Insólitas capitales de Rusia: la de los melones, las cerillas y el agua estancada

Viajes
ALEXÉI TIMOFÉICHEV
Todo el mundo sabe que Moscú es la capital política y financiera, pero hay otras que no son tan conocidas y tienen curiosos títulos. Esta lista poco convencional no dejará de sorprenderte

La capital oficial de las aguas estancadas

Sí, hay un lugar así y se llama Uriupinsk. Se encuentra en la provincia de Volgogrado, a unos 700 km al sureste de Moscú. La mala reputación de esta ciudad entre los rusos es completamente injusta pero por razones desconocidas se comenzó a utilizar la palabra “uriupinsk” para referirse a un agujero horrible o a aguas estancadas en las que nadie en su sano juicio querría instalarse.

Quizá el nombre del pueblo suene divertido o lo que importa es su remota ubicación.  Uriupinsk está más de 200 km de cualquier gran ciudad y durante años no era posible llegar en tren. Los caminos terminan de manera abrupta en mitad del pueblo, justo al lado de la estación de tren, construida a base de madera. A pesar del aislamiento, tiene alrededor de 40.000 habitantes.

Hay muchos chistes sobre Uriupinsk. “¿Cómo consiguió Uriupinsk superar a Venecia, París y Nueva York como mejor destino para las lunas de miel?- Ganó con el siguiente lema: 'No hay nada en nuestro pueblo que sea una razón para que salgas de la cama'”.

En realidad, Uriupinsk está lejos de ser un lugar olvidado y la ciudad trata de capitalizar su curiosa reputación. En 2012 la ciudad fue proclamada oficialmente la “capital de las aguas estancadas” y los visitantes esperan que el único monumento del país dedicado a una cabra atraiga visitantes con ganas de conocer cosas curiosas en las provincias. También hay un Museo de la Cabra, ya que es una zona tradicional de pastoreo de estos animales.

La capital de la sandía

La región de Volgogrado cuenta con dos capitales insólitas. La segunda es Kamishin, que hace un par de años se proclamó oficialmente la capital de la sandía en Rusia.

Casi todo en Kamishin está conectado con las sandías. Hay un festival anual y dentro de poco abrirá un museo sobre esta fruta. La ciudad de 120.000 habitantes también celebra un desfile de la sandía cada año, con gente que se tira trozos entre sí. Todo el mundo parece divertirse, y lo que es más importante, mucha gente local se gana la vida con ello.

Según la tradición popular local, las sandías de la ciudad fueron reconocidas por primera vez en 1722, cuando Pedro el Grande, que iba de camino a la guerra con Persia paró en Kamishin. El zar probó una sandía local y le gustó tanto que pidió que hicieran una de cobre y la colocaran en casa del alcalde. Aunque los historiadores afirman que Pedro el Grande visitó la ciudad en junio, antes de que empiece la temporada. En cualquiera caso, la leyenda persiste.

La capital de las cerillas

Durante más de 50 años el pequeño pueblo de Balabánovo, unos 100 km al suroeste de Moscú, fue la sede de una enorme fábrica de cerillas, con una producción anual superior a los mil millones de ejemplares. Desde allí las cerillas salían hacia todas las casas de la URSS para encender hornos de gas o cigarrillos.

Aunque había muchas fábricas de cerillas, las de Balabánovo eran las más populares porque a los consumidores les gustaban sus diseños. Además de las cerillas, en la fábrica se producían también souvenirs. A finales de los años 50 las cerillas de Balabánovo se llevaron a la muestra internacional de Bruselas. Hace pocos años la fábrica cerró sus puertas así que sería más correcto decir que Balabánovo “era la antigua capital de las cerillas”.

La capital de los globos aerostáticos

Cada año durante las últimas dos décadas, Velíkie Luki, en la región de Pskov (en el noroeste de Rusia) ha sido la sede de la Copa de los Globos, uno de los mayores festivales del mundo de esta categoría, con participantes de muchas partes del mundo.

A mediados de junio decenas de globos aerostáticos llenan el cielo y crean una vista inolvidable. Gazprom es el mayor espónsor, así que uno podría pensar que el gigante del gas tira dinero al aire. Aunque en realidad consigue mucha publicidad, por no hablar del respeto entre la comunidad de los globos aerostáticos.