Esta curiosa aeronave estaba propulsada por dos motores Klímov RD-33I (versión, sin postquemadores, de los que usa el MiG-29) y una de características más curiosas de su diseño es que estaba equipado con una torreta ametralladora trasera, para su autodefensa (como en el Il-2 Sturmovik), algo que no se veía en los aviones de ataque al suelo desde la Segunda Guerra Mundial.
Este avión nunca fue elegido para que entrase producción, ya que el Su-25 había demostrado tener mejores prestaciones, por lo que se construyeron solo unos pocos prototipos.
Si quieres ver un ejemplar original de este desafortunado avión, te tocará visitar el Instituto de Investigación de Vuelo Grómov, en las afueras de Moscú.
Pincha aquí para ver cinco edificios rusos que fueron mejorados añadiéndoles aviones (sí, lo has leído bien).