5 lugares de Moscú famosos por las historias de amor, el vino y la poesía

Viajes
ALEXÉI TIMOFÉICHEV
Russia Beyond selecciona cinco lugares que en los que han tenido lugar momentos peculiares y cautivadores en la rica historia de Moscú.

Estatuas vivientes en la finca de Demídov

Prokofi Demídov, hijo de un rico industrial y magnate de la minería de los Urales, fue un famoso excéntrico en la Rusia del siglo XVIII. Aficionado a las plantas, contaba con gran cantidad de hierbas y flores exóticas en su finca, que ahora forma parte del Jardín Neskuchni, el parque más antiguo de la capital rusa. En el centro del parque el magnate colocó una serie de estatuas clásicas.

Los jardineros de Moscú, que en aquel entonces eran principalmente mujeres, tenían gran curiosidad por esas plantas tan poco habituales y comenzaron a arrancarlas. Para acabar con esto, Demídov encontró una original solución. Sustituyó las estatuas por hombres desnudos cubiertos de harina. Cuando las mujeres fueron por la noche para sacar las plantas, las estatuas cobraron vida, dando un susto de muerte a las ladronas. Dicen que desde entonces nadie se ha atrevido a robar flores del parque.

Nacimiento del teatro moderno ruso en Slavianski Bazar

Un lugar icónico para la historia del teatro ruso es el restaurante Slavianski Bazar que se encuentra a tan solo 500 metros del Kremlin, en la calle Nikólskaia. Era un lugar en el que dos hombres legendarios, Konstantín Stanislavski y Vladímir Nemiróvich-Dánchenko, desayunaron juntos en verano de 1897. El encuentro duró 18 horas y después salir del restaurante, terminaron su conversación en la dacha de Stanislavski.

Discutieron los principios del Teatro de Arte de Moscú (MJAT, por sus siglas en ruso), que se inauguró un año más tarde. Se suponía que era un teatro popular y sería totalmente diferente a otros.

“En las conferencias internacionales sobre asuntos de Estado no se discuten con tanto detalle y precisión como hemos discutido los fundamentos de nuestro proyecto”, así recordaba Stanislavski años después esta reunión decisiva. Lamentablemente, el lugar en el que se reunieron no sobrevivió al paso del tiempo y fue cerrado a principios de los años 90.

Amor imperial en el Kremlin

El zar Mijaíl, primer gobernante de la familia Romanov, subió al trono en 1613, pero durante mucho tiempo permaneció soltero. Finalmente se casó en 1624, pero su mujer murió varios meses después. Para encontrar una nueva esposa para el zar, se organizó un desfile de novias. Decenas de bellezas de todo el país se reunieron en el Kremlin. Según una leyenda, a Mijaíl no le gustaba ninguna porque todas llevaban demasiado maquillaje.

Mijaíl decidió darles otra oportunidad, pero esta vez lo hizo en secreto, por la noche. Cuando oscureció, el zar volvió a ver a las novias y quedó asombrado por la belleza de una de ellas. Curiosamente, no fue una de las aspirantes, sino que era la amiga de una de ellas. Su padre pertenecía a la pobre aristocracia provincial, y, por lo tanto, la familia del zar no estaba contenta con la elección de Mijaíl, pero éste estaba decidido a casarse con la joven. Así, Eudokía Stréshneva se convirtió en zarina y lo fue durante casi 20 años.

Vino y amor en la calle Petrovka

La tienda de vinos Camille Deprez en la calle Petrovka (en el centro de Moscú) fue muy famosa en el siglo XIX y la mencionaba en el libro de Alexánder Herzen Pasado y pensamientos.

“El vino, por supuesto, se compraba en Petrovka, en Deprez”, escribió el revolucionario ruso.

Antón Chéjov también era un gran admirador de Deprez y mencionó el licor Benedictine de Deprez en uno de sus libros. Deprez también suministraba el vino para la corte del zar.

Este negocio exitoso comenzó gracias a una historia de amor. Camille Deprez, un oficial del ejército de Napoleón, fue herido en Borodinó y se enamoró de una enfermera que se ocupaba de él. Cuando su salud mejoró, le pidió la mano y se casaron. El local situado en Petrovka pertenecía a la familia de su esposa, y allí se abrió la primera tienda de su nueva empresa de vino.

El amor de Pasternak en la casa de un vendedor del té

El comerciante de té David Visotski, o más bien su hija, Ida, desempeñó un papel importante en la vida del poeta y escritor Borís Pasternak. El joven Pasternak estaba enamorado de Ida e iba a menudo a su casa en la calle Ogoródnaia Slobodá. Al principio iba acompañado por su padre, que era pintor y daba clases a Ida. Como recordaba Pasternak, no sabía bien qué clases eran ni se preocupaba mucho por ello.

Tres años más tarde se declaró a Ida en Marburg (Alemania), pero la joven lo rechazó. Pasternak se sintió profundamente herido, y mientras trataba de recuperarse del mal de amores, comenzó a escribir más y más poemas. Se cree que este desamor aumentó enormemente la productividad de Pasternak como poeta.

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