó la historia de la segunda compañía de transporte aéreo más importante del país cuya aparición en los años 1990 significó el inicio de la competencia real en la aviación de pasajeros.
La causa de la quiebra fue la arriesgada estrategia de desarrollo, que implicaba una activa acción crediticia, el incremento del volumen de los vuelos y la práctica del dumping de precios. La situación se agravó con la crisis económica que provocó una disminución considerable del flujo de pasajeros y la impaciencia de los prestamistas.
En el momento de la quiebra la deuda de Transaero era de 260.000 millones de rublos (4.000 millones de dólares). La salida del mercado de un actor tan importante tuvo un impacto negativo en la movilidad de los rusos y provocará un aumento de los precios de los billetes de avión. Una serie de compañías aéreas privadas podría salir ganando sustituyendo en parte a Transaero en determinadas destinaciones. Sin embargo, el principal beneficiado será la empresa transportista nacional, Aeroflot.
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