Protesta en Moscú tras el derribo del avión ruso en la frontera turco-siria.
Artiom Korotaev / TASSUna de las labores de la diplomacia internacional en esta delicada situación es tratar de calmar los ánimos antes de hacer un movimiento que resulte fatal. Antes de tomar cualquier decisión hay que tratar de comprender las causas del incidente y poder así esclarecer las posible consecuencias.
Lo ocurrido tendrá tres tipos de consecuencias. En primer lugar, para la guerra en Siria, además de para las relaciones de Rusia con Turquía y con Occidente. Veamos cada una de ellas.
La guerra siria seguía un trágico patrón. Cuando parecía que la situación no podía complicarse más y aumentar el peligro, ocurría un evento que mostraba que todavía no se había llegado hasta el fondo del abismo. Esta lógica ha acompañado también el derribo del Su-24.
Rusia ya ha anunciado medidas para cambiar la forma en la que realiza sus ataques aéreos. En primer lugar, los bombarderos rusos serán escoltados por cazas. Además enviará el crucero Moskvá, equipado con equipos antiaéreos para asegurar la defensa de los aviones y desplegará baterías antiaéreas S-400.
Estas decisiones no solo limitarán la capacidad de actuación de las Fuerzas Aéreas de Turquía en caso de que quiera volver a atacar un avión ruso, sino que también influirá en la campaña turca contras las fuerzas kurdas en Siria.
En general, la situación política de los kurdos ha mejorado tras el suceso del martes. Antes incluso del derribo del Su-24 era esperable que se abrieran las negociaciones entre al Asad y los kurdos para llegar a un acuerdo en la lucha contra el Estado Islámico, algo que demostraría que es posible la reconciliación política en Siria.
Ahora hay más opciones de que ese diálogo se lleve a cabo. Los kurdos podrían recibir mejor equipamiento militar mejor, no solo para luchar contra el Estado Islámico sino también contras las fuerzas turcas.
Por otro lado, los turcomanos que dispararon contra los pilotos del avión, son considerados como miembros de la "oposición moderada" y algunos expertos han señalado que tienen el apoyo de Ankara.
La relaciones ruso-turcas
Ya se ha anunciado que Moscú interrumpe la cooperación militar con Turquía. Al mismo tiempo, en el último año ambos países negociaban proyectos conjuntos en el ámbito de la energía. Es muy posible que estos se vean interrumpidos hasta que no se aclare algo la cuestión del derribo del caza.
Esto afectará a la economía turca y ahora Moscú tendrá una razón más para apostar para diversificar sus clientes de recursos naturales.
Turquía necesita gas natural para su economía. En teoría, Irán, país al que se le han levantado las sanciones y está próximo, podría ser uno de los suministradores. Sin embargo, estos dos países están enfrentados por el dominio de la región y resulta imposible garantizar la seguridad de la infraestructura.
Al mismo tiempo, conviene recordar que hay un contrato de 20.000 millones de dólares con Rusia para el desarrollo de una planta nuclear en Turquía. Parece difícil imaginar que el país otomano esté dispuesto a cancelar este contrato.
El mismo patrón se repite en otros ámbitos de cooperación económica. Resulta beneficioso para ambos y una interrupción dañaría a ambas partes. La cuestión es quién sufriría más. Independientemente de quién ordenó derribar el caza ruso, debía tener en cuenta este aspecto.
El contexto internacional
El caza se derribó el mismo día en el que los presidentes Obama y Hollande se reunían en Washington para hablar de una posible coalición internacional en contra el Estado Islámico. El presidente estadounidense, informado de lo ocurrido en Turquía, declaró que Rusia podría formar parte de esta alianza. También dijo que era importante que Rusia y Turquía estuvieran en contacto para "tomar medidas y evitar cualquier tipo de escalada".
La respuesta estadounidense ha sido moderada. Se presentó como un asunto desligado de la lucha contra el Estado Islámico y luego se destacó el derecho de Turquía para proteger su espacio aéreo. No hubo acusaciones ni belicosidad.
No hay duda de que Turquía, Rusia, EE UU y la OTAN recogerán la suficiente información para esclarecer lo ocurrido, aunque no se sabe qué es lo que saldrá a la luz pública.
Putin es conocido por su resolución a la hora de tomar decisiones políticas. A la hora de plantear una respuesta es crucial comprender si la acción de las Fuerzas Aéreas de Turquía fue una decisión a nivel nacional o un movimiento coordinado con sus socios occidentales. En caso de que sea la segunda opción, habrá un nuevo nivel de enfrentamiento entre Rusia y Occidente.
Es importante señalar que a lo largo de la crisis siria, Washington y otros países occidentales no han reclamado muchas de las acciones ocurridas sobre el terreno. Ha habido ocasiones en las que EE UU trataba de cambiar el curso de los acontecimientos y se limitó a seguir las decisiones de socios menos importantes.
El cualquier caso, el derribo del Su-24 es un aviso para los implicados en el conflicto sirio que resuena más allá de Oriente Próximo. Se debe poner fin a la crisis siria. Solo el futuro dirá si este aviso será oído.
Nikolái Pajómov es un consultor de riesgos geopolíticos en el Consejo Ruso de Asuntos Internacionales.
La opinión del autor no refleja obligatoriamente la opinión de la redacción.
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