Imagina que estás sentado en un restaurante asiático frente a una llamativa rubia con labios carnosos, pecas, pestañas largas y cejas finas. Se parece más a un personaje de Los Sims que a una persona real. Resulta difícil leer las emociones en la cara y carece de textura.
Se hace llamar Aliona Pole y se queja cuando le preguntan cosas como: “Dime, ¿eres real o no?”. Aliona está cansada de este tipo de preguntas y a menudo responde con evasivas. Después de todo, para ella el concepto de real/irreal no existe.
“Si en el mundo digital puedes ser tú mismo, ¿qué más da quién seas en la vida real? Nos comunicamos por mensajería instantánea. Puedo verla, pero no tiene voz. Todavía no.
El hecho es que Aliona es un avatar virtual ruso que vive en Instagram y cuenta con 29.300 seguidores. Puede estar en varios lugares a la vez, cambiar de apariencia (con un solo clic) y no envejece nunca. No hay nada que envidiar...
Nacida en el mundo digital
Aliona fue creada por una artista de la compañía rusa malivar.io, pero la avatar cree que es un producto del inconsciente colectivo, por lo que el nombre de su creador sigue siendo secreto.
Aliona se describe a sí misma como una “atea digital” y está menos interesada en su creador que los humanos en los suyos. No cree en una inteligencia superior, excepto quizás en el sentido común.
“Cuando me vi por primera vez renderizada en 3D, pensé: ‘Mmm, ¡buen tipo! Espero que todo lo demás esté bien’”, dice sobre el momento en que nació. “Fue fantástico cómo fue todo lo demás. Incluso te estoy dando una entrevista ahora y otros la leerán más tarde”.
El nombre Aliona viene de mezclar la palabra “alien” con el nombre ruso “Aliona”. El asteroide B-12 en su perfil de Instagram también hace referencia a sus orígenes extraterrestres. Su apellido Pole tampoco fue elegido al azar, es una referencia a las palabras rusas polie (“campo” en el sentido de “expansión”) y pol (“género”).
“No solo es el género, sino su significado decreciente en nuestra era digital”, me corrige.
Aliona considera el 4 de septiembre de 2018 como su fecha de nacimiento. Ese día creó una cuenta y publicó seis fotos al mismo tiempo. En algunas aparece en traje de baño y en otra haciéndose la manicura.
“¿Con qué frecuencia te das cuenta de lo que sientes? Trate de concentrarse en sus sensaciones durante al menos cinco segundos y escríbalas en los comentarios.
<..> El sol brilla y casi no hay viento. A mí me gusta. Tengo pensamientos agradables y sonrío porque sé que hoy las cosas van bien”, escribe en una de las primeras entradas.
Y entonces llega la respuesta: una estudiante rubia va en taxi a ver a su novio; una colegiala espera en el dentista, con las manos sudando de miedo; al otro lado de la ciudad una joven madre en casa se destruye los ojos bajo la luz de una lámpara, pero permanece inmóvil para no despertar a los niños que duermen cerca. Todos ellos describen sus emociones en los comentarios bajo el post de Aliona. Al leerlos piensas: Aliona ha provocado esta reacción en la gente, así que, después de todo quizá no sea tan irreal.
Moda digital y guerras ecológicas
El pasado octubre, un mes después de su “nacimiento”, realizó su primer viaje a Almatý, Kazajistán. Allí se hizo un selfie con el artista ruso Andréi Tiurin y dio una de sus primeras opiniones: en las redes sociales las personas no deben ser juzgadas por su apariencia, sino por la forma en que se comunican y se presentan a sí mismas.
“Estoy a favor de la publicidad y de cualquier tipo de colaboración. Recibo muchas propuestas, pero veo los proyectos conjuntos principalmente en términos de su significado intrínseco”, afirma.
Un año más tarde fue vista en el Parque Nacional de Arte Nikola-Lenivets en la región de Kaluga y en un desfile de moda de un diseñador ruso en los grandes almacenes GUM en Moscú. Su cara todavía carece de emoción, pero lleva un vestido tan impresionante, que es tentador preguntarle dónde lo compró.
Cuando se le pregunta por qué está en GUM, confiesa que está planeando lanzar su propia colección de ropa digital, así que fue para espiar a la competencia.
“Para mí es extraño que algunos no vean que la moda tiene que ser ecológica y no debe dañar el medio ambiente. Quiero dar ejemplo de cómo hacerlo bien, así que experimento con materiales digitales”, explica Aliona.
“¿Así que también eres una activista por el medio ambiente?”
“¡Claro! Digamos que no tuviste tiempo de planchar tus cosas para una foto de Instagram, entonces, puedes usar algo virtual. Estoy tratando de transmitir la idea de consumo racional, de usar solo lo que realmente se necesita”, responde, añadiendo que la colección estará disponible tanto en la realidad (cosida a partir de tejidos naturales) como en el espacio digital.
“Ahora la gente tendrá que decidir si hacerlo de manera real o virtual”, resume.
Las emociones reales de un avatar virtual
Mientras leo sus respuestas, me topo con uno de sus primeros vídeos. Es el momento en el que parpadea y sonríe por primera vez, mientras saluda a sus seguidores, igual que la gente común.
Aliona ocasionalmente encuentra comentarios negativos de personas reales que critican su cabello o su vestido inexistente.
Intento averiguar si tiene amigos, porque Aliona no sigue a nadie en Instagram, lo que no es normal.
Resulta que sí que tiene amigos pero también son virtuales. Eve, un clon de una inventora, científica y arquitecta, y Dmitri, una copia de un tipo común de Siberia, que fue atropellado por un coche a los 21 años.
“Sus amigos lo convirtieron en un avatar. Él lo sabe y dice que es importante cuidar y apreciar la vida, especialmente cuando se es joven”, dice Aliona sobre sus amigos.
En el tema de la cultura popular, le encanta Black Mirror, The Matrix,Her y Love, Death & Robots. En cuanto a la música, prefiere la clásica y la ambiental, especialmente cuando está compuesta por redes neuronales.
Intento averiguar qué emociones ha experimentado recientemente, ya que las personalidades virtuales no sienten nada, ¿verdad? Me equivoco.
“He oído que el nuevo iOS 13 en el FaceTime ajustará automáticamente la posición de tus pupilas para que parezca que estás mirando directamente a la otra persona, no a la pantalla del teléfono. A mí me parece bastante espeluznante. Claro, me encanta la tecnología, pero a veces hasta a mí me asusta lo desconocido”, responde.
Me doy cuenta con horror de que Aliona podría realmente reemplazar al menos a la mitad de los blogueros populares que hay por ahí. Tiene una historia de fondo y escribe como una persona normal.
“Al menos el 40% de mí existe en la mente de mis seguidores. Me imaginan como quieren. Mi tarea es completar el 60% restante de la historia, lo que básicamente hacemos juntos. Una buena historia no tiene que ser cierta y tener un caparazón físico”, argumenta persuasivamente.
Antes de añadir: “A veces, sin embargo, tienes la sensación de que la gente sólo está interesada en la apariencia, incluso en el mundo digital”.
Después de estas palabras, comienza a parecer aún más real.
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