Liubov Yaroshenko, madre del piloto ruso Konstantín Yaroshenko.
Artyom Geodakyan/TASSLos medios de comunicación rusos han publicado una emotiva carta de Yaroshenko a su madre, fallecida el 11 de mayo. En la carta, el ruso lamenta que su reclusión no le haya permitido despedirse de ella y le agradece su apoyo.
Konstantín Yaroshenko. Fuente: TASS
Los servicios de inteligencia estadounidenses capturaron a Yaroshenko en Liberia en 2010. En el momento de su arresto Yaroshenko pensó que se trataba de una broma. Varios días después fue trasladado a EE UU, donde un año después un tribunal lo declaró culpable por tráfico de drogas.
La principal prueba contra el piloto fueron unas conversaciones grabadas por agentes encubiertos de la Administración para el Control de Drogas (DEA) en las que Yaroshenko accedía presuntamente a transportar desde Colombia hasta Liberia cuatro toneladas de cocaína. Más tarde la droga se introduciría en EE UU.
Yaroshenko intentó recurrir la sentencia del tribunal. También intentó conseguir que lo trasladaran a una prisión rusa en base a las convenciones internacionales existentes. Sin embargo, ninguno de estos intentos dio resultado.
El Ministerio del Interior de Rusia ha declarado en varias ocasiones que considera que la condena contra Yaroshenko es infundada y está politizada. Cuando en 2015 el tribunal estadounidense se negó a revisar el caso del piloto ruso, el representante del Ministerio del Interior Konstantín Dolgov calificó la decisión de “una nueva medida política en el caso”. Según el diplomático ruso, el caso del piloto estuvo “enormemente politizado” desde el principio, desde su secuestro absolutamente ilegal en el país africano.
El propio Yaroshenko no se reconoce culpable. Después del juicio denunció que había sido torturado durante su detención “en una prisión estadounidense secreta en Liberia”, y que se le había negado la asistencia médica en la cárcel. El ruso opina que su persecución está relacionada con otro escandaloso proceso en EE UU: el caso de Víktor Bout. El gobierno de EE UU, según Yaroshenko, intentaba obtener de él información comprometedora sobre Bout.
Víktor Bout (en el centro). Fuente: Reuters
El ruso Víktor Bout, al que los medios estadounidenses han bautizado como el “mercader de la muerte”, fue detenido por los agentes de la DEA dos años antes que Yaroshenko, en 2008. La madre del piloto aseguraba que en el caso de Bout trabajaban los mismos agentes que en el de su hijo. En 2012 Bout fue condenado a 25 años de prisión en EE UU.
Los casos de ambos rusos tienen mucho en común. En ambos casos fueron detenidos en terceros países (Bout fue arrestado en Tailandia), y más tarde fueron extraditados a EE UU. Bout, como Yaroshenko, fue condenado en base a unas conversaciones grabadas por los agentes de los servicios de inteligencia estadounidenses que simulaban una transacción delictiva. En el caso de Bout se hicieron pasar por rebeldes colombianos que presuntamente querían comprarle sistemas móviles de misiles.
Ni en el caso de Yaroshenko ni en el de Bout se produjo el propio hecho delictivo, ni el transporte de cocaína ni el suministro de armas. “Es como en una película de ciencia ficción, en la que te condenan por tus delitos del futuro. En el juicio se me acusó sobre todo de lo que tenía en la mente. No tenían ninguna prueba. Nadie ha cometido ningún delito. Lo único que tenían en el juicio era un agente falso”, declaraba Bout en una entrevista reciente para RT.
La jueza que impuso la condena de Bout, después de abandonar su puesto, declaró que su veredicto había sido “desmedido e inadecuado”. Según ella, Bout era un empresario que había dejado atrás la etapa del tráfico de armas. Bout siempre ha insistido en que se dedicaba al transporte aéreo, no al tráfico de armamento.
Como en el caso de Yaroshenko, el Ministerio del Interior se muestra crítico con el caso y niega que el tribunal haya sido justo e imparcial. “Por lo visto, el tribunal seguía alguna orden política”, declara el departamento de política exterior de Rusia.
Trevor McFadden, a la izquierda, adjunto en funciones del asesor del fiscal general de EE UU, pasa junto con otros cargos ante una serie de fotografías del hacker ruso Román Selezniov. Fuente: AP
El tercer caso de más revuelo, con la detención de un ciudadano ruso en el extranjero y el posterior juicio en EE UU, fue el proceso contra Román Selezniov, hijo de un diputado del parlamento ruso. Selezniov fue detenido en las Maldivas en 2014. Más tarde, los agentes de los servicios secretos estadounidenses trasladaron al ruso a la isla de Guam y desde allí lo extraditaron a Seattle.
El pasado mes de abril, Selezniov fue condenado a 27 años de cárcel. El tribunal estadounidense lo declaró culpable del robo de datos de tarjetas bancarias y de provocar daños por valor de 170 millones de dólares. Poco antes de la imposición de la condena, aunque después del veredicto de los jueces, Selezniov se declaró culpable y pidió disculpas por sus delitos.
El abogado de Selezniov ha declarado que nunca se ha condenado a nadie a tanto tiempo por un delito cibernético. El propio Selezniov calificó el veredicto de pena de muerte debido a sus problemas de salud. En 2011 resultó gravemente herido durante una explosión provocada por extremistas en Marrakech.
El Ministerio del Interior de Rusia considera que el arresto de Selezniov fue un secuestro ilegal. Su padre, diputado de la Duma Estatal, asegura que la sentencia tiene motivos políticos.
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