Zorros domesticados en el recinto de la granja experimental del Instituto de Citología y Genética de la rama siberiana de la Academia Rusa de las Ciencias.
Alexánder Kryazhev / SputnikLa zorra Guerda es la favorita de niños y adultos de Novosibirsk. Adora jugar con pelotas de tenis y que le acaricien las orejas, y le encanta dormirse junto a su humano.
Andréi con Gerda.
gerda.fox.official"Un día visité la granja del Instituto de Citología y Genética para ver sus zorros por curiosidad. Y después, no podía quitarme de la cabeza la idea de tener una criatura tan adorable en casa. Un año después, volví y me decidí por el más rojo". Guerda vive fuera de la ciudad, en el campo, donde dispone de un amplio recinto al aire libre y, cuando sale a pasear con Andréi, lleva un arnés, lo que atrae la atención de todos los vecinos. Por naturaleza es alegre, despierta, curiosa y cariñosa.
Guerda es una de las zorras domesticadas criadas en el Instituto de Citología y Genética de la rama siberiana de la Academia Rusa de las Ciencias. Está unida a los humanos a nivel genético y los considera sus amigos. Esta raza de zorros es un fenómeno intrínsecamente único.
El experimento de domesticar zorros fue iniciado por el académico Dmitri Beliáiev en 1959. En los años 70, se le unió Liudmila Trut, entonces estudiante de biología en la Universidad Estatal de Moscú y hoy científica rusa de renombre mundial.
Liudmila Trut y el biólogo estadounidense Lee Alan Dugatkin fueron coautores en 2019 de un libro sobre su trabajo con Beliáiev titulado Cómo domesticar un zorro (y construir un perro). Según el libro, Beliáiev creía que los experimentos también podrían arrojar luz sobre los procesos evolutivos humanos: propuso que los humanos eran simios "autodomesticados" que habían pasado por la selección para reducir la agresión (tolerancia social) hacia sus congéneres.
El científico suponía que los individuos menos agresivos eran los primeros en empezar a acercarse a la gente, obteniendo una ventaja selectiva de su contacto con los humanos en forma de calor y comida, y así, generación tras generación, se irían domesticando. Los uros salvajes se convirtieron en vacas domesticadas, mientras que los lobos feroces en perros leales. Puede parecer razonablemente sencillo, pero en la práctica los procesos evolutivos no se producen con tanta rapidez ni fluidez. El hombre puede domesticar a muchos animales salvajes (osos, pumas, guepardos, etc.), pero para que se conviertan en verdaderos animales domésticos -es decir, que se reproduzcan con regularidad y consideren la vivienda humana como su hogar- tienen que pasar miles de años de evolución. Sin embargo, los científicos soviéticos sólo necesitaron 60 años. La idea era criar animales, mediante un cribado selectivo, que desde jóvenes se comportaran como animales domésticos.
"Cuando emprendimos el experimento, buscamos un animal parecido al perro", cuenta Liudmila Trut. "Y ese fue el zorro, que en ese momento ya había sido criado durante decenas de años en granjas peleteras soviéticas, es decir, que ya había pasado por una etapa de reproducción bajo control humano y eso nos ayudó a acortar considerablemente los plazos del experimento."
Un zorro domesticado.
Instituto de Citología y GenéticaLos zorros que más se criaban entonces eran zorros plateados importados de Canadá en los años 20. Se comportaban de forma muy agresiva: atacaban a los humanos y los mordían con saña, por lo que las granjas peleteras se sorprendieron mucho ante la propuesta de Beliáiev. "Elegimos a los zorros que no manifestaban una ferocidad muy pronunciada hacia los humanos y eran más o menos tolerantes con ellos, y eran casos aislados en nuestras granjas peleteras", dice Trut. Posteriormente, los zorros elegidos se instalaron en una granja no lejos de Akadémgorodok, en Novosibirsk. Los primeros resultados empezaron a aparecer cuatro años después.
El primer cachorro de zorro que empezó a mover la cola cuando se acercaba un humano nació en 1963. En generaciones posteriores, los zorros empezaron a lamer las manos de la gente y a pedir que les acariciaran o les frotaran la barriga. Luego empezaron a aceptar el contacto visual, que en la naturaleza se considera un acto manifiesto de agresión. En 1975, el primer zorro parió una camada conviviendo con humanos y empezó a emitir un grito parecido al ladrido de un perro. En el curso de la domesticación, los zorros de Beliáiev desarrollaron marcas en forma de "estrellas", su cola y orejas se curvaron y su hocico empezó a conservar un aspecto juvenil incluso en edad adulta. Los zorros domésticos conservan un olor bastante específico de sus antepasados salvajes, pero el peligro de que muerdan o se comporten de forma agresiva es prácticamente inexistente, creen los científicos.
Actualmente los seguidores de Dmitri Beliáiev estudian la domesticación de animales en todo el mundo. Liudmila Trut sigue investigando en el Instituto de Citología y Genética; al fin y al cabo, 60 años es un breve lapso de tiempo en términos evolutivos, y aún quedan muchas preguntas sin respuesta. ¿Pueden nacer zorros domésticos si un zorro agresivo se aparea con uno manso? ¿O por qué los zorros Beliáiev cambian de aspecto de una forma y no de otra?
"Nuestro experimento en Novosibirsk ha creado un zorro completamente nuevo, que nunca antes había existido. La gente nos los compra y los lleva por todo el mundo", afirma Liudmila Trut. Afirma que en ningún otro lugar del mundo se han realizado investigaciones de domesticación de zorros de este tipo: los científicos rusos han llevado a cabo trabajos científicos a escala industrial en el país más grande del mundo. Calcula que en estos años han criado más de 60.000 zorros con una disposición amistosa hacia los humanos. "Por supuesto, no todos estos zorros se criaban en el instituto. Teníamos estaciones, por así decirlo, en granjas peleteras de todo el país, pero el zorro doméstico se desarrolló en nuestra granja experimental de Akadémgorodok".
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