La envergadura de este avión es aproximadamente la de un campo de fútbol y su altura es igual a la de un edificio de cinco pisos. Te preguntarás por qué alguien necesitaría un coloso así y cómo es posible que sea capaz de volar de un aeropuerto a otro. Pero la Unión Soviética amaba los proyectos grandiosos. Al avión se le asignó el código An-225 y el nombre Mriya (en ucraniano, “sueño”).
Era 1975. La idea de crear un avión gigante tenía dos objetivos. En primer lugar, la URSS quería tener un avión que transportara transbordadores espaciales desde su lugar de producción hasta el de lanzamiento. Se decidió que su montaje en un cosmódromo sería más caro que hacer una especie de cosmódromo volador. En segundo lugar, querían utilizarlo para realizar en el aire lanzamientos de naves espaciales.
El Mriya formaba parte del programa Energía-Burán, un sistema soviético de transporte espacial similar al proyecto del transbordador espacial estadounidense. Además, la idea era que el An-225 llevara el transbordador Burán a cuestas. Un Mriya vacío pesaba 250 toneladas y tenía un peso máximo de despegue de 640 toneladas.
En aquel momento, el proyecto estaba clasificado como “secreto” pero, según las memorias de su diseñador principal, Anatoli Vovnianko, “cientos de miles de científicos, diseñadores, ingenieros, personal militar, pilotos, trabajadores y otros especialistas estuvieron directa o indirectamente implicados en el mismo”. Y no fue fácil levarlo a cabo: los plazos eran muy ajustados y los componentes se producían en fábricas de todo el país. Como resultado, el Mriya realizó su primer vuelo desde el aeródromo de Baikonur en 1989, llevando sobre su lomo un avión espacial Buran de más de 60 toneladas de peso.
Ese mismo año, el avión fue expuesto en el Salón Aeronáutico de París y causó sensación. El retoño de los ingenieros soviéticos era, de hecho, el avión de carga más pesado que jamás se haya llevado a los cielos. El Mriya fue mostrado en exposiciones aéreas en Canadá, Checoslovaquia, Gran Bretaña y Estados Unidos.
Tras su presentación internacional, sus creadores comenzaron a recibir ofertas de todo tipo. Un empresario extranjero (su nombre no ha sido jamás revelado) quería convertir al Mriya en un crucero volador para VIP, con camarotes individuales para hombres de negocios y recién casados, cómodas estancias para los demás pasajeros, tiendas libres de impuestos, restaurantes y un casino.
Un avión de este tipo también pudo haber sido utilizado en la ruta Sídney-Londres-Tokio-Sídney. “Incluso pensé en ese momento que sería muy fácil organizar el mantenimiento de la aeronave y asegurar un período de revisión razonable, ya que los vuelos habrían sido de larga distancia y la carga útil pequeña”, recuerda Vovnianko.
Todas las demás pruebas también fueron exitosas. El Mriya habría tenido un gran futuro si no hubiera sido por el colapso de la URSS en 1991. El programa Energía-Burán fue cancelado, y todo el trabajo sobre el Mriya se detuvo. La nueva Ucrania independiente, donde el avión había sido diseñado y se encontraba basado originalmente, lo “heredó”.
Ucrania se encontró poseyendo un avión totalmente construido y otro parcialmente terminado. Pero este país no disponía de los recursos financieros para mantener el proyecto, y comenzaron a desmantelar al Mriya para obtener piezas de repuesto.
La situación cambió en la década de 2000 cuando empezaron a aparecer solicitudes comerciales de transporte de cargas superpesadas. El único ejemplar de este avión fue reactivado y, en 2002, comenzó a volar de nuevo, ahora como parte de la aerolínea ucraniana Antonov Airlines.
El Mriya terminó transportando cargas especiales como 250 toneladas de equipos especiales de Praga a Taskent, jirafas, el yate del rey de España, ayuda humanitaria a Pakistán y, por ejemplo, un generador de 174 toneladas para una central eléctrica de Francfort a Ereván (Armenia). Este último viaje hizo que la aeronave fuera incluida en el Libro Guiness de los Récords por el transporte de la mayor carga individual en la historia de la aviación.
Los chinos se interesaron en adquirir el segundo avión sin terminar. Pero en diciembre de 2017, finalmente perdieron interés en el proyecto, porque la mayoría de los aeropuertos del mundo no pueden acomodar un avión de tal peso y tamaño.
En cuanto a Rusia, también se le ofreció la oportunidad de comprar el Mriya, pero resultó que Roscosmos ya no estaba especialmente interesado en las capacidades espaciales del avión, mientras que el aparato de carga ruso An-124 Ruslán podía transportar carga de gran tamaño. Así que el negocio nunca llegó a buen puerto.
Es cierto que la idea de un cosmódromo volador no ha sido abandonada. En abril de 2019, la empresa estadounidense Stratolaunch System, creada por uno de los fundadores de Microsoft, realizó una demostración del vuelo inaugural de su gigantesco aparato 351 sobre el desierto californiano. Pretende cumplir los mismos objetivos que el gigante soviético, excepto que su carga máxima es de 590 toneladas, lo que significa que el Mriya sigue siendo en la actualidad el avión de pasajeros más pesado que ha surcado los cielos.
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