El nuevo Brasil seguirá cooperando con Rusia

Las relaciones bilaterales son de importancia estratégica.

Las relaciones bilaterales son de importancia estratégica.

AP
A pesar de la difícil situación política de Brasil, las relaciones bilaterales tienen un gran potencial que seguirá desarrollándose en pos de un mundo multipolar.

Durante los próximos dos años que quedan para las elecciones presidenciales, Michel Temer tendrá que resolver, en primer lugar, complejas cuestiones nacionales heredadas de los gobiernos de izquierdas de Lula da Silva y más tarde de Dilma Roussef. Estos gobiernos hicieron mucho por las clases más pobres de la población, pero al mismo tiempo (y casi inevitablemente) empobrecieron el estado de la contabilidad del Estado. Sin embargo, el papel que desempeña este país-continente sudamericano en el ámbito internacional, cada vez más activo, obliga, cuanto menos, a no debilitar los ritmos en los principales ámbitos de actividad.

Esto no solo afecta a los vectores tradicionales de la diplomacia brasileña como Latinoamérica y EE UU, sino también a la interacción en el marco de los BRICS, en los esfuerzos comunes por crear un mundo multipolar. En las condiciones actuales de la crisis económica mundial, de la caída de los precios del petróleo y otros tipos de materias primas, del aumento del terrorismo internacional y de la inestabilidad política en muchas regiones del planeta, la influencia de este organismo solo puede crecer.

Según el estado de las cosas, la cooperación entre Brasil y Moscú en interés mutuo también debería desarrollarse. Durante los últimos 15 años, las relaciones bilaterales han adquirido una sólida base económica y comercial que se está completando con la colaboración en ámbitos como las altas tecnologías, entre ellas el sector energético, espacial, militar y de las telecomunicaciones. Uno de los frutos de esta cooperación ha sido la llegada del primer astronauta brasileño a la órbita de la Tierra.

En 2004 el presidente ruso, Vladímir Putin, visitó Brasil, y en 2005 los líderes de ambos países firmaron en Moscú un acuerdo de cooperación estratégica, algo que ha aportado desde entonces un mayor peso político a los vínculos bilaterales. Desde 2008 existe entre los dos países un régimen sin visado, aunque hay que reconocer que por ahora el intercambio de flujo de turistas no es demasiado importante. Muchos de los acuerdos firmados por los gobiernos de ambos países en julio de 2014, durante una reunión del grupo de los BRICS, se encuentran en una fase más avanzada de desarrollo.

En resumidas cuentas, puede señalarse lo siguiente: en comparación con las relaciones entre Brasil y la Unión Soviética, que tenían principalmente un carácter formal y se limitaban básicamente al comercio de petróleo y producción agrícola, los vínculos de Brasil con la nueva Rusia se han vuelto más sólidos.

No obstante, su enorme potencial no está aprovechado, algo que reconocen ambas partes. La experiencia de cooperación acumulada por los dos socios puede y debe extenderse a nuevos ámbitos. Los brasileños cuentan con el know-how sobre todo en el sector agrícola, en la industria automovilística y en la extracción profunda de petróleo y gas natural. Aunque Rusia también les puede aportar muchas cosas útiles.

Por ahora, algunos importantes ámbitos, como la inversión bilateral, la cooperación de las principales universidades y el intercambio cultural, se encuentran muy poco desarrollados.

La política exterior de Brasil suele distinguirse por ser coherentemente conservadora. El Ministerio de Exteriores persigue sus objetivos prioritarios de forma metódica, de forma casi independiente de la ideología del gobierno. Entre estos objetivos destacan el orden, el desarrollo y la cooperación, coincidiendo con el lema “Orden y progreso” que figura en su bandera nacional.

Los profesionales que trabajan en el gobierno brasileño, observando el progreso de la política exterior y velando por los intereses nacionales, siempre han intentado encontrar los puntos comunes con Moscú, incluso en el periodo de la guerra fría.

Según el antiguo ministro de Asuntos Exteriores, el brillante diplomático Luiz Felipe Lampreia, con el que he tenido el gusto de conversar cuando era secretario de prensa del departamento, “la cooperación entre Brasil y Rusia está destinada a desarrollarse en el marco de la coordinación política para hacer frente a desafíos como el desarme, la reforma y el refuerzo del papel de la ONU, la lucha contra el terrorismo y el crimen organizado y, en primer lugar, la consolidación de la paz, la democracia y el respeto de los derechos humanos”. En la actualidad, esto cobra todavía más sentido. Además, Brasil cuenta con el apoyo de Moscú para conseguir un puesto en la ONU como miembro permanente de su Consejo de Seguridad.

En la mayoría de los problemas importantes de la actualidad, los intereses geopolíticos de Rusia y Brasil coinciden sus posturas están muy cercanas. Los tempestuosos acontecimientos de los últimos años en todo el mundo confirman la importancia de la cooperación entre los dos países en el ámbito internacional y de forma bilateral, así como en el marco de los BRICS. En este sentido, Brasil siempre ha sido y sigue siendo un “socio privilegiado” de Rusia en Latinoamérica.

Guennadi Petrov fue director de la agencia de noticias TASS en Cuba, Brasil y Portugal.

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