Extensiones inmaculadamente blancas, pinos envueltos en un manto helado, cielos azul brillante... Es tentador pensar que estamos en el norte de Escandinavia, destino favorito de los viajeros en busca de naturaleza salvaje y frío extremo. Sin embargo, estamos en los Urales, en Rusia, la frontera natural entre Asia y Europa. Aunque esta cordillera es pintoresca todo el año, en invierno adquiere un encanto incomparable, como demuestran estas sublimes fotografías.
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