El pasado 22 de septiembre Rusia botó el mayor rompehielos del mundo, de nombre Sibir (Siberia). Se trata del segundo rompehielos de clase LK-60Ya. El primero Árktika (Ártico) entró en servicio en 2016. El tercer buque, Ural, se encuentra actualmente en el proceso de producción.
El rompehielos tiene 173,3 metros de largo y 34 de ancho y es el mayor del mundo. La tripulación está compuesta por 34 personas.
El buque estará equipado con dos reactores RITM-200 de propulsión nuclear. Solamente necesitará repostar una vez cada siete años. La planta nuclear de nueva generación también se instalará en el portaaviones del proyecto 23000-E.
El barco puede quebrar hielos de 2,8 metros de grosor. Un saliente especial en el frente del casco, conocido como “diente de hielo” evita que el barco encalle.
El diseño de doble corriente permite al rompehielos operar tanto en las aguas del Ártico como en la desembocadura de los ríos polares. Gracias a que llena unos tanques con agua, el barco es capaz de afincarse en tan solo dos metros de agua, convirtiéndose así en un fuerte rompehielos. En las desembocaduras de los ríos el buque libera el agua de los balastros y opera como un rompehielos de aguas poco profundas.
Con la construcción de enormes rompehielos como Sibir y Árktika Rusia está desarrollando la ruta marítima del norte, que según los expertos contará con el 20% del volumen de comercio entre Europa y Asia y se convertirá en una competidora del canal de Suez, ya que es una ruta mucho más corta.
El presidente ruso Vladímir Putin elogió la importancia del rompehielos Sibir. Según declaró, ayudará a fortalecer la flota atómica de Rusia y el estatus de Rusia como una potencia naval.
Rusia no trata de restablecer su antigua posición. Los rompehielos de clase Líder han sido reservados. Aunque sean más grandes, largos y anchos que el Sibir, estos barcos dirigirán a otros barcos cascando hasta cuatro metros de hielo.