Mediada la Primera Guerra Mundial (1914-18), los ingenieros rusos consideraron la construcción de un tanque de la altura de una casa de tres pisos, equipado con cañones capaces de reducir a escombros fortalezas enteras.
Y a diferencia del futurista “huevo gigante” (también conocido como Proyecto Oboi), este proyecto si vio la luz, en la primavera de 1915, en el pueblo de Orudievo, cerca de Moscú. Un transeúnte se habría sorprendido al ver este monstruo de metal: tres pisos de alto, 18 metros de largo, 12 metros de ancho.
Debido a su apariencia amenazadora y a su formidable arsenal, la bestia fue apodada ‘Tanque Zar’.
Antecedentes
El Imperio ruso estaba en una posición precaria en 1915. Una ofensiva alemana en el frente oriental había rodeado al ejército ruso en la región de Galitzia (hoy en el oeste de Ucrania) y en Polonia.
La entonces capital Petrogrado (San Petersburgo) recibió una lluvia de propuestas de ingenieros para crear nuevas armas con las que enderezar el rumbo de la guerra a favor de Rusia. Uno de ellos fue el proyecto del Tanque Zar de Nikolái Lebedenko.
El Tanque Zar y el monarca ruso
El audaz y ambicioso proyecto de Lebedenko, muy adelantado a su tiempo, interesó mucho al zar Nicolás II.
El corazón de la nueva arma sería un motor de avión capaz de desplazar el monstruo metálico de tres ruedas a 17 km/h sobre terreno accidentado. Al mismo tiempo, su casco sería revestido con un blindaje de acero, y las ranuras de cañón equipadas con dos armas de 76,2 mm, cada una de ellas cargada con 60 proyectiles. Además, una serie de ametralladoras Maxim de 7,62 mm debían proteger al tanque de la infantería enemiga.
Se necesitarían no menos de 15 operadores para controlar el gigante de acero.
Nicolás invitó a Lebedenko al Palacio de Invierno en Petrogrado para que le presentase su proyecto en persona.
El ingeniero trajo consigo un modelo de madera de la futura arma. Nicolás quedó encantado de ver el objeto de tres ruedas en forma de carro rodando rápidamente sobre una de sus alfombras, controlado por el motor de resorte de un gramófono. El proyecto recibió el sello real de aprobación, y los fondos necesarios le fueron debidamente asignados.
Los tanques de los zares
Unos meses más tarde, el primer y único modelo experimental del vehículo de 60 toneladas estaba listo. Era una máquina llamativa con un enorme carro de cañones en su chasis, un blindaje de acero y una falange de los cañones más avanzados del momento erizando su casco.
Sin embargo, las primeras pruebas no tuvieron éxito. El rodillo trasero se atascó en el suelo tan pronto como el vehículo abandonó su base de apoyo, y no pudo ser retirado.
El problema resultó ser un error en los cálculos: había demasiada carga en la parte trasera, lo que efectivamente incapacitó sus movimientos.
El proyecto fue devuelto para su revisión, pero la revolución de 1917 selló su destino. Como consecuencia, el cuerpo de acero del Tanque Zar quedó oxidándose en medio de un bosque, antes de ser desguazado en 1923.