El amor por las campanas de iglesia es inherente a cada ruso, dijo en una ocasión el famoso pianista Serguéi Rajmáninov. Pero, ¿creería que alguna vez la gente podría ser capaz de oír el impresionante tañido de las campanas sin la presencia de un campanero? ¿Esperaría él, o cualquier otra persona, que un robot se encargara de convocar a la gente a los templos?
Nosotros tampoco, pero es una realidad. Alrededor de 700 iglesias en Rusia están equipadas con timbres electrónicos y su número crece de año en año. ¿Por qué está ocurriendo algo así y qué significa esto para la Iglesia?
No es una tecnología nueva
Según explica Andréi Diachkov, director del Centro Internacional de Arte Campanario, el primer campanero electrónico se introdujo en 2007 en Iliínskoie, región de Moscú. Básicamente se trata de un pequeño bloque electrónico que controla un sistema conectado a las campanas, dedicado a imitar el movimiento de manos y piernas de un campanero. En un principio no estaba destinado a ser utilizado de manera masiva.
Tal y como explica, no se trata de algo completamente nuevo en las iglesias rusas. Ya en el siglo XVII había mecanismos similares. Durante el reinado de Pedro el Grande existía un sistema, de fabricación europea, llamado samozvón (autollamada) que funcionaba en una de las iglesias de San Petersburgo.
“Lo que tenemos ahora es un timbre de campana electrónico que puede imitar el sonido de una campana rusa, como si fuera un timbre verdadero. Es una nueva tendencia”, dice Diachkov. “Antes había un mecanismo más simple llamado kuranti (tañido), que no tenía la habilidad de sincronizar campanas ni de ajustar el volumen como un timbre electrónico”.
Al igual que en Iliínskoie, donde se instaló el primer sistema, el objetivo principal del timbre electrónico es ayudar a las iglesias que carecen de un campanero permanente. Se trata de un problema existente en muchas regiones del país, en gran medida debido a la activa construcción de nuevos templos. Tal y como afirman las autoridades, ya hay 40.000 iglesias en Rusia y cada día, de media, surgen otras tres. Dada la falta de personal cualificado, los robots aseguran que suenen las campanas.
Aunque no es, ni mucho menos, un sistema barato. En comparación con los kuranti que se utilizan habitualmente para hacer sonar los relojes, los timbres de campana electrónicos son el doble de caros. Los más baratos cuestan 80.000 rublos (1.270 dólares) para ambos sistemas, pero pueden subir hasta los 150.000 rublos (2.540 dólares) para un kuranti y 300.000 rublos (4.770 dólares) para un sistema electrónico de tañido, dependiendo del número de campanas, dice Diachkov.
Por este precio se pueden elegir decenas de características, como activarlo de manera remota desde un smartphone, sin tener que subir cada vez. El sistema también puede activarse manualmente, en caso de que una iglesia tenga un campanero real.
¿Robots contra humanos?
Los campaneros profesionales, como Liubov Rudátskaia, de la región de Kostromá, no están muy contentos con esta nueva tecnología. Le resulta muy extraño confiar en un sistema mecánico que actúa como una voz sagrada para la iglesia. “Un campanero hace que suenen sus sentimientos y los acompaña con una oración. Al mismo tiempo, las personas también los sienten cuando escuchan el tañido de las campanas. ¿Qué emociones puede provocar un robot?”
Según una encuesta realizada en julio por la emisora de radio Eco de Moscú, alrededor del 38% de los encuestados piensan que es importante escuchar un verdadero timbre de campana en lugar de un robot, mientras que al 52% no les parece importante.
La propia Iglesia ortodoxa tampoco limita esta tendencia. La tecnología no solo se utiliza en las iglesias rusas, sino también en Grecia, declaró a Meduza, Alexander Vólkov, jefe del servicio de prensa del Patriarcado. Según afirma, el problema no es el dinero, sino la falta de campaneros cualificados: “Se trata de una práctica normal, especialmente en las regiones, donde no hay oportunidad de contratar a un campanero de verdad”.
De hecho, en las iglesias ortodoxas fuera de Rusia se instalan campanas incluso cuando no hay nadie que las vaya a poder tañer, explica Diachkov. “Las campanas están en silencio. Y en estos casos la reacción es siempre positiva cuando se echa mano de la tecnología”, añade.
Aunque también apunta que no hay sustitutos electrónicos para un campanero humano: “Nunca he oído hablar de esos casos. El sonido en vivo siempre es mejor que el sonido mecánico y un humano no puede ser reemplazado. Espero que los timbres electrónicos se usen sabiamente y, al igual que los teléfonos, las computadoras y la televisión, nunca serán capaces de reemplazar la comunicación humana”.
“Durante el período soviético, se silenciaron las campanas de las iglesias y se destruyeron muchas de ellas”, recuerda William Brumfield, historiador de la arquitectura rusa y profesor de estudios eslavos en la Universidad de Tulane (EE UU). “Actualmente se están restaurando las campanas y es comprensible que la Iglesia haya aprobado el uso del tañido electrónico. Las campanas no están sólo para decorar. Deberían ser escuchadas. Pero es preferible escuchar a los campaneros, que tienen una función como músicos y como maestros”.
Aquí puedes ver a campaneros reales en una iglesia rusa.