1. Pistola Tokarev o TT
El nombre completo de esta pistola de fabricación soviética es Tulski Tokarev, de ahí su abreviatura TT. La pistola, que pasaría a la historia como la “pistola de los sicarios”, fue desarrollada a finales de la década de 1920 por un armero ruso llamado Fiódor Tokarev en una fábrica de la ciudad de Tula.
A principios de la década de 1930, la Tokarev se convirtió en la primera pistola fabricada en Rusia que se adoptó como arma de servicio para el Ejército Rojo, sustituyendo al revólver Nagant M1895 de producción belga. Se utilizó como arma oficial hasta 1952, antes de que fuera sustituida por la pistola Makárov (véase el punto 2).
Barata, sencilla y fiable, la Tokarev se produjo en grandes cantidades a lo largo de los años en la Unión Soviética. Durante las batallas de la Segunda Guerra Mundial se perdieron muchas pistolas y fueron reapareciendo a medida que la gente las iba encontrando accidentalmente o las buscaba por todo el país.
Cuando la Unión Soviética se derrumbó, las pistolas Tokarev inundaron el mercado negro de la nueva Rusia y de otros estados postsoviéticos. Se convirtió en una de las favoritas de los delicuentes de los años 90 debido a su abundancia. Como la oferta era tan elevada, los precios del arma eran baratos. A menudo los sicarios dejaban el arma a la vista del asesinato, ya que el arma usada no tenía ningún valor monetario y podía ser sustituida sin esfuerzo y a bajo precio por una nueva.
Además, el cartucho Tokarev de 7,62×25 mm, gemelo del popularísimo cartucho Mauser, tenía un gran poder de penetración, cualidad especialmente favorecida por la mafia rusa de los años 90.
2. Pistola Makárov, también conocida como PM
La Makárov llegó a las fuerzas armadas soviéticas en 1951 para sustituir a la Tokarev, que las autoridades soviéticas consideraban obsoleta para entonces. Basada aproximadamente en la Walther PP, la pistola Makárov utilizaba cartuchos de 9x18 mm de nuevo desarrollo que eran más potentes que los utilizados en la Walther PP.
Tras el colapso de la Unión Soviética, los mafiosos usaban la Makárov quizá tanto como a la legendaria TT. Aunque se dice que la Makárov era menos potente, también era un modelo mucho más compacto, lo que facilitaba esconderla mientras merodeaban por las calles de las ciudades rusas en los años 90. Algunas pistolas Makárov también estaban equipadas con silenciadores de fabricación propia.
3. Fusil de asalto Kaláshnikov
El arma automática más fiable del mundo y con un tremendo poder destructivo: ¿qué más podría desear un gángster ruso? Los AK fueron muy populares y también un arma muy eficaz en el submundo criminal.
Desde su invención, se han producido unos 70 millones de ejemplares del arma en el mundo, lo que la convierte en el arma automática más extendida de la historia. Su abundancia en el mercado negro, su extrema fiabilidad y su sencillo diseño hicieron de esta arma una de las más populares entre las violentas bandas rusas de los años 90.
4. Artefactos explosivos improvisados (IED) y RPG-18 Muja
Las explosiones en los coches de los mafiosos eran algo habitual entre los gánsters rusos de los años 90. Entre 1989 y 1993 las autoridades registraron unos 1.500 casos de explosivos desaparecidos, que inevitablemente se vendieron en el floreciente mercado negro. Además, hubo un gran número de casos de explosivos desaparecidos no se denunciaron a lo largo de aquella década sin ley.
Además de utilizar artefactos explosivos improvisados, los gánsters rusos no se privaron de recurrir a armamento pesado más avanzado, como lanzagranadas, el RPG-18 Muja, de fabricación soviética. En 1999, un hombre de 42 años intentó atacar la embajada de EE UU en Moscú con uno de estos lanzagranadas. Sin embargo, el arma falló y el atacante fue detenido.
5. Pistolas artesanales
Mientras que los asesinos más famosos y mortíferos de la década de 1990 no tuvieron problemas con el suministro de todo tipo de armas, otros sicarios no consiguieron hacerse con un arma fiable. La anarquía de aquellos años empujó a mucha gente al submundo criminal, donde tener un arma significaba la diferencia entre la vida y la muerte. Pero no todo el mundo podía permitirse comprar un arma fiable en el mercado negro, por muy barata que fuera. Mucha gente simplemente no tenía dinero para ello, pero seguía necesitando una. La solución consistía en fabricar su propia arma.
Por razones obvias, no se sabe cuántas armas se produjeron en los años 90, pero hubo muchas. Fabricadas con todo tipo de chatarra, eran tan fáciles de montar como de destruir. Las pistolas caseras incluían los modelos más sencillos tipo pistola, pero también algunas armas automáticas avanzadas fabricadas por manitas profesionales. La imagen de las pistolas caseras quedó inmortalizada en la emblemática película “Brat”, en la que el protagonista, un notorio sicario ruso, las utilizaba abundantemente para luchar contra lo que consideraba una injusticia.
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