Hace poco más de 10 años, científicos rusos perforaron un pozo que llegó hasta el lago Vostok, en la Antártida, que durante millones de años estuvo totalmente aislado del mundo exterior. Vostok es un gigantesco lago subglacial, comparable en tamaño al estado de Qatar. Hasta la década de 1990, nadie estaba seguro de su existencia.
Ha sido aclamado como el último gran descubrimiento geográfico de la Tierra en la historia, así como la "clave" para comprender si hay vida en Europa, el satélite de Júpiter. Bajo el grueso caparazón helado de este cuerpo celeste hay un océano subglacial donde pueden vivir organismos similares a los que podrían habitar en las aguas de Oriente, resistentes a condiciones extremas.
Y los científicos sí han logrado descubrirlo.
Cómo se encontró el lago
La primera vez que se exploró esta zona fue en 1957, cuando una expedición soviética se desplazó hasta allí. Los científicos viajaron con la ayuda de un tren tractor-trineo especial, capaz de superar las llanuras nevadas del glaciar.
Fue en el centro del continente donde los científicos establecieron la primera estación de investigación "Vostok", que más tarde daría nombre al lago. La estación estaba casi completamente aislada del mundo exterior: la costa más cercana estaba a 1.260 km y la estación de investigación más próxima, a 1.410 km. Allí también se encuentra el polo del frío, y es que aquí se registró la temperatura más baja de la Tierra: -89,2ºC.
Una vez equipada la estación, en la década de 1960 los exploradores polares empezaron a perforar el glaciar. Sin embargo, sus objetivos eran algo menos ambiciosos que la búsqueda de los lagos más antiguos del planeta. Los científicos querían obtener el llamado núcleo glaciar, una columna de hielo que suele extraerse de las profundidades de los glaciares. En su interior suelen acumularse trozos de aire y partículas más sólidas, lo que permite observar más de cerca la atmósfera y la composición del suelo de la Tierra hace millones de años. Por este motivo, la estación "Vostok" se considera hoy una de las principales fuentes de información sobre el antiguo clima del planeta.
Inicialmente, se planeó perforar con proyectiles térmicos, pero sólo pudieron alcanzar una profundidad de 50 metros. También se consideró el proyecto de perforación atómica. Con la ayuda de un reactor nuclear, los científicos querían fundir todo el hielo hasta la profundidad necesaria, pero este proyecto se abandonó por el gran riesgo que entrañaba. Las perforaciones empezaron en serio a finales de los años 60, cuando profesionales del Instituto Minero de Leningrado llegaron a tierra firme. Hicieron el primer pozo en el hielo, a 560 metros de profundidad.
La existencia de un lago bajo el hielo se planteó seriamente por primera vez en la década de 1970. Unos colegas británicos exploraban el glaciar justo en el lugar donde se encontraba la estación soviética. Entonces encontraron el llamado reflejo "plano" bajo el hielo y sugirieron que podría ser el límite entre el agua y el hielo, lo que significa que en algún lugar profundo del glaciar definitivamente hay algo.
Sin embargo, el verdadero avance en el estudio de las masas de agua subterráneas en la Antártida lo hicieron en 1996 los investigadores rusos Andréi Kapitsa e Ígor Zotikov, del Instituto de Geografía de la Academia Rusa de las Ciencias. Junto con científicos británicos recogieron todos los datos de radar y observaciones por satélite de esta zona e hicieron la conclusión final - a una profundidad de unos 4 km y con millones de años había escondido un lago glacial gigante. Su superficie es de 10.000 kilómetros cuadrados y su profundidad media es de 125 metros.
Agua inaccesible
Cuando se produjo este descubrimiento en la estación de "Vostok", ya se había perforado un pozo de 3.100 metros de profundidad. Sólo quedaban 130 metros hasta el lago.
Sin embargo, los científicos tuvieron que detener la perforación y cerrar el pozo. El problema era que en aquella época se utilizaba una mezcla especial de elementos químicos -parafina y freón- para derretir el hielo. No se congelaba a las temperaturas extremas de la Antártida y permitía contener la presión de la capa de hielo a grandes profundidades de perforación. Para entonces, el freón ya había sido reconocido como un peligro atmosférico y se había prohibido. Además, los investigadores temían que las sustancias químicas tóxicas que se introducían en el agua no sólo estropearan los resultados del estudio del lago subterráneo Vostok, sino que también destruyeran la posible vida que hubiera podido vivir allí durante los 14 millones de años de aislamiento.
Ahora los científicos se enfrentaban al reto de idear una forma de perforación menos peligrosa para el ecosistema. La investigación científica duró otros ocho años.
Los trabajos de extracción de muestras de agua no se reanudaron hasta 2006, pero incluso entonces los nuevos métodos no permitieron a los participantes de la expedición antártica llegar hasta el preciado lago: hubo accidentes técnicos o se quedaron sin financiación. Por ello, los científicos no pudieron llegar directamente al lago hasta el 5 de febrero de 2012. Pero el pozo se bloqueó de inmediato por falta de financiación.
Como de otro planeta
La segunda vez que descendieron al lago fue en 2015, y este intento dio resultados. En las muestras de agua se encontraron 49 ADN de diversos organismos. Es cierto que la mayoría de ellos eran de la superficie del planeta, y sólo dos - despertaron verdadero interés en los biólogos.
Una de las muestras era similar a una bacteria acuática, que en teoría debería vivir principalmente en suelos pantanosos, pero no en aguas glaciares sometidas a alta presión y alta temperatura.
La segunda muestra, en cambio, era completamente desconocida para los científicos, y su genoma sólo coincidía en un 84% con el de los microorganismos ya conocidos. "Si hubiéramos mostrado el ADN del organismo cuyo descubrimiento confirmamos en 2016 sin advertir de dónde procedía... Nos habrían preguntado si era de este planeta", afirma Serguéi Bulat, que dirigió el trabajo sobre las muestras de agua del lago Vostok.
Sin embargo, estos estudios no llegaron a ninguna parte. Posteriormente ya no se asignó dinero para estudiar las regiones más profundas del Vostok, lo que se explica por el cambio de prioridades: el Polo Norte pasó a tener más importancia. Sin embargo, Serguéi Bulat sigue estudiando las muestras extraídas anteriormente.
En 2018, descubrió otro de los habitantes del Este: una bacteria (bacilo) marini Lactobacillus sp. Los bacilos se alimentan de materia orgánica, que está prácticamente ausente en el agua del Vostok, de ahí que pueda haber lugares saturados de nutrientes a mayor profundidad.
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