La agenda secreta de Putin y la retirada de Siria

Iorsh
La salida de las tropas rusas ha sido una sorpresa para muchos y ha provocado numerosas teorías de la conspiración. Sin embargo, los motivos del Kremlin han sido claros.

No hay por qué sorprenderse tras el anuncio de la retirada de la tropas rusas de Siria. Putin tiende a ir hasta el final solamente cuando está en riesgo la seguridad de Rusia o su credibilidad como líder. Si estas cuestiones no están en juego, no es raro que el presidente abandone un proceso. Es más, suele "dar el primer golpe", algo que ha admitido en varias ocasiones, pero siempre es "el primero en dejar la batalla" si se puede hacer de manera elegante y sin pérdidas. Este principio es fundamental en el "yudo político" que ha practicado durante muchos años.

Occidente ha caído en su "propia trampa de la desconfianza” respecto a Moscú a la hora de valorar las consecuencias de la operación rusa en Siria. Desde el principio el Kremlin enfatizó en los límites de la misión de las fuerzas aeroespaciales y en su poca disposición para lanzar una operación terrestre. Sin embargo, Occidente seguía sospechando acerca de una supuesta agenda secreta.

Moscú ha declarado que la operación continuará mientras el Ejército sirio siga luchando contra el terrorismo. Con la retirada de las tropas, Moscú demuestra a Asad que su apoyo es para luchar contra el terrorismo y que no se concentra en asegurar la supervivencia política del presidente sirio.

Claro que hay otras intenciones en esta decisión, pero por extraño que pueda parecer, son bastante transparentes.

La decisión del Kremlin está relacionada también con los crecientes desacuerdos entre Rusia e Irán en una serie de cuestiones, entre las que se incluye la cooperación en el sector petrolífero. Las unidades de Hezbollah, la milicia libanesa apoyada por Irán, comenzaron a retirarse antes del anuncio de Putin e Irán dejó de ser una fuerza que cooperaba en una amplia campaña antiterrorista.

Por otro lado, Moscú trata de contrarrestar la propaganda de Merkel y Erdogan, que hanbuscado vincular los problemas migratorios de Europa con las acciones de Rusia en Siria. La maniobra del Kremlin ha contrarrestado esta campaña, que irritó al presidente ruso, ya que lo más probable es que el flujo de refugiados no se detenga.

La falta de pragmatismo y cierto cinismo que rodea a la política rusa contemporánea se opone al mesianismo ideológico y propagandístico de Occidente. En este limitado pragmatismo, por extraño que parezca, el Kremlin se abre de manera franca a una cierta interacción.

También hay que tener en cuenta que el Kremlin ha prestado mucha atención a las fluctuaciones en la opinión pública, sobre todo en momentos de dificultades económicas. A pesar de que la mayoría de la población ha apoyado la operación en Siria, que se consideraba una muestra del nuevo estatus a nivel internacional, la posibilidad de un enfrentamiento militar con Turquía y la OTAN ha preocupado a muchos expertos en el país y a ciertas capas de la población.

Es posible argumentar hasta dónde estaba dispuesto a llegar Erdogán en su determinación por preservar las conquistas geopolíticas que había conseguido en los últimos años. Sin embargo, mucha gente en Rusia creía que había un riesgo real de enfrentamiento y esto demostró al Kremlin los límites de una posible escalada. Desde que comenzó la operación se dijo que uno de los objetivos políticos era restablecer las relaciones con Washington y por ello el Kremlin tampoco quería correr el riesgo de crear innecesarias tensiones políticas.

En estos momentos, tras la retirada rusa de Siria, Occidente – y sobre todo EE UU- se enfrenta a un dilema. ¿Será Washington capaz de manejar la nueva situación y mostrar decisión en su práctica política? Ahora EE UU está solo frente a los problemas políticos y militares de la región. No solo se trata de Bashar al Asad sino también de Erdogan, que cada vez es más incontrolable, y de los islamistas, que mantienen parte de su potencial político y militar, por no mencionar a los saudíes, que cada vez están más involucrados en la crisis.

Vladímir Putin estará dispuesto a colaborar con Obama si este lo requiere.  

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