Un festival dedicado a las campanas

De toda la variedad de los festivales que existen en el mundo el de “Campanas de Cristal”, que se organiza en Kargopol, es más original y peculiar: se dedica al arte de tocar las campanas.

Kargopol es una antigua ciudad ubicada en el norte de Rusia. Cuenta con diez siglos de historia y es famosa por sus bellos conjuntos de iglesias y campanarios. En la plaza de la catedral se celebra desde el 17 al 19 de enero el Festival de Música de Campanas organizado por el Museo Histórico y Arquitectónico de la ciudad. Este año se será la novena edición. 


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El Festival reúne más de 40 campaneros de 16 ciudades de Rusia: Moscú, San Petersburgo, Rostov Veliki, Nóvgorod, Vologda, Yaroslavl, Petrozavodsk, Omsk y Arjanguelsk, por nombrar algunas. 

El número de participantes y espectadores aumenta cada el año, y esto demuestra el creciente interés popular por el acontecimiento. Por ejemplo, el año pasado llegaron a Kargopol campaneros de Alemania y Finlandia. De esta forma el festival se convierte gradualmente en un evento de reconocimiento internacional. 

Las primeras campanas en Rusia aparecieron tras la aceptación del cristianismo en el año 988. Desde aquel entonces, los campanarios comenzaron a formar parte imprescindible de las iglesias ortodoxas rusas. 

Los sonidos de las campanas penetraron profundamente en la cultura rusa, acompañando al pueblo en momentos cruciales de su historia, tanto gloriosos como trágicos. 


Debido a su calidad estética no pasaron desapercibidas para los compositores rusos más famosos, entre los que se encuentran Mijaíl Glinka, Rimski-Korsakov, Mussorgski y Chaikovski, que utilizaron el repique de las campanas en sus óperas y obras sinfónicas. 

El  Festival de “Campanas de Cristal” de Kargopol cuenta con presentaciones, talleres dedicados al arte de tocar las campanas y también un concurso de figuras del hielo que se construyen especialmente para el evento en la plaza de la catedral. 

El momento culminante tendrá lugar en la noche del 18 al 19 de enero, cuando se celebre la Fiesta de la Epifanía, que conmemora el bautismo de Cristo, según el calendario juliano. 

Esa noche, numerosoas personas salen a las orillas del río Onega para tirarse a las heladas aguas, acompañadas por los sonidos de las campanas. Para los creyentes esta antigua tradición no es solamente un acto de fe sino que también sirve como una purificación de sus culpas. 

Vladímir Malovechkin, campanero de Omsk, ha asistido al Festival de Kargopol en dos ocasiones: “Disfruto mucho de esta ciudad. Es un lugar histórico que parece un gran museo bajo cielo abierto. El hecho de que muchos de nosotros hayamos venido aquí desde lejos, significa mucho para el desarrollo de la ciudad. Festivales como este atraen muchos turistas y, a su vez, inversiones que ayudarán a preservar la belleza y la cultura de esta ciudad”. 

Antón Kuznetsov viajó desde San Petersburgo y a la pregunta sobre la diferencia entre el sonido de distintos campanarios comenta: “Cada campana tiene su propia voz y la tarea principal de un campanero es encontrar la combinación más armónica de los sonidos para agradar al oído del público. 

Los festivales de este tipo ayudan a desarrollar nuestro arte. Como se sabe, la tradición de tocar las campanas es diferente en las distintas regiones, por eso cuando nos juntamos los artistas tenemos la posibilidad de aprender algo nuevo el uno del otro”. 

Vladislav Voljonski es oriundo de la ciudad de Nóvgorod, famosa por su tradición de tocar  campanas. “El sonido se debe a factores como su forma y a la composición del metal. Las antiguas suenan diferente porque el metal del que están hechas contiene muchas impurezas y estas impurezas afectan al sonido. Actualmente se puede repetir la forma pero es casi imposible hacer sonar las campanas como antes”. 

Las fuertes heladas y el viento frío no son capaces de destruir la emocional y espiritual atmósfera que crea el Festival. 

A pesar de que durante el periodo soviético se demolieran la mayoría de las iglesias ortodoxas y que el 90% de las campanas de los templos fueron destruidas o fundidas, la memoria popular guarda su ineludible amor por ellas. 

Se considera que ningún otro instrumento musical transmite ese tipo de frecuencias y tampoco puede igualar el efecto que produce sobre el oído de las personas. 

Los estudios acerca de la influencia de su sonido revelan que tienen propiedades curativas. 

Las campanas rusas fueron más allá de su función originaria como simple señal informativa para la población. Ahora forman parte de los importantes eventos culturales tales como el Festival en Kargopol.

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