La previsión es moderadamente optimista.
Dmitry DivinDos importantes eventos políticos marcarán la economía rusa en la segunda parte del año: las elecciones parlamentarias rusas de septiembre y las presidenciales de EE UU en noviembre. El primero influir en la configuración del poder en Rusia, como mínimo hasta las elecciones presidenciales de 2018, y el segundo condicionará todo el espectro de las relaciones económicas y políticas EE UU.
Por otro lado, hacia finales de años aparecerán los primeros detalles de los programas económicos para los próximos cinco-diez años, elaborados por los partidarios de las diferentes tendencias económicas del país. Hay figuras como el exministro de Finanzas, Alexéi Kudrin, el consejero del presidente Serguéi Glaziev o el empresario Borís Titov.
Sin embargo, varias cuestiones cruciales, independientes de los planes económicos, ejercerán una considerable influencia sobre la economía. La primera cuestión es si aumentará el precio del petróleo y si el presupuesto podrá mantener un déficit del 3% sin recurrir al Fondo de Reserva. La segunda cuestión es si el Banco Central continuará rebajando las tasas de interés, que están al 10,5%. La tercera cuestión es si la Reserva Federal de EE UU se atreverá a aumentar las tasas de interés en vísperas de las elecciones presidenciales. Y, finalmente, si se mantendrá la demanda sobre la deuda de países con grandes riesgos, lo que incluye a Rusia.
Independientemente de la respuesta a estas cuestiones clave, no hay motivos para prever una recesión más profunda de la economía rusa, aunque tampoco se espera un rápido retorno rápido a la senda del crecimiento.
Todos los indicadores apuntan a que en los próximos dos años el crecimiento económico será cercano a cero, por lo menos si se mantienen los actuales enfoques sobre la política presupuestaria y monetaria.
Como punto positivo conviene señalar el fuerte descenso de la fuga de capitales y, en relación con ello, la reducción de la dependencia de la tasa de cambio del rublo respecto a los precios del petróleo. Hay dos causas para este cambio. Durante el 2014 y el 2015 los bancos y empresas rusos lograron reestructurar su deuda externa, reduciéndola en más de 150.000 millones de dólares.
Además, la gran diferencia que se mantiene entre las tasas de interés de Rusia y las de los grandes países desarrollados crea condiciones ventajosas para la entrada de capital especulativo en la deuda estatal y empresarial de Rusia. Esta tendencia positiva llegó a influir tanto en la tasa de cambio del rublo que las autoridades comenzaron a hablar sobre los perjuicios de un fortalecimiento excesivo de la moneda.
La situación provocada por las sanciones y la devaluación del rublo creó condiciones favorables para el remplazo de bienes importados por productos nacionales, pero este cambio por ahora solo es significativo en el sector agrícola y en la alimentación. Las buenas condiciones climáticas produjeron una cosecha récord de trigo en 2016. Sin embargo, aunque se trata de un gran logro, es necesaria una política de exportación adecuada para evitar la caída de los precios internos del trigo.
Además, los ingresos de la población, el comercio al por menor, los precios del sector inmobiliario y las inversiones privadas muestran tendencias variadas. En general indican que la población es más proclive a ahorrar que a gastar y que las empresas aplazarán sus proyectos de inversión hasta mejores tiempos.
En conjunto, la previsión de la economía rusa para lo que queda de 2016 es moderadamente optimista: no se espera que continúe el descenso, pero tampoco habrá un crecimiento positivo. La situación del presupuesto estatal mejorará, sobre todo gracias a previsible subida del petróleo, por encima 40 dólares por barril. Por otro lado, tampoco hay que esperar grandes sacudidas externas, como nuevas sanciones, una fuerte fuga de capitales o un cambio brusco en la tasa de cambio del rublo. Las principales noticias procederán con más probabilidad del ámbito político que del ámbito económico.
Konstantin Korischenko es el director del departamento de mercado de valores e ingeniería financiera de la Facultad de Finanzas y Banca de la Academia Presidencial de Economía Nacional y Administración Pública de Rusia y fue vicepresidente del Banco Central de Rusia.
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