3 hábitos de viaje que tienen los rusos y son raros, raros, raros…

Irina Baránova
Sentarse antes de un viaje, aplaudir al aterrizar y otras costumbres peculiares. El escritor estadounidense, Benjamin Davis, vive en San Petersburgo y nos cuenta estas curiosidades, lo que supone viajar “a la rusa”.

Si te ves sentado en tu apartamento, con las maletas empacadas, la chaqueta puesta, listo para partir, pero sin poder salir hasta que cierres los ojos por un minuto… casi seguro que estás a punto de irte de viaje con un ruso. Sentarse antes de salir de viaje es una de las muchas características de los viajeros rusos.

1. Sentarse antes de salir

Soy un viajero ansioso. Las 24 horas previas a mi vuelo están llenas de paseos y de frecuentes visitas al baño. Todo lo que quiero hacer es ir al aeropuerto, subirme en mi vuelo, despegar y olvidarme. Sin embargo, cada vez que estoy listo –con la maleta en una mano, la chaqueta en la otra la persona con la que viajo se detiene repentinamente, se sienta, cierra los ojos y pienso, “Bueno, en fin”, e inmediatamente tengo que volver al baño.

No es una sesión para descansar las piernas. Es algo casi meditativo y no se te permite hablar. Mis compañeros rusos cierran los ojos y se toman un momento para relajarse antes del viaje. Cuando le pregunté a mi novia antes de nuestro viaje a Varsovia por qué seguía haciéndolo me dijo: “Para calmarme y recoger los pensamientos, para asegurarme de que llevar todo lo que necesito”.

“Sí, claro”, le dije, “¿Entonces por qué siempre eres tú la que olvida las cosas?”

El viaje en taxi también fue en silencio...

2. En el vuelo

Hay tres cosas que veo que suceden irremediablemente en todos los vuelos que tomo para entrar y salir de Rusia:

1. Aplausos: En EE UU, cuando aterriza un vuelo, lo único que se oye es el despegue de es un suspiro colectivo que dice algo como “bueno, gracias a Dios que se acabó”. Pero con los rusos, cada vez que el avión aterriza hay al menos una minoría entusiasta, y a veces una mayoría, que aplaude. Supongo que es una buena manera de decir: “Gracias por no estrellarte contra una montaña y forzarnos a sobrevivir comiéndonos primero a los débiles”. Porque eso es lo que todo el mundo piensa en un vuelo, ¿verdad?...¿Verdad?

2. Ocupar asientos vacíos: Me encanta esto de los rusos. Antes de viajar con ellos, cuando me apiñaban en una fila del medio y había unos cuantos asientos libres detrás de mí, o era demasiado tímido para pedir, o si lo pedía me lo podían negar. No es así con los rusos. Los rusos pasan directamente u ocupar el sitio y se trasladarán a un mejor asiento disponible a la primera oportunidad.

3. No permanecer sentado después del aterrizaje: En cada vuelo que he tomado para entrar y salir de Rusia, una vez que estamos en tierra, en el instante en el que parece que podría haber llegado a la puerta de llegada, al menos hay un ruso que se pone de pie y comienza a agarrar sus cosas del compartimiento superior. He empezado a observar a las azafatas cada vez que aterrizo en un vuelo ruso. Tan pronto como hay una pausa en la pista, saben lo que se les viene encima y se ponen tensas. “¡Disculpen!” “¡Disculpe, señor, siéntese!” “Señora, por favor, el avión aún no ha llegado a la puerta”. “¡No, señora! ¡Señora!” En ese momento hay al menos seis o siete (a veces más) personas de pie y se ve obligada a usar el altavoz: “NO HEMOS APARCADO TODAVÍA, ¡POR FAVOR, TOMEN ASIENTO!” Entonces casi todo el mundo se sienta.

3. Compra de suvenires y regalos

Los rusos, siempre compran un recuerdo cuando van al extranjero. Lo más normal es que sean regalos. No solo para los amigos cercanos y la familia. He tenido compañeros de trabajo que han traído cosas del extranjero para toda la oficina. Sobre todo comida. La familia de mi amigo se lleva toda una maleta extra a España... para traer vino. Cuando los rusos viajan se comportan como si país al que van se fuera a quemar al irse. Así que salen completamente cargados. La comida y el alcohol son lo mejor que llevan, pero también se hacen con un montón de baratijas y recuerdos.

Cada vez que viajo le llevo un llavero a mi hermano. Así que, pueden imaginarse mi confusión y horror cuando me vi forzado a empacar otra maleta adicional antes de salir de EE UU, porque aparentemente, ¡estoy loco si pienso que no vamos a traer dos cajas de caramelos estadounidenses de vuelta a San Petersburgo!

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