3 gigantescas armas que desataron el pánico entre los enemigos de Rusia

Ciencia y Tecnología
NIKOLÁI LITOVKIN
Estas armas provocaron el miedo entre los adversarios de Rusia, pero nunca fueron utilizadas en ninguna batalla, al menos hasta la fecha.

1. El Cañón del Zar

El cañón más grande de Rusia es uno de los símbolos principales de país. Con varios siglos de antigüedad, es el “guardián” del Kremlin y del presidente ruso.

Fue fundido en bronce por el maestro constructor de campanas y cañones Andréi Chójov, en 1586, durante el reinado del tercer hijo de Iván el Terrible. La longitud del barril es de 5,34 metros, con un diámetro de 120 cm y un peso de casi 40 toneladas.

Todos estamos acostumbrados a ver esta arma en el Kremlin, descansando sobre una peana bellamente decorada, con balas al lado. Sin embargo, el marco y las balas no fueron fabricados hasta 1835. Además, el Cañón del Zar no pudo y nunca podrá disparar tales proyectiles.

Antes de que se le diera el apodo que todos conocemos, se le llamaba “ametralladora rusa”. Este apelativo está más cerca de la verdad sobre esta arma, porque tenía que disparar metralla (pedazos de piedra, con un peso total de 800 kg). Tenía que hacerlo, pero nunca la disparó.

Aunque, según la leyenda, se usó una sola vez, para proyectar a los cuatro vientos las cenizas del Falso Dimitri.

Hasta la fecha el cañón exhibido en el centro de la capital de Rusia ha mostrado, a los embajadores extranjeros y a los visitantes de la ciudad, el poder de las armas rusas.

2. El padre de todas las bombas

A principios de 2017, el nuevo presidente de Estados Unidos, Donald Trump, ordenó que un ejemplar de la mayor bomba estadounidense, la GBU-43, fuese lanzada sobre terroristas en Afganistán. Fue apodada “la madre de todas las bombas”. Sin embargo, en el arsenal ruso hay una “bomba termobárica de aviación de potencia acumulada”, o simplemente “el padre de todas las bombas”.

El poder destructivo del batka (un sinónimo cariñoso del “padre” en ruso) es comparable al de una ojiva nuclear. Pero a diferencia de esta última, no deja nubes radiactivas, debido a la calificada como explosión volumétrica.

“Ojivas de este tipo, pero de menor potencia, han sido utilizadas en varias guerras durante medio siglo. Los estadounidenses limpiaron la selva de Vietnam con estas bombas, para luego construir pistas de aterrizaje para sus helicópteros; atacaron con ellas las cuevas de Tora Bora en Afganistán, donde se escondían los terroristas”, dijo Vadim Kozíulin, profesor de la Academia de Ciencias Militares.

En el morro de la bomba rusa hay un dispositivo que, una vez activado, rocía sustancias explosivas dentro de la carga. La “fumigación” sólo tiene lugar después del tiempo marcado por los militares.

“Los aerosoles se convierten en una mezcla que se activa con un detonador. La bomba crea una onda de choque que forma un vacío sin aire en el punto de explosión. Y gracias a esta caída de presión, todos los objetos en el epicentro de la explosión explotan literalmente, ya sean personas, equipos, fortificaciones o cualquier otra defensa enemiga”, explicó el experto sobre el principio de funcionamiento del arma.

3. El S-21, Guerrero Ruso

En 1913, el diseñador ruso Ígor Sikorski creó el S-21 Russki Vítiaz (Guerrero Ruso), el primero de una serie de enormes aviones construidos por nuestro país. Su principal característica es que tenía cuatro motores, situados en una fila en el ala. En aquel momento se pensó que la creación de una aeronave de este tipo era imposible.

Las dimensiones del Guerrero Ruso eran tan impresionantes que los informes emanados de sus vuelos fueron confundidos con un engaño. El 2 de agosto de 1913, el Guerrero Ruso estableció el récord mundial de tiempo de vuelo (1 hora 54 minutos). Este fue el primero de muchos récords nacionales de aviación. La base del S-21 sirvió para crear, en 1913, el famoso S-22 Iliá Múromets, primer bombardero multimotor del mundo.

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