Originalmente, el tanque T-55 debería haber llegado a Uganda, que entonces estaba gobernado por Idi Amin, que entró en guerra con la vecina Tanzania en 1978, cuenta Rossíiskaia Gazeta.
Debido a que las fuerzas de Uganda tenían armas anticuadas, como los tanques M4 Sherman de la Segunda Guerra Mundial, Libia decidió enviar a Uganda diez vehículos blindados, incluidos diez tanques T-55 y un contingente de 3.000 hombres. Los T-55 no eran de fabricación soviética, sino polaca.
Se contrató un barco francés para su entrega, lo que, en principio, no era sorprendente. En ese momento, Trípoli cooperaba activamente con París, incluso en el ámbito militar. Los cazas Dassault Mirage, por ejemplo, estaban en servicio en la Fuerza Aérea Libia a la vez con los cazas MiG soviéticos.
En primavera de 1979, durante el trayecto, se derrotó al ejército de Idi Amin en Uganda. De modo que se aconsejó a los marineros que fueran a Angola y transfirieran el equipo a los militares de este país.
Quizá el capitán no conocía los entresijos de la situación internacional, por lo que cometió un error fatal: el barco hizo escala en el puerto sudafricano de Durban. Las autoridades locales, al conocer el destino final del cargamento, decidieron confiscarlo.
Como resultado, se quedaron en Sudáfrica dos de los tanques para ser examinados, mientras que el resto se envió a Rodesia (actualmente, la República de Zimbabue) para las fuerzas de seguridad locales. Curiosamente, las tripulaciones recibieron rifles de asalto Kaláshnikov como armas personales.
Afortunadamente estos T-55 nunca tuvieron tiempo de entrar en combate. Por diversas razones, solo sobrevivió un vehículo blindado (el que se expone en el Museo Militar de Johannesburgo) de los confiscados.
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